Efecto Ratzinger: Roberto Paura critica a Benedicto XVI, pero lo defiende frente a Mons. Viganò. Por Andrea Cionci
El "efecto Ratzinger" es un fenómeno verdaderamente asombroso porque ya no depende, como en el caso del Código Ratzinger, sólo del genio intelectual del Papa impedido,

Por Andrea Cionci
Para Adoración y Liberación
Traducción autorizada: María Luisa Perez Gherlone
Boomerang en el aire con la insignia papal
El “efecto Ratzinger” es un fenómeno verdaderamente asombroso porque ya no depende, como en el caso del Código Ratzinger, sólo del genio intelectual del Papa impedido,
El “Efecto Ratzinger” es un fenómeno verdaderamente asombroso porque ya no depende, como en el caso del Código Ratzinger, sólo del genio intelectual del Papa impedido, sino que actúa sobre sus propios contestatarios, o renegados, que están como dominados por una fuerza lógica que parece trascenderlos. En términos profanos, se podría hablar de un “enfrentamiento junguiano en el inconsciente colectivo”; desde una perspectiva de fe, parece como si Dios se burlara de sus enemigos.
El fenómeno se explica en el hecho de que todos los adversarios del Papa Benedicto, tanto del lado tradicionalista-sedevacantista como del lado antipapal-bergogliano, están resultando ser involuntarios cooperatores veritatis, por citar el lema del Santo Padre. Caen en contradicciones, revelando a veces su deshonestidad intelectual y material; producen documentos muy útiles para la investigación, o defienden involuntariamente al Papa contra acusaciones injustas.
Inolvidables fueron las palabras del propio Bergoglio este verano cuando declaró que la renuncia de Benedicto había sido “poco clara”. por lo tanto, una vez más, completamente nulo bajo el derecho canónico, que nunca podría aceptar una Renuntiatio incluso dudosa.
Pero el fenómeno se ha acelerado en las últimas semanas. En el espacio de unos pocos días, hemos tenido a Piergiorgio Odifreddi que, al presentar su libro (un indigesto monólogo ateo que explota comercialmente las pocas conversaciones directas que ha tenido con Benedicto XVI) proporcionó a Monseñor Gaenswein la oportunidad de expresar las tremendas referencias del Papa Benedicto al Libro de Jeremías en el que leemos -como es el caso- “Yo estoy impedido”.
Luego fue el turno del efervescente don Ariel Levi de Gualdo, insultador en serie (tan impenitente como imprudente) del que suscribe, y del don Minutella, implicado en un asunto inconfesable de falsificación de una carta del Arzobispo Gaenswein. El grotesco episodio llevó al propio arzobispo de Urbisaglia a revelar que el Papa Benedicto NO celebra en comunión con Francisco (porque obviamente, no es el verdadero Papa).
Poco después le tocó el turno a don Tullio Rotondo que, en uno de sus ataques, hizo alarde de la hoja olvidada del Acta Apostolicae Sedis del 1 de marzo de 2013 donde surge, definitivamente, cómo la abdicación exigía la renuncia al Munus Petrino, que nunca se produjo.
Hace apenas dos días, el prof. de Mattei, en su desvirtuado ataque al escritor, se traicionó a sí mismo y afirmó explícitamente: “La abdicación de Benedicto XVI y el modo en que se produjo son considerados por muchos estudiosos y también por eminentes miembros del Sagrado Colegio como un grave error”. Por lo tanto si la forma en que se produjo la abdicación es errónea, el acto es totalmente nulo según el derecho canónico.
Pero la secuencia se enriqueció ayer con un artículo, no precisamente de bolsillo, publicado en Il Tascabile y firmado por Roberto Paura, periodista de ciencia y cultura y director de la revista “Futuri”.
“Investigación sobre Ratzinger” es un resumen de la biografía del actual Pontífice que investiga con cierta precisión su trayectoria como teólogo. La inspiración general del artículo es en parte desacreditante sobre el Papa, considerado, según un tópico rancio, una persona débil y vulnerable que siempre ha rechazado la confrontación. (Verán claramente su “debilidad”…).
El planteamiento de Paura puede considerarse sin duda como un enemigo de la legitimidad exclusiva del Papa Benedicto XVI, ya que el autor se entrega a los habituales acentos de suficiencia y desprecio hacia la investigación del “Código Ratzinger”, escribiendo: “Que al final de sus días Joseph Ratzinger se haya convertido en el estandarte de los círculos ultraconservadores más reaccionarios y cismáticos, para los que Bergoglio sería incluso un “antipapa”, es un triste final”.
