La pulmonía De la Iglesia. (Por Mons. Héctor Águer)

¿Qué es lo que hoy interesa a la predicación católica, de acuerdo con las orientaciones oficiales? Los “nuevos paradigmas”: mejorar la vida de la gente, en este mundo; el cuidado de la Madre Tierra; las injusticias sociales; el “cambio climático”; la deforestación de la Amazonia. En grandes líneas, digamos: los criterios de un Nuevo Orden Mundial.

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Por Mons. Héctor Aguer

        

Monseñor Héctor Aguer

El título de esta nota tiene origen en una imagen elocuente empleada por el cardenal africano Robert Sarah, que fue prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; “misericordiado” tan pronto como fue posible, sin escandalizar demasiado, jubilando un miembro de la curia romana.

Su Eminencia, autor de libros de una profundidad teológica, y una dimensión espiritual poco frecuentes, comparó la desastrosa situación actual de la Iglesia católica, con la que debió enfrentarse Pío X: el modernismo, que el Papa Sarto describió, y condenó en la encíclica Pascendi Dominici gregis, y el decreto Lamentabili sane exitu: aquello, en comparación con los restos actuales del posconcilio, fue un simple resfrío. Me permito el atrevimiento de proyectar esa imagen: la Iglesia de hoy padece una severa pulmonía. Paso al análisis de los síntomas.

Actualmente, al menos según lo que se determina ex auctoritate superiori, no hay en la Iglesia ni kérygma, ni didajé. Quedan, sin duda, sobrevivientes de tiempos mejores, los pontificados de San Juan Pablo II, y de Benedicto XVI. Pero en la intención “oficial”, ya no se llama a la conversión a quienes están fuera de ella, ni se amaestra a los fieles que necesitan y desean crecer en la Fe. Temas fundamentales del Credo y la catequesis católica, han desaparecido de la predicación ordinaria: Dios en su Unidad, y Trinidad; Jesucristo, verdadero Dios, y verdadero hombre; la Redención; el pecado y la gracia; los Mandamientos (el sexto, especialmente, es cosa del pasado); la Esperanza en la vida eterna; el demonio, y sus ardides; el peligro y la amenaza de una condenación eterna; y, en general, el contenido felizmente expresado en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Esas verdades debemos esperarlas, y recibirlas, de los pastores evangélicos; que no se avergüenzan de mostrarse cristianos, y proponen con celo el camino del seguimiento del Señor. Habrá que disculparles cierto fundamentalismo en la interpretación de la Sagrada Escritura (que conocen al dedillo); y, en algunos casos, una exaltación carismática que agobia un tanto. Pero, gracias a Dios, estos hermanos cristianos proclaman el mensaje del Reino (es una lástima que no tengan ni la Eucaristía, ni la Virgen María). Ejercen su ministerio a través de programas en los medios de comunicación, de los cuales la Iglesia Católica carece totalmente. No sé si son muchos los católicos que pasan al evangelismo; lo cierto es que las dimensiones de la Iglesia se achican en muchos países, concretamente, en la Argentina.

¿Qué es lo que hoy interesa a la predicación católica, de acuerdo con las orientaciones oficiales? Los “nuevos paradigmas”: mejorar la vida de la gente, en este mundo; el cuidado de la Madre Tierra; las injusticias sociales; el “cambio climático”; la deforestación de la Amazonia. En grandes líneas, digamos: los criterios de un Nuevo Orden Mundial, financiado por el imperialismo internacional del dinero. La Santa Sede, cede; en febrero de 2019 adhirió al documento sobre la Fraternidad Universal, firmado en Abu Dhabi. La masonería, de parabienes.

Otro síntoma de la pulmonía: la devastación de la liturgia, que ha seguido a la debacle posconciliar. Los avisos sensatos, contenidos en la constitución Sacrosanctum Concilium, no fueron tenidos en cuenta. El itinerario seguido por las reformas que impuso la Santa Sede, especialmente la creación de una nueva Misa, que no suele llamarse Santo Sacrificio de la Misa, sino más bien “celebración eucarística”, no ha reconocido que la verdadera reforma es siempre una restauración. El eximio liturgista Klaus Gamber ha mostrado cómo se desarrollaron orgánicamente los ritos de la Iglesia, sin romper nunca con la Tradición. La pretensión reciente (lleva ya medio siglo) implica un “orgullo creativo” de efectos penosos. Si deseamos referirnos al Rito Romano, debemos reconocer que se constituyó sustancialmente a fines del siglo IV, por obra del Papa San Dámaso; recibió adiciones de San Gregorio Magno (fines del siglo VI), y fue definido después del Concilio de Trento por la Bula Quo Primum, de San Pío V. Este es el Santo Sacrificio de la Misa, cuya última versión es de 1962, el Misal de Juan XXIII. La verdadera reforma es la recuperación de las formas originales, como lo hizo San Pío X, con el Canto Gregoriano.

