MONSEÑOR VIGANÒ: “Vemos con dolor como la gran mentira llega a convencer a nuestros personas allegadas, que creíamos maduras”
Queridos hermanos de Adoración y Liberación: el arzobispo Carlo Maria Viganò ha concedido esta imperdible entrevista al vaticanista Aldo Maria Valli; que con gusto os compartimos. ¡Santa Lectura!
Entrevista de Aldo Maria Valli a monseñor Carlo Maria Viganò
Abril de 2021
Excelencia, gracias a sus repetidas intervenciones y a la actividad de algunos blogs estamos denunciando como podemos la apostasía que se propaga por la Iglesia y la tiranía impuesta por la ideología del Nuevo Orden Mundial, a la cual por lo que se ve se somete en todo la Jerarquía de la Iglesia.
Con respecto a estos temas se observa una división cada vez más acentuada en el interior de las familias e incluso entre amigos. Por lo que se refiere a lo que pasa en el mundo y en la Iglesia, se nos divide de un modo radical, con una polarización que no parece admitir la menor comprensión mutua. Es como si de la cultura surgieran dos antropologías y hasta dos fes diversas. ¿Cómo se debe actuar, pues, en esta situación, salvaguardando el amor por la verdad?
Tiene razón; la instauración del Nuevo Orden, iniciada con el pretexto de la supuesta epidemia, hace patente a muchos la pérdida de la serenidad y la paz interior; nos hace percibir un mal que nos supera y ante el que nos sentimos impotentes. Con mucha frecuencia nos duele ver cómo la mentira llega a convencer a personas allegadas y que creíamos maduras y con capacidad para discernir entre el bien y el mal. Nos parece increíble que nuestros amigos se dejen engañar, yo diría que hasta hipnotizar por el machaqueo de los medios de difusión dominantes: médicos a los que teníamos por rigurosos parecen hacer caso omiso de sus conocimientos científicos y abdican de la razón en nombre de una especie de insensata superstición; conocidos nuestros que hasta ayer condenaban los horrores del nazismo y el comunismo no se dan cuenta de hasta qué punto los horrores de aquellas dictaduras resurgen de un modo aún más inhumano y despiadado, reproduciendo a gran escala los experimentos de los campos de concentración y las violaciones de los derechos humanos de la población mundial; no entendemos cómo nuestro párroco nos puede hablar del covid como si fuera una epidemia, que el alcalde se comporte como un sátrapa o que una vecina llame a la policía porque una familia se ha puesto a hacer una parrillada en la azotea. Ancianos que combatieron valerosamente jugándose la vida, están literalmente aterrorizados por una gripe que tiene cura. Padres de familia con sólidos principios morales toleran que a sus hijos los adoctrinen en el vicio y la perversión, como si ya no tuvieran ningún valor las convicciones que les han trasmitido. Hablar del amor a la Patria, de defender el territorio nacional o de soberanía se considera fascista. Nos preguntamos: ¿qué fue de la Italia que amábamos? ¿Qué ha sido de la Iglesia que nos instruyó en la Fe y nos hizo crecer en la Gracia de Dios? ¿Será posible que en pocos años todo eso haya desaparecido?
Es evidente que cuanto está sucediendo había sido planificado desde hace decenios, tanto en el ámbito civil como en el religioso. Muchos, muchísimos, se han dejado engañar. Primero les convencieron para que otorgasen derechos a quienes no compartían nuestra Fe y nuestros valores. Después les hicieron sentirse poco menos que culpables por ser católicos, por sus ideas y por su pasado. Hemos llegado al punto de que casi ni se nos tolere, y nos tilden de retrógrados y fanáticos, y hay quienes quieren ilegalizar lo que durante milenios ha constituido la base de la convivencia civil y declarar no sólo lícito sino obligatorio todo comportamiento contra Dios, contra natura y contra nuestra identidad.