Paura debería recordar que apenas ha habido 40 antipapas en la historia; que el canon 335 contempla explícitamente la sede vacante y la sede totalmente impedida; que tenemos dos clérigos vestidos de blanco en el Vaticano; que uno lleva nueve años diciendo que sólo hay un papa (sin explicar cuál) y que lleva la túnica blanca porque “no tenía otra ropa disponible”… ¿No les hace dudar?
Pero como todos los enemigos de la legítima realeza del Papa Benedicto y Vicario de Cristo, Paura le hace un favor, y grande, sin querer. De hecho, su ensayo señala de forma categórica y documentada cómo Ratzinger había pasado por una fase modernista antes del Concilio, pero que pronto se dio cuenta de cómo había tomado un giro muy feo. De hecho, el autor añade, inmediatamente después, justificando cómo estos “retrógrados” hayan llegado a la conclusión de que Bergoglio es antipapa: “Es el resultado de una transformación en su pensamiento que ha llevado a Ratzinger a distanciarse de sus tesis de juventud y a empujarle por caminos anticonciliares y antimodernistas”.
Pero en el texto se leen otras frases preciosamente objetivas: “El regreso a un clima inquisitorial arroja sobre Ratzinger una fama de Gran Inquisidor que se confirmará sólo tres años después, cuando Juan Pablo II le llame para asumir la dirección de la Congregación para la Doctrina de la Fe, convirtiéndole de facto en el máximo censor de todo lo que se diga en materia teológica en la Iglesia católica”.
Y otra vez:
“Con Wojtyla, Ratzinger comparte la línea política: mitigar los excesos del reformismo postconciliar y frenar brutalmente toda desviación teológica tendente a la izquierda, en particular al marxismo”; “Ratzinger condena la Teología de la Liberación, reprochando también la crítica a la Tradición realizada por esa exégesis evangélica moderna que de joven había abrazado con entusiasmo”; “Cuando en el año 2000 hace publicar un documento en el que se afirma que la Iglesia católica romana es la única depositaria de la Verdad y de la salvación, la ola de protestas alcanza su punto álgido”.
Como se puede ver, Roberto Paura deja claro lo inútil, instrumental y malicioso que es atacar al Papa Benedicto por su pasado juvenil progresista, cuando, inmediatamente después del Concilio e incluso antes de ser Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ya se había convertido en el primer opositor al modernismo. (Cómo atacar a San Pablo porque persiguió a los cristianos cuando era joven). El ensayo de Paura constituye, pues, una defensa total del verdadero Papa frente a los gritos del arzobispo Viganò, que sigue atacando -de forma totalmente instrumental- al Vicario de Cristo in sede impedita, incluso recurriendo a escritos del Ratzinger de 25 años, de 1954, acusándolo de hegelismo.
Una operación antihistórica e irracional que, cuadrando algunas cuentas, sólo puede explicarse como dirigida a la autopromoción de monseñor Viganò como próximo (anti)papa dentro de un astuto juego político, pero llevada a cabo con absoluto desprecio por el aspecto sagrado del cargo papal.
En todo lo demás, Roberto Paura anda a tientas en la oscuridad, tanto como para juzgar enigmática la figura de Ratzinger y no explicar, si no con su “vulnerabilidad”, su abandono en 2013 del ministerium, el ejercicio práctico del poder. Tanto es así que escribe, decepcionado: “El hombre que en las últimas décadas ha luchado por evitar que la adaptación a los tiempos modernos impresa por el Concilio Vaticano II afectara la sacramentalidad de la jerarquía eclesiástica, reconoce ahora que la antigua imagen del pontífice ya no es adecuada para los tiempos modernos”.
Este no era exactamente el caso.
Lamentablemente, por mucho que a uno le disguste lo que el escritor difunde, por mucho que le asusten los resultados de su investigación, no es aceptable -precisamente desde un punto de vista científico- pretender ignorar la cuestión de la sede impedida y despreciar ostentosamente el “elefante en la sacristía” de un estudio como “Código Ratzinger”, entre los diez ensayos más vendidos a nivel nacional, primero en el ranking de Amazon en la categoría de Instituciones Eclesiásticas.