Benedicto XVI sabía muy bien que nunca había sido abolida la tradicional Misa Latina, y la habilitó nuevamente como forma extraordinaria del Rito Romano, para respetar, con auténtico sentido pastoral, a los sacerdotes que la celebraban, y a los fieles que participaban de ella con frutos espirituales innegables. Fue una decisión sapientísima, como podía esperarse de un gran teólogo, que es a la vez un hombre de Dios. Esta obra ha sido destruida por una medida draconiana, despótica, el motu proprio Traditionis custodes. Fue este documento un pésimo úkase, arbitrario e ideológico, ajeno al desarrollo orgánico de la Iglesia. El obispo Rob Mutsaerts ha escrito, con razón, que “la Liturgia no es un juguete de los papas, sino la herencia de la Iglesia”.

La devastación litúrgica no es reconocida por la Santa Sede, que ha abrazado un progresismo chato, y mal disimulado. San Vicente de Lerins, en su Commonitorio Primero, ha señalado cómo la doctrina, la disciplina, y en general todas las realidades eclesiales se desarrollan homogéneamente. Así es cómo la verdad se puede expresar nove, con términos nuevos, actualizados, pero no puede ser reemplazada por nova, por cosas nuevas. O sea, permanece el mismo dogma, con el mismo sentido, y la identidad del contenido de la Fe.

El relativismo se ha impuesto casi oficialmente; ya no se puede esperar que se defina con claridad lo que hay que creer, y los errores de los que debemos guardarnos. Lo sabemos porque, gracias a Dios, contamos con el Catecismo de la Iglesia Católica; punto de referencia que nos libera de las contradicciones en las que incurre la “autoridad superior”, en la que debería apoyarse la seguridad de los fieles, en especial, los más sencillos, los pobres. Además, Dios, Cristo, el Misterio de la Redención, la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, parecen atrapados en las fauces de la Razón Práctica kantiana. El moralismo ocupa el lugar del dogma de la Fe. Sobre este aspecto de la problemática actual habría mucho que decir, sobre todo porque se trata de una moral reductiva; que desconoce la amplitud de la Ley de Dios.

Otro síntoma de la pulmonía es el cambio producido en los últimos nueve años en el método de discernimiento: se usan dos pesas, y dos medidas, todo para los partidarios del progresismo, en sus diversas variantes (digo “partidarios” porque se trata de una parte, de una visión parcial de la realidad cristiana) pero ni justicia para quienes aman la Gran Tradición eclesial, y deciden atenerse a ella en su vida personal, y en la participación o en la conducción de la comunidad cristiana. El método de “discernimiento” aquí evocado, sale brutalmente expresado por el general Juan Domingo Perón, tres veces presidente de la Argentina: “Para los amigos, todo; para los enemigos, ni justicia”.

Es así como descubrimos por qué hay sacerdotes cancelados (ya circula este nombre), eliminados de la lista por los obispos que se enfilan en las nuevas orientaciones romanas. Las conferencias episcopales son el instrumento para imponer una uniformidad según la cual la fraternidad es, simplemente, una bella palabra para ostentar. Se ignora, y se abandona a su suerte, a los obispos que son coherentes con todo lo que implica la Sucesión Apostólica. Los episcopados suelen ser instrumentos de una politización eclesial. Podemos llamar obispos cancelados, a los liquidados antes de tiempo, sin esperar que llegue la guillotina de los 75 años. No importa si las diócesis que presiden son florecientes, y ellos gozan del amor de los fieles; muchas veces la deslealtad, las denuncias, y conflictos internos juegan un papel. Y para juzgar de esas situaciones, falta una sincera objetividad.