Ante esta distorsión que afecta a toda la sociedad, se hace cada vez más clara la brecha que se está abriendo entre los hijos de la luz y los de las tinieblas: es una gracia que Dios nos concede para que elijamos valerosamente bando. Recordemos las palabras de Nuestro Señor: «No creáis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer paz, sino espada» (Mt. 10,34). El pacifismo del que llevamos décadas oyendo hablar sólo sirve para desarmar a los buenos y dejar campo libre a los malos para que hagan sus obras inicuas. Pero no hay mal que por bien no venga si la división y la polarización entre los que son de la Ciudad de Dios y los que sirven al príncipe de este mundo sirve para abrirnos los ojos. El amor a la verdad supone necesariamente el odio a la mentira, y sería desconsiderado e iluso creer que se puede servir a dos señores. Si hoy se nos pide que tomemos partido decidiendo entre el Reino de Cristo y la tiranía del Nuevo Orden Mundial, no podemos sustraernos a esa elección; hemos de escoger con coherencia pidiendo al Señor las fuerzas para dar testimonio de Él hasta el martirio. Quien diga que el Evangelio se puede conciliar con el antievangelio mundialista miente, como miente también quien nos propone un mundo sin guerras en el que convivan pacíficamente todas las religiones. No hay paz sino en el Reino de Cristo: pax Christi in Regno Christi. Es cierto que para triunfar en el combate necesitamos generales y comandantes que nos guíen; si la mayoría ha preferido desertar y traicionar, podemos contar no obstante con una Capitana invencible: la Virgen Santísima, invocando su protección sobre sus hijos y sobre toda la Iglesia. Estando bajo su poderosa guía no debemos temer nada, porque será Ella quien aplaste la cabeza de la serpiente antigua y restablezca el orden quebrantado por la soberbia de Satanás.
Hablemos de liturgia y de la Santa Misa. No todos los fieles católicos, por muy bienintencionados que sean, tienen oportunidad de asistir a la Misa Vetus Ordo, y tienen que contentarse con la que se celebra en su parroquia, que en muchos casos se caracteriza por la grosería litúrgica, por no hablar de auténticos abusos. Misas en las que se comulga en la mano y de pie, se reza el Padrenuestro alterado, se invita a los fieles a darse la paz y se oyen homilías en consonancia con el bergoglismo, entre otras muchas cosas. Uno sale de Misa viéndolo todo muy negro, por decirlo con un eufemismo, en vez de serenado y reconciliado con Dios y con sus hermanos. ¿Qué se puede hacer?
Ante todo tendríamos que preguntarnos cómo es posible que el acto supremo de culto, instituido por Nuestro Señor para perpetuar de modo incruento en nuestros altares las gracias infinitas del Sacrificio del Calvario, se convierta en un obstáculo para la santificación de los fieles en lugar de en una fuente de progreso espiritual y paz interior. En otros tiempos, la Misa era un destello del Paraíso en medio de las pruebas y el caos del mundo; actualmente se diría que el estrépito del mundo es un elemento indispensable para desterrar el silencio, la adoración orante y el sentido de los sagrado y de la presencia de Dios. Pero si en el orden natural tenemos el deber de nutrir el cuerpo con alimentos sanos y evitar los envenenados y adulterados, con mayor razón tenemos en el orden sobrenatural la obligación de nutrir el alma con un alimento sano alejándonos de todo lo que nos pueda intoxicar espiritualmente.
Comprendo como es natural la dificultad que tienen los fieles para frecuentar iglesias en que se celebre la Santa Misa tradicional. Pero creo también que el Señor también aprecia la buena voluntad de quienes son conscientes de la importancia que tiene el Santo Sacrificio para nuestra alma, sobre todo en momentos de grave crisis como el que atravesamos, y que por esto se deba hacer un pequeño esfuerzo, al menos los domingos, para santificar dignamente el Día del Señor. Ha habido épocas y lugares en que los católicos eran perseguidos y era difícil y peligroso asistir a Misa. Y sin embargo se congregaban clandestinamente en bosques, bodegas y sótanos para honrar a Dios y alimentarse del Pan de los Ángeles. Tenemos el deber de estar a la altura de aquellos hermanos nuestros en la Fe sin poner excusas. Por otro lado, el motu proprio Summorum Pontificum reconoce a los fieles el derecho –derecho, no privilegio– de poder asistir a la Misa Tradicional, y si no la hay en todas partes es porque los propios fieles no saben imponerse. No se trata de una cuestión de estética, de amor al latín o al canto gregoriano, ni de nostalgia de tiempos ya vividos. Lo que está en juego es el corazón que da vida a la Iglesia, el alma de la vida sobrenatural de los católicos y el bien del mundo mismo.
Comprendo que muchos fieles se encuentran en una situación difícil, al menos desde el punto de vista humano, al tener que optar por abandonar la vida parroquial para asistir a la Misa Tradicional en otro sitio, que quizás esté a kilómetros de distancia. Los fieles tienen el deber moral, grave como mínimo, de buscar una Misa celebrada con decoro y respeto por un sacerdote piadoso que dé de comulgar en la boca.