Se puede estar o no de acuerdo con el escritor, legítimamente, pero no es científicamente factible ignorar esta inmensa obra precisamente por la riqueza de la documentación producida, la coherencia lógica, histórica, teológica y documental de la tesis, y su disrupción histórica, por la difusión y resonancia internacional que ha tenido, por los endorsement de decenas de intelectuales de renombre, por la ausencia de desmentidos, por el hecho de que se apoye en declaraciones de nada menos que tres obispos y por no haber sido nunca rechazado por el interesado, es decir, el Papa Benedicto, que recibió el libro en julio.
Como nota surrealista e irónica, se puede recordar cómo Roberto Paura publica con “Codice edizioni”, haya escrito un libro “Sociedades secretas, poderes ocultos y conspiraciones”, y luego ignora “Código Ratzinger”, que se centra precisamente en la auténtica “conspiración de las conspiraciones”.
(Claro que ahora los enemigos dirán que el vanidoso y autorreferencial escritor, mientras publica continuamente en periódicos como Libero y Byoblu, busca publicidad en Pocketbook. De acuerdo).
Sin embargo, si Roberto Paura, superando deportivamente su previsible molestia ante esta crítica, al fin y al cabo objetiva, nos dirá que, de buena fe, no sabía nada de la investigación, será un placer ofrecerle el libro, aceptando una leal confrontación
Es interesante lo que le envío debería verlo con un jurista porque en mi opinión no es lo mismo una promesa o compromiso de renunciar que una renuncia y en mi opinión “commissum renuntiare”, sin las comillas, significa comprometerse a renunciar.
Pero es interesante ver los cambios que generan los algoritmos en Internet y cómo el traductor traduce lo que quiere según se pongan comillas o no.
Es cierto que a Andrea Cionci puede parecerle su más grande contribución el Código Ratzinger en el sentido del código con que Benedicto ha dado a conocer su situación de papado impedido.
Allí no está el tema principal como debería reconocerlo Andrea Cionci y tampoco allí está su gran aporte.
Su aporte principal está en el estudio de la promesa de renuncia de Benedicto.
No interesa si Benedicto quiso o no quiso, tampoco, Roberto de Mattei es abogado y en mi caso sí lo soy por lo que debería hacerlo callar a Roberto.
Por otra parte, las mentes grandes de la Iglesia parece que se han tomado diez años sabáticos y ya no es posible contar con ellas.
Es más ni siquiera se puede contar con Internet.
El aporte principal de Andrea Cionci es analizar la promesa de renuncia de Benedicto.
Esa debería ser su ocupación principal y no defender su idea de un código.
El mismo Roberto de Mattei parece reconocer que la promesa de renuncia es un grave error pero no entra en ese tema.
Ese tema es el que establece si Benedicto es el papa y si Bergoglio no lo es.
Otro tema a discutir es si alguien que no es católico como Bergoglio puede ser papa.
Pero volvamos al tema principal.
La promesa de renuncia de Benedicto.
En la misma Andrea Cionci ha encontrado una palabra que significaría que Benedicto no renunció al papado sino al ejercicio del papado.
Ha descubierto que en latín hay dos palabras una Ministerium que se refiere al ejercicio del papado (EJERCICIO del papado) y otra el Munus que se refiere al papado (o ministerio en otros idiomas).
En toda la promesa de renuncia de Benedicto aparece la palabra Ministerium pero no aparece la palabra Munus por lo que es una promesa de renuncia al ejercicio del papado y no al papado.
El segundo error que existe y que no conoce Andrea Cionci ni Roberto de Mattei sino que como abogado se lo suministro yo es la palabra “commissum” se lee:
“Quapropter bene conscius ponderis huius actus plena libertate declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium
die 19 aprilis MMV commissum renuntiare”,
Es interesante estas palabras “commissum” porque significa compromiso o promesa.
Jurídicamente una promesa o compromiso a realizar un acto jurídico no es el mismo acto jurídico al que uno se compromete.
Demás está decir que Internet en distintos lugares no decía “commissum” sino “commissio” y “commissio renuntiare” es renunciar.
Hace unos días Internet cambió “commissio” por “commissum” como surgía en el vídeo de la renuncia de Benedicto en donde decía “commissum”. En las imágenes y los audios de la renuncia en youtube aparece las palabras “commissum renuntiare” ver https://www.youtube.com/watch?v=6yKL4j1z-PU que quiere decir “comprometiéndome a renunciar”, es decir, existe una promesa de renuncia a futuro que debió efectuarse en el futuro. En los otros sitios Internet decía “commissio” que era comisión y el traductor traducía “commissio renuntiare” por renunciar.