Se ha atribuido muchas veces a las mujeres el hábito de la murmuración, pero en realidad se trata de un vicio típicamente clerical. Cancelados han sido, entre otros, los obispos de Ciudad del Este (Paraguay), y San Luis (Argentina). El más reciente ha sido Mons. Daniel Fernández Torres, obispo de Arecibo (Puerto Rico), que fue depuesto porque, con toda dignidad, se negó a renunciar como se lo solicitaba el Delegado Apostólico. Hace tres años prediqué allá los Ejercicios Espirituales al clero de la diócesis; y pude comprobar, personalmente, lo que es una Iglesia particular bien conducida. ¿Será uno de los próximos canceladosMons. Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon; a quien le acaban de ordenar, desde Roma, suspender tres semanas antes de la fecha prevista las ordenaciones de seis diáconos, y cuatro sacerdotes?

Ante el panorama que he tratado de describir, puede uno preguntarse qué hacer, qué medicina tomar, buscando curar la pulmonía. Respondo: hay que clamar; no reclamar al oficialismo eclesial, aun si se advierten y se sufren errores e injusticias, sino clamar a Dios. En la Sagrada Escritura, sobre todo en los Libros Proféticos, encontramos numerosos casos, en los que el pueblo de Israel clamó al Señor, su clamor llegó a los oídos del Dios Todopoderoso, y Misericordioso, y Él respondió a quienes le rogaban con humildad y confianza. Muchos salmos contienen clamores, en especial las lamentaciones individuales, y las colectivas.

Ante la persistencia de la pulmonía que afecta a la Iglesia, clamemos al Médico celestial. La oración se torna clamor cuando no se advierte que el desarrollo de la enfermedad concede un alivio; ese clamor ha de ser sostenido por una Fe sin vacilaciones. Creemos que la respuesta divina puede concedernos una nueva etapa de salud y lozanía, de gratitud y alegría, para cumplir mejor el mandato del Señor. En Isaías 30, 19, leemos: “Sí, pueblo de Sión que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar. Él se apiadará al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá”. El refrán popular asegura que “no hay mal que dure cien años”; y en los malos tiempos no solamente corresponde sobrellevar con paciencia y serenidad lo que el Señor permite para nuestro bien, sino también mirar al futuro con Esperanza. Me refiero a la Esperanza teologal, por la cual “nos colgamos” de la Voluntad de Dios, como lo hacemos al rezar el Padrenuestro: Hágase tu Voluntad, así en la Tierra, como en el Cielo.

 

+ Héctor Aguer

Arzobispo Emérito de La Plata

 

Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.

Académico de Número de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro.

Académico Honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino (Roma).

Buenos Aires, martes 7 de junio de 2022.-

 

      

 

 


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2 comentarios
  1. Alberto Ramón Althaus says