La pandemia ha supuesto el pretexto para imponer restricciones abusivas a las funciones litúrgicas. No nos hagamos cómplices de estos abusos callando y resignándonos a que nos impongan misas indecorosas y sacrílegas. A Dios también le ofenden la indolencia y la indiferencia con que correspondemos su amor. Indolencia cada vez más perceptible en los fieles que se dejan imponer además la vacuna en la iglesia el Sábado Santo, sustituyendo la meditación de los Novísimos por el miedo infundado a la muerte física. Ante tal manifestación de servilismo por parte del clero y de la jerarquía a los dictados de unas autoridades corruptas y corrompedoras, alzar la voz es algo más que un deber moral; es también un freno a los excesos de tantos eclesiásticos que han olvidado el sentido de su sacerdocio y el espíritu de su vocación; harían bien en meditar seriamente en la gravedad de cooperar al discurso del covid, y más aún cuando la superstición pseudocientífica se convierte en la única forma posible de fe y se apropia de la simbología, el léxico y los ritos de una religión. El que tenga oídos para oír, que oiga.
Pedimos por tanto a nuestros sacerdotes que celebren la Misa como si fuese la primera y la última de su vida; que se dejen de ritos mundanizados y restituyan el tesoro que han ocultado tercamente. No nos olvidemos de ayudar material y espiritualmente a los sacerdotes que celebran de forma valerosa y coherente la liturgia tradicional, recordándonos que el día de mañana serán ellos los que reconstruyan el tejido de la sociedad cristiana. Y si no nos es posible asistir con regularidad al Santo Sacrificio celebrado según el rito que nos fue transmitido desde los Apóstoles, alejémonos de quienes profanan el Santísimo Sacramento y se valen del púlpito para corromper la Fe y la moral. La conciencia me obliga a recalcar, que donde sea posible asistir sin grave perjuicio a la Misa Tridentina debe preferirse ésta a la reformada.
Vuestra Excelencia habrá visto que ha resurgido el debate en cuanto a quien es o no el Papa. Algunos dicen: en vista de que Bergoglio fue elegido por medio de maniobras de la mafia de San Galo, y al parecer hubo irregularidades en el cónclave, no es papa. Lo sería en realidad Ratzinger, que no habría abdicado libremente, sino obligado bajo fuertes presiones, y adrede habría escrito incorrectamente el texto latino de la renuncia para que no fuera válido. ¿Se trata de conjeturas fantasiosas, o hay algún factor que convendría tener seriamente en cuenta?
Numerosas causas –fuertes presiones indebidas tanto externas a la Iglesia como por parte de eminentes miembros de la Jerarquía, así como el carácter personal del propio Joseph Ratzinger– habrían motivado a Benedicto XVI a formular una declaración de renuncia de una manera totalmente irregular, dejando a la Iglesia en un estado de grave incertidumbre y confusión. Maquinaciones de una camarilla de progresistas habrían señalado a Bergoglio como candidato a elegir en un cónclave que se caracterizó por infracciones de la constitución apostólica Universi Dominici gregis, que regula la elección del Sumo Pontífice. Estos elementos serían suficientes para anular la abdicación de Ratzinger, así como el cónclave de 2013 y la elección del sucesor. Con todo, aunque sean de sobra conocidos e innegables, se necesitaría una confirmación, y sobre todo una declaración, por parte de la autoridad suprema de la Iglesia. Un pronunciamiento formulado por quien carece de autoridad para hacerlo sería temerario. Creo además que en la situación actual la disputa sobre quién será el verdadero Papa reinante no haría otra cosa que debilitar la ya fragmentada parte sana del cuerpo de la Iglesia sembrando división entre los buenos.
Roguemos con confianza al Señor para que saque a la luz la verdad y nos indique el camino a seguir. Por ahora, mediante la virtud de la Prudencia, que ordena los fines al fin último, mantengámonos fieles y custodiemos celosamente lo que siempre ha creído la Iglesia: quod semper, quod ubique, quod ab omnibus creditum est.
En esta fase que en tantos aspectos resulta tan complicada y confusa, ¿cuál sería su oración? ¿Nos podría sugerir cómo podemos dirigirnos a Nuestro Señor?
Todo lo que está sucediendo tiene su origen en los pecados públicos de las naciones, en los de las personas particulares y, por terrible que parezca decirlo, en los pecados del clero. No podemos intervenir en lo que respecta a los pecados de las naciones ni los de la jerarquía; pero sí podemos empezar con humildad y con espíritu de verdadera conversión a enmendarnos de nuestras culpas, nuestras infidelidades y nuestra tibieza. De ese modo, mientras los nuevos fariseos se complacen agradando al mundo, además de rezar por su conversión debemos implorar la misericordia del Señor para nosotros mismos con las palabras del Evangelio: «Oh Dios, compadécete de mí, el pecador» (Lc.18, 13). La sociedad, y más todavía la Iglesia, obtendrán un gran beneficio de nuestra fidelidad y de recurrir, por la gracia de Dios y con la protección de la Santísima Virgen, el camino de santidad que se ha dispuesto para nosotros. No dejemos de recurrir con confianza a Aquella que nos dio por Madre Nuestro Señor en la Cruz, que como Madre que es no nos negará la ayuda en la hora de la prueba.
En la Pascua: a pesar de todo, el Señor resucita. Buscamos motivos para le esperanza; la empresa es difícil, pero ¿podemos hacer el intento?
No sólo podemos, debemos tener fe y ejercitarnos también en la virtud de la Esperanza, por la que sabemos que el Señor nos concede las gracias necesarias para evitar el pecado, hacer el bien y hacernos acreedores a la bienaventuranza eterna en el Cielo. No olvidemos que somos peregrinos en este valle de lágrimas y que nuestra Patria es la Jerusalén celestial, con la presencia de los ángeles y los santos en la gloria de la Santísima Trinidad. Surrexit Dominus vere, verdaderamente resucitó, proclama la liturgia pascual. El Señor ha resucitado de una vez por todas, derrotando a Satanás y arrancándole el contrato que había firmado con Adán mediante el pecado original. No debemos dejarnos intimidar por las pruebas que estamos atravesando, el miedo a quedar abandonados, solos frente a un ejército poderosísimo que parece que nos va a aplastar y vencer, sino que deben motivarnos a renovar la confianza en Aquel que dijo de Sí mismo: «Os he dicho estas cosas, para que halléis paz en Mí. En el mundo pasáis apreturas, pero tened confianza: Yo he vencido al mundo» (Jn. 16, 33).
Que esta Santa Pascua nos estimule a volver a Dios, ofreciendo las pruebas y tribulaciones con espíritu de expiación y reparación por la conversión de los pecadores, para que después de haber participado del amargo cáliz de Getsemaní seamos dignos de la gloria de la resurrección.
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Ha dicho ud., Mons. Viganó, horrores del “nazismo” y del comunismo. Ha evitado citar los HORRORES de la DEMOCRACIA (incluidos los de la patria de Donald Trump, su candidato político frente al del jefe del Estado Vaticano actual, el progresista argentino). ¿Es eso ser FIEL A LA VERDAD y enemigo de la MENTIRA de la que es padre el demonio, o más bien es ser fiel a la propaganda política, la corrección política y la diplomacia electoralista en favor de su política, Mons. Viganó? Es muy malo para su alma MENTIR, Mons. Viganó. Empiece por ud. mismo por aplicarse sus propias “recomendaciones y sermones”. Dios no quiere MENTIROSOS ni COBARDES. Ap 21,8 y Dios no piensa igual que los hombres. Lo que para los hombres es bueno, para Dios es abominable. Y ud. lo debería saber mejor que nadie, aunque no le interese expresarlo.
Por cierto, ignoro si existía tan solo un “católico” entre los millones de comisarios soviéticos y afiliados comunistas y entre los políticos democráticos de cualquier signo (estoy seguro de que NO, porque ambas ocupaciones son propias de demonios encarnados). Pero compruebe ud. bien, Mons. Viganó, si hubo o no hubo millones, que no centenares de miles, sino MILLONES de católicos, incluso ejemplares, entre los NAZIS. Investigue, investigue, si es que en VERDAD ud. sirve al que es Camino, VERDAD y Vida. Y medite antes de tratar de convencer a los católicos humildes y de bien con basura propagandista hollywoodiense fiel al demonio. Ya sabemos, por el Evangelio de San Juan, el “amor” a la VERDAD que tenían los judíos que crucificaron al Señor y negaron su Gloriosa Resurrección sobornando incluso a la guardia del Santo Sepulcro. ¿O es que solo son “católicos” los que son fieles al argentino o los que lo son a ud. o los que son fieles a Jesucristo según los Santos Evangelios y no catecismos o encíclicas al gusto del pecador de cada tiempo?
Escribía el santo cura de Ars que si las almas del infierno tuviesen tan siquiera media hora para confesar todos los pecados de su vida ante un sacerdote, no habría una sola que desaprovechase la ocasión.
Veamos. Entre los gulags circundantes de la inaccesible ciudad siberiana de Norilsk (véase acerca de los gulags soviéticos la descripción de Alexandr Solzhenitsyn, Archipiélago Gulag. Lectura obligada para todo católico que quiera aumentar su CAPACIDAD DE DISCERNIMIENTO, no para el que quiera seguir idolatrando a Francisco y sus ocurrencias), los campos de concentración nazis en Polonia, como el famoso campo de Auschwitz, y los campos de prisioneros de USA en sus guerras por toda la tierra, como el de Guantánamo en Cuba, NO EXISTE UNO SOLO en el que la TOTALIDAD de las almas del infierno prefiriesen pasar allí toda la eternidad antes que entre las llamas del infierno. Pues bien, aunque hay gente, incluso católicos, que NO cree en el INFIERNO y por lo tanto toma a Jesucristo Nuestro Señor y a los santos y santas que nos han revelado su existencia y horrorosa verdad, por embusteros, es seguro que más nos valdría a toda la humanidad pasar por esos lugares de tortura y muerte en vida para purgar nuestros pecados, que ser condenados eternamente a ese lago de azufre y fuego, a esa gehenna, por toda la eternidad tras nuestra muerte.
¿Merece la pena MENTIR, aficionarse a la mentira y rechazar así a Dios eternamente, a cambio de que una determinada opción política gane unas elecciones? ¿O creemos que la MENTIRA no tendrá consecuencias eternas? La propaganda POLÍTICA es MENTIRA. Los políticos MIENTEN, ENGAÑAN Y MANIPULAN, ayer, hoy y siempre y en todo lugar. La POLÍTICA es el ejercicio de la MENTIRA y el ENGAÑO. Los políticos no son amigos de Dios, sino enemigos, por mucho que traten de engañar a los católicos y aprovecharse de su voto y favor. La ley es la Biblia y nuestro Rey es Jesucristo y nuestra Reina es la Santísima Virgen María. Nuestra confianza es el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. No hay opción política para los que aman a Dios, porque el mundo odia a Dios y no es más el siervo que el amo (el evangelista San Juan NO MIENTE, los políticos, amantes de este mundo, SÍ). Los políticos no tienen salvación a no ser de que dejen la política (es decir, la MENTIRA Y LA HIPOCRESÍA Y FARISEÍSMO que la política conllevan) y obren conforme a la Palabra de Dios en el NT.
Publiquen uds., adoración y liberación, el número de niños y niñas no nacidos alemanes que, entre 1933 y 1945, fueron asesinados en clínicas abortivas en la Alemania de Adolf Hitler (si es que hallan testimonio y estadísticas de ello, que lo dudo muchísimo) y comparen la cifra con la URSS en esos mismos años, la RDA posteriormente, Polonia desde 1944 hasta 1989, USA incluso entonces, UK idem, la España democrática actual, o con cualquier otro país de la tierra. Que nos lo aclare Monseñor Viganó, ya que hace alusión a esos Antikomintern teutones llamados nazis. YA QUE HAY TANTA OPOSICIÓN CATÓLICA AL ABORTO QUE SE EXAMINEN CIFRAS HISTÓRICAS, PAÍSES QUE LO IMPLANTARON HASTA HOY Y CIFRAS DE NIÑOS Y NIÑAS A LOS QUE NINGÚN DERECHO SE LE HA DEJADO EJERCER. A ver si los católicos empezamos ya de una vez a DISCERNIR de verdad. Y no vengan con la mamandurria de que toda vida vale lo mismo (una persona que ha sido condenada en Texas a morir en la silla eléctrica por asesinato no es lo mismo que una persona inocente, especialmente no nacida. Se puede objetar a la pena de muerte por crímenes, pero no es lo mismo un caso que el otro). La legítima defensa es no ya un derecho, SINO UNA OBLIGACIÓN. ¿Qué padre no mataría para salvar a su familia de unos desalmados que quisieran violar a su esposa e hija y asesinar a toda la familia? Ya está bien de hipocresía política entre el rebaño del Señor. Ya está bien.
Ya que Mons. Viganó es tan valiente atacando al progresista argentino, que tenga la valentía de sacar a la luz esos datos sobre ABORTO en la historia. Que se entere toda la Cristiandad. Ah, y que de los datos de cuantos niños y niñas fueron abortados en los 4 años de gobierno de Donald Trump en USA. Que quien anda entre tinieblas NO TIENE NI LA MÁS MÍNIMA CREDIBILIDAD.
Cuando se JUZGA a un sistema, hay que hacerlo a la luz de la VERDAD, no de la propaganda política, que es embustera como el mismo demonio. Cuanto más se ataca al régimen nazi, MUCHO MÁS SE ENSALZA A SUS SATÁNICOS ENEMIGOS.
Es una pena que la Iglesia y los sitios católicos se nieguen una y otra vez a presentar una teología de la historia que no sólo explique el Concilio Vaticano II sino los sucesos actuales y no recuerden a San Agustín cuya Ciudad de Dios contribuyó a la creación de la cristiandad, no considero que una teología de la historia tenga los efectos de modificar todas las voluntades de la Iglesia de manera que Ella se dirija a otro final pero puede ser de utilidad para la fe de los católicos y para la comprensión de lo que sucede en la Iglesia a cambio de ello se le ha suministrado pecando con gravedad artículos con omisiones de verdades importantes y verdades a medias. En mi caso he preparado durante estos años lo que puedo llamar una verdadera teología de la historia que está expuesta sólo en comentarios pues Adelante la Fe y otros sitios me niegan la entrada porque progresistas, conservadores y tradicionalistas rechazan desde hace ocho años a adoptar otra estrategia y a suministrar toda la verdad a los fieles de manera de comprender cómo nos acercamos a los tiempos finales.
No hay más que leer y meditar profundamente, guardar en el corazón, como hacía Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, las palabras de Jesucristo Nuestro Señor, Dios verdadero, acerca de que solo los que escuchan la VERDAD son de Dios. Y los judíos escuchan y propagan solo la MENTIRA, de la que es padre el demonio. Y eso no lo cambia ni toda la élite del Vaticano junta si es que aprecian en algo su salvación eterna.
Ya sé que la aristocracia católica, tan idolatrada por los falsos católicos, nos trata como menos que basura ignorante (terminología de San Pablo según Primera a los Corintios) a los católicos de calle, a los sencillos y pobres no consagrados (despreciados y excomulgados en favor de los que odian a Dios. No olvidemos que para el argentino Francisco “los COMUNISTAS defienden lo mismo que los CRISTIANOS”. MAYOR SALVAJADA HEREJE SOLO ES POSIBLE POR VOZ DEL PROPIO LUCIFER), pero el EVANGELIO SEGÚN SAN JUÁN, DISCÍPULO AMADO DE JESUCRISTO, es el que es, no el que la POLÍTICA ordena a cada papa, cardenal, arzobispo, obispo o sacerdote para que instrumentalicen a conveniencia la fe. La COBARDÍA está muy extendida entre nuestros hermanos mayores de fe, para desgracia de lo que Dios mismo nos encomendó: “id y predicad el Evangelio a toda criatura” (sustituido por la satánica prédica POLÍTICA). Y Mons. Viganó NO ES UNA EXCEPCIÓN, por mucho que bendiga a Adoración y Liberación.
Teología cristiana o católica verdadera es la teología de la VERDAD, no la “teología” de la POLÍTICA, esa de la que nos advirtió el santo Padre fiel y preso Benedicto XVI, es decir, la teología de la ACCIÓN POLÍTICA-instrumento de satanás para llevar almas al infierno con ateísmo, apostasía, división, MENTIRA, engaño, manipulación, latrocinio, corrupción ilimitada, escándalos, perversidades, maldades sin freno, etc., de la que es plenamente responsable todo votante, le guste o no (católicos engañados incluidos y votantes de Donald Trump incluídos, por mucho que Viganó lo niegue).
Firmado: Hugo Rodríguez Pacios. Autorizo publicación y ASUMO PLENAMENTE LA RESPONSABILIDAD de lo escrito ante cualquier juzgado si se atreven a juzgar cualquier tesis de este resumen (ahora que los jueces sueltan a los incitadores a la guerra civil y a la limpieza étnica en Cataluña, los golpistas antiespañoles incitadores de odio extremo durante décadas, por puro interés POLÍTICO).
Que Dios Nuestro Señor nos proteja. No hay más Dios que Jesucristo Nuestro Señor, Camino, VERDAD y Vida. Y quien ama a DIOS ama la VERDAD y odia la mentira (lo propio de un ateo, loco, poseso, indigno y descerebrado, además de cobarde, nunca de un verdadero católico).
Al demonio hay que enviarlo con su legión al fondo del infierno. Y hoy solo podemos luchar (sin plumas y sedas, sino a cañonazos escritos) mediante medios como Adoración y Liberación, que respeta la libertad de expresión.
Por último, los CATÓLICOS no estamos en este mundo para agradar al propio mundo o a ninguna organización o poder terrenal, sino para la FIDELIDAD A LA VERDAD.
Tras acabar la 2ª guerra mundial, los juicios internacionales celebrados en la ciudad alemana de Nüremberg supusieron una condena a muerte de una serie de líderes civiles y militares de la Alemania del III Reich, la del nacionalsocialismo, la nación que resultó completa y devastadoramente derrotada. Entre las acusaciones a esos líderes se encuentran las de crímenes de guerra y contra la humanidad, concretamente el “exterminio de 6 millones de judíos y de otras personas” en campos de concentración como el de Auschwitz Birkenau, Majdanek, Treblinka, Sobibor, Belzec, Dachau, Mauthausen, etc. Aunque el régimen de Hitler, el III Reich, duró exactamente desde el 30 de enero de 1933 hasta la rendición incondicional de Alemania, oficialmente el 8 de mayo de 1945, esos crímenes por los que fueron y son acusados los nazis, se perpetraron, al menos mayoritariamente, a partir del 1 de septiembre de 1939, fecha en la que se iniciaron las hostilidades con la invasión de Polonia por Alemania. Además, según no pocos “historiadores”, la decisión de llevar a cabo el supuesto “gaseamiento de judíos para su exterminio” (con “conversión de sus cuerpos en pastillas de jabón”) se tomó en un momento en el que la guerra se complicó sobremanera para el bando del Eje con la entrada “formal” (que no real, pues USA ya combatió contra Alemania desde el mismo mes de septiembre de 1939 ayudando a UK y quién sabe si a la URSS preparándola para lo que tendría que afrontar, algo que a los “historiadores” les es vetado investigar en toda universidad de la tierra, limitándose a citar el denominado programa de ayuda denominado “de préstamo y arriendo” de USA, nunca entrando a fondo en esa ayuda, crucial para la victoria roja y democrática) de USA en la guerra en auxilio de la URSS y de la Commonwealth, entonces en claro retroceso y camino de la derrota, en enero de 1942. Por ello, resulta inapropiado calificar de “crímenes contra la humanidad” los que perpetraron las fuerzas armadas alemanas (incluidas las fuerzas de seguridad o SD, la Gestapo o policía secreta alemana y la guardia selecta SS), siendo más apropiado el término “crímenes de guerra”, por perpetrarse en tiempo de guerra, no en tiempo de paz y por motivos de la propia guerra (tal matiz es crucial). Además, calificar de “crímenes contra la humanidad” a los perpetrados contra determinadas nacionalidades, “razas” y colectivos, implica excluir del término “humanidad” a los que no solo NO fueron objeto de tales crímenes contra ellos por parte de los nazis (aunque sí por parte de los demócratas de occidente y no digamos de los comunistas soviéticos), sino que resultaron muy beneficiados con el III Reich, muchísimos más en número que los propios alemanes (españoles católicos y patriotas, por ejemplo, en la Cruzada 1936/1939, en la que tanto Hitler como Stalin apoyaron con militares y armas a uno u otro bando según sus creencias o intereses, finlandeses, lituanos, estonios, letones, rumanos, búlgaros, húngaros, etc.).
Aunque la población de Alemania (asesinada, saqueada, humillada y violada de modo inmisericorde por los vencedores tanto demócratas, como comunistas) fue absuelta de todo crimen en aquellos tribunales (Hitler alcanzó el poder primero en unas elecciones democráticas, fue nombrado canciller de modo legal por el que lo fuera de la República de Weimar, Hindenburg, y afianzó su liderazgo con un abrumador apoyo popular en Alemania tanto en las elecciones de marzo de 1933, como en las de 1937, éstas últimas sin partidos de izquierda ni de derecha oponentes, los últimos autodisueltos), así como la práctica totalidad de los altos mandos y oficiales de la Wehrmacht (ejército alemán de tierra, que mató a más de 16 millones de soldados enemigos, mayoría soviéticos), la Luftwaffe (fuerza aérea alemana, que bombardeó ciudades inglesas, polacas, francesas, soviéticas, holandesas, belgas, etc.) y la Kriegsmarine (marina de guerra alemana, que hundió más de 3500 barcos, mayoría mercantes), y los condenados a muerte en las horcas fueron bastante pocos (los más destacados fueron Hermann Göering, que no fue ahorcado, sino que se suicidó o lo “suicidaron” con drogas, Keitel y Jodl, jefes del estado mayor del ejército OKH y de la Wehrmacht OKW), la criminalización del régimen de Hitler y la instigación de odio visceral contra dicho régimen y contra el nacionalsocialismo ha sido tal que no se ha visto libre de la misma ni la enseñanza primaria de la práctica totalidad de países del planeta, obligándose incluso a los más pequeños a odiar a Hitler, al III Reich alemán y al racismo antijudío en exclusiva, no a otros racismos (especialmente contra los blancos), haciendo creer a toda la humanidad que “6 millones de judíos fueron exterminados con un gas matarratas llamado Zyklón B en cámaras cerradas en dichos campos de concentración”, llegándose a hacer con sus cuerpos pastillas de jabón y procediendo a incinerar sus restos en hornos crematorios similares a los que hoy hay en tanatorios y cementerios de cualquier lugar del mundo.
Desgraciadamente, no fue posible la captura vivo de Adolf Hitler y su consecuente comparecencia en los tribunales de Nüremberg para aportar su valiosísima versión de la guerra y los crímenes que a su régimen se le imputaron, pues según sus colaboradores del búnker de Berlín, se suicidó, junto a su esposa Eva Braun, dos días antes de la rendición de la capital alemana a los soviéticos, solicitando la incineración de sus cadáveres para evitar que cayeran en manos de los soviéticos y los exhibieran como hicieron los partisanos comunistas con Mussolini días antes, y, tal vez, evitar así la desmoralización de los últimos ejércitos que aún combatían. Aunque también bien pudo haber sido objeto de asesinato por parte de sus altos mandos militares ante la inminencia de la derrota (como también se le intentó asesinar meses antes con una bomba en la famosa Guarida del Lobo) y su terca obstinación a no negociar la rendición, con incineración de los cadáveres que evitase descubrir pruebas de asesinato en una autopsia escrupulosa y creación de una versión falsa. De todos modos, ni angloamericanos, ni, mucho menos, soviéticos, tenían el más mínimo interés en hacer comparecer a Hitler ante unos tribunales internacionales, algo sumamente peligroso para su causa común. Es seguro que había que hacer desaparecer a Hitler fuera como fuera sin permitirle la más mínima alegación ante unos tribunales internacionales, pues eran conocedores de su extraordinaria capacidad de atraer lealtades (incluso de los jueces que le procesaron por el Putch de Munich de 1923). Si Hitler hubiese dado su testimonio en Nüremberg, el peligro de renacimiento del nazismo hubiese sido extremo en el futuro cercano, por el morbo que el personaje siempre ha despertado, más que por sus ideales, muy desconocidos y corrompidos extremadamente por la propaganda demo comunista imperante, de ahí también el celo de Stalin por ocultar sus restos mortales, evitando que no se conociese el lugar de entierro de sus restos, algo totalmente llamativo respecto a su figura y lo peligroso que se estimaba por sus enemigos, incluso después de muerto.
La mayor parte de los campos de concentración donde supuestamente se perpetraron tales crímenes contra la humanidad fueron capturados por el Ejército Rojo de la URSS en su avance hacia Alemania desde el verano de 1944 (tras la exitosa operación Bagration) hasta la conclusión de la guerra en la primavera del año siguiente. Por lo tanto, la “historia” oficial del denominado heréticamente (en términos cristianos) “holocausto” de los “6 millones de judíos” a manos de los nazis, viene en su totalidad de las autoridades soviéticas, de los comisarios comunistas de Stalin [1], los que alcanzaron en su avance tales campos de concentración. Ninguna objeción fue hecha a esa versión “histórica” por los que, habiendo luchado con ellos, sus aliados anglonorteamericanos, ayudaron al triunfo del comunismo en el mundo y la expansión de sus errores que incluso hoy padecemos. Ni siquiera se enjuiciaron en Nüremberg los crímenes sobre más de 20000 oficiales del ejército polaco derrotado en 1939 y sorprendido por los soviéticos por la espalda en el este del país, enterrados en fosas masivas y descubiertas por los nazis en Katyn (URSS), en 1943. Especial mención ha recibido el tristemente célebre campo de concentración de Auschwitz, al sur de Polonia, un campo que, como la inmensa mayoría de los campos de concentración, fue construido en plena guerra y comenzó a albergar a prisioneros y reclusos a partir de 1940, meses después de la ocupación de Polonia occidental por parte del ejército alemán, teniendo que ser abandonado precipitadamente en enero de 1945, ante la penúltima ofensiva soviética de la guerra que llevó a los tanques soviéticos a orillas del Oder y del Neisse, línea de frente de partida de la ofensiva final.
Desde que terminara la guerra en mayo de 1945 hasta hoy, en muchos países, cualquier intento de poner en cuestión esos crímenes de guerra y contra la humanidad atribuidos a los nazis en exclusiva en los Tribunales de Nüremberg, ha sido implacable e inmisericordemente reprimidos con cárcel y todo tipo de acoso y persecuciones, calificando en tono despectivo de “revisionistas” a los pocos historiadores que han tenido la valentía, con grave daño a su “reputación” profesional y humana, de querer saber la verdad más a fondo e indagar más allá de esa versión “histórica” oficial soviética que hoy se enseña desde la más tierna infancia y que tantísimo odio ha fomentado en toda la población mundial contra el régimen de Hitler, incluso con libros, enciclopedias, películas y series de televisión que verdaderamente muestran una crueldad ficticia propia no de seres humanos, sino de bestias infernales, escritos y dirigidos por individuos sectarios hasta el extremo, ya que no existen libros o películas, salvo los de esos llamados “revisionistas”, que ofrezcan una visión alternativa, basada en hechos, no política, a la típica que sataniza a los nazis más que al mismo diablo porque interesa muchísimo tanto política, como económicamente. Hasta tal punto se odia hoy al nazismo que simplemente ser calificado de fascista o nazi es peor que si hace cuatro siglos uno era calificado de hereje o hechicero ante un tribunal del Santo Oficio, o lo que era peor, ante la