Ahora, si uno lleva el texto anterior y lo pone en el traductor puede leer que el papa renunció según la traducción de Internet pero si uno sale de la traducción e introduce las palabras “commissum renuntiare” sin las comillas es traducida por “comprometerse a renunciar”.
Esto es importante porque no es lo mismo una venta que un compromiso a vender o una promesa de venta.
Con lo cuál estamos diciendo que los algoritmos de Internet han captado el error impuesto por el ser humano de “commissio” y lo han corregido por “commissum” pero que una vez que sucedió esto han logrado que las distintas traducciones señalaran “commissum renuntiare” por renunciar en el texto de Benedicto en vez de “comprometerse a renunciar” como sería correcto según la traducción.
El texto que aparecía hace unos días en Internet era el siguiente: “Quapropter bene conscius ponderis huius actus plena libertate declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis MMV commisso renuntiare ita ut a die 28 februarii MMXIII, hora 20, sedes Romae, sedes Sancti Petri vacet et Conclave ad eligendum novum Summum”.
Con lo que volvemos al tema de Bill y de Internet y de la caída del sistema del Vaticano y de los expertos que menciona Roberto de Mattei.
Con lo que Benedicto en un acto que fue un error querido o no por Benedicto eso no nos importa, es decir, ha realizado un acto jurídico que ni siquiera es una renuncia al ejercicio del papado sólo ha hecho una promesa de renuncia a futuro al ejercicio del papado que exigiría otro acto con la renuncia definitiva, o sea, con el texto de la renuncia definitivo al ejercicio (ministerium) o al papado (munus).
Es decir, que el texto que se presenta como renuncia no es renuncia a nada sino un compromiso o promesa de renuncia.
Ahora, éste es el único punto o tema que debería discutirse y analizarse una promesa de renuncia al ejercicio del papado y no al papado no sólo es un acto erróneo para producir los efectos que se intenta que produzca y sólo es válido como promesa de renuncia al ejercicio del papado a futuro.
Por lo que Benedicto sigue siendo papa.
Bergoglio no es papa.
Los cardenales elegidos por Bergoglio no son cardenales.
Se va a producir una ruptura de la sucesión apostólica si no se soluciona el problema y el único interesado en ello parece ser Andrea Cionci y otros que lo secundan.
¿Uds. creen que en el futuro la gente va a ser más ignorante en materia religiosa que lo que es ahora?
Y si ahora hay gente que se dio cuenta de ésto ¿qué es lo que va a pasar si los medios se ponen de acuerdo para hacer caer a la Iglesia?
En una hora con el nuevo falso papa elegido en un falso cónclave con los falsos cardenales de Bergoglio la Iglesia se va a venir abajo.
Es cierto que pueden creer algunos jerarcas que a los católicos se les puede hacer comer sapos.
Pero los que hacen comer sapos no son Uds., la jerarquía, sino los medios.
Si no se arregla este tema, el destino de la Iglesia quedará en manos de los poderosos de este Mundo.
Con respecto a que la Iglesia según Mattei dice que siempre ha sido visible y eso no es verdad.
No lo ha sido al comienzo sino que fue una Iglesia oculta muchas veces y de catacumbas.
No lo fue en el arrianismo en que en un determinado momento san Atanasio debió dejar los templos para conservar la fe.
No lo fue durante la cristeada en México y no lo es hoy en muchos países en donde impera el islam.
Y no lo será en el fin de los tiempos donde todos los padres de la Iglesia hablan de una Iglesia de las catacumbas, un pequeño rebaño, una Iglesia dejada de lado e incluso suprimida.
Por lo que proponemos a Andrea Cionci que si verdaderamente quiere hacer algo por la Iglesia se centre en la discusión de la renuncia y se olvide del código para no argumentar en forma débil sino tomar el punto más fuerte de su argumentación.
Benedicto no renunció a nada que se estudie su promesa de renuncia palabra por palabra y se verá que es una promesa de renuncia el ejercicio no al papado y no es un acto suficiente para ser una renuncia a nada.
A los demás les tocará tomar el texto y hacerlo decir lo que no dice como hace Internet.
Nosotros leemos el texto y sabemos lo que dice y el que lee a este comentarista también lo sabe.
Obre en consecuencia.
Estudie el texto de la renuncia en latín y podrá saber si lo que decimos es verdad sólo necesitará seguir nuestros pasos.
Lo demás es embarrar la cancha.