    ¿Y si la voluntad de Dios es que lleguen los tiempos de la segunda Venida qué?
    Es necesario corregir.
    Primero, el protestantismo no es uno solo sino que hay 30.000 religiones e Iglesias protestantes diferentes que Monseñor Aguer encuentre algunos pastores protestantes que dicen algunas cosas de las que le gusta escuchar no afirma nada a favor del protestantismo.
    Segundo, el protestantismo es la base de la Revolución Francesa, del modernismo y de la presente crisis de la Iglesia.
    El protestantismo con Melanchton estaba en buenas relaciones con la masonería, su base es la libre interpretación de las Sagradas Escrituras, en donde debía regir la fe, el protestantismo introdujo la duda por el libre examen individual y destruyó la tradición de la Iglesia.
    El estudio de las Sagradas Escrituras y la impresión de Biblias protestantes se hicieron sobre la base de traducciones del Antiguo Testamento de la lengua original a la lengua nativa, el alemán.
    ¿En verdad te parece que esta parte de la Biblia dice la verdad? le dijo Satanás a Lutero que dicho sea de paso reconoce haber hablado con Satanás y nunca con Dios.
    La nueva misa de Pablo VI se hizo sobre la base de un presidente masón y con la colaboración de los protestantes.
    El libre examen es la base de la duda metódica pero el libre examen se basa en las preguntas y las preguntas es la base cabalística de la masonería y de la cábala.
    Con lo cual decimos que el protestantismo tienen bases masónicas y que el protestantismo por el libre examen de las Sagradas Escrituras funda la duda metódica en religión mucho antes de que Descartes la haya trasladado a la filosofía y mucho antes que Kant haya hecho de la duda una forma de crítica metódica y un método crítico.
    La Revolución Francesa fue una revolución e inversión de toda la tradición de la civilización cristiana y de ella son hijas la democracia de Rousseau, Locke y Hobbes (no de Santo Tomás de Aquino), el liberalismo, el comunismo y el modernismo.
    La ciencia moderna se basa en la duda metódica y en el ateísmo o agnosticismo como filosofía tácita.
    La destrucción de la fe por medio de la duda ha tenido nacimiento en Lutero dentro del cristianismo y son protestantes los primeros modernistas y masones los primeros revolucionarios. Todo lo que los progresistas católicos dicen lo han copiado en parte del modernismo protestante.
    Ahora, ¿qué le molesta de la Iglesia católica a la masonería? Todo pero especialmente la unidad, hay que dividirla para gobernarla, dividirla entre progresistas, conservadores y tradicionalistas y dividir a cada uno de esos grupos de manera de que no haya comunidad de fe o Iglesia.
    La masonería y el NOM se han construido sobre bases humanas contrarias a la tradición cristiana y contraria a la civilización cristiana porque es lo humano opuesto a lo divino y la pretensión de ser por sus méritos como dioses sin necesidad de Dios.
    La masonería no va a permitir la existencia de una quinta de tradicionalistas y conservadores en la Iglesia católica porque lo que enseña la masonería y lo que enseña el NOM no tiene relación con la moral católica y con la cultura católica son dos religiones diferentes y dos proyectos políticos diferentes y opuestos, uno es cristiano y el otro es anticristo.
    Entonces, no es casual que Bergoglio con su jerarquía estén promocionando a los progresistas y reformistas (que fueron llamados el protestantismo dentro de la Iglesia católica) de la misma forma que impulsa la agenda 2030 de aborto, ideología de género, control de la población mundial y reducción por el hambre, la guerra y la peste, la falsa pandemia, ecumenismo global, ecologismo, feminismo radical, etc.
    No hay lugar para los tradicionalistas en la Iglesia porque no va a existir un lugar para los que piensen diferente de lo que enseña el NOM.
    Entonces, Bergoglio trata de salvar de manera mundana a la Iglesia preparándola para el nuevo gobierno global y haciendo que se siente sobre los poderosos de este mundo.
    Adultera la religión y la Iglesia porque piensa que así va a poder sobrevivir y quizás piensa ser el primer presidente de la nueva religión global sobre la base ecuménica.
    Todo ello se realiza sin Dios y contra Dios y aquellos tradicionalistas y conservadores que piden que les dejen los templos y los cargos para ejercitar su fe ya han perdido la fe.
    Digo esto porque han aceptado que la Iglesia adultere la religión y las enseñanzas de Dios a cambio de las pocas monedas de su quinta y con ello han vendido a Cristo por monedas.
    Piensan como hombres y no como Dios y escandalizan.
    Así, ni se salvan ellos ni salvan y se parecen a Simón que al decirle Jesús todo lo que iba a pasar en Jerusalén se atrevió a amonestarlo, estos amonestan a los que hablan de los tiempos finales y del Apocalipsis.
    Piensan como Bergoglio y su jerarquía que puede existir una civilización anticristiana global con un gobierno anticristiano global y que este gobierno no será el del Anticristo sino que la Iglesia podrá formar parte de la Bestia de la tierra o del ecumenismo global y que no será destruida como la Mala Mujer del Apocalipsis que no es la Bestia sino que es mujer e Iglesia y cuyo tiempo está contado.
    Prepárense no sé a fecha ni el año pero el hacha está puesta en el árbol que no da frutos.
    Vienen malos tiempos, los peores que nunca haya visto la humanidad y lo que deberían pedir es que fueran acortados esos tiempos porque sino ni los elegidos se salvaría y que pase de nosotros este cáliz que debemos beber pero que se haga la voluntad de Dios y no la nuestra.
    A Dios rogando y con el mazo dando.

  2. carlosuranga1942gmailcom says

    Excelente como siempre Monseñor Aguer, En todos sus escritos nos deja una profubda enseñanza , de la cual adolescemos de la falta desde la Jerarquia Maxima de la actual Iglesia Que se aloja en el Vaticano.
    Que el Señor le continue bridando a Monseñor Aguer , la lucidez, fotaleza y templanza, para continuar con lo que sin duda le esta pidiendo Jesucristo para defender a SU IGLESIA.
    Soy Carlos Uranga Diacono Permanente de la Arq. de La Plata.
    ( mi mail esta a disposicion para quien deseo intercambiar conmigo )
    carlosuranga1942@gmail.com )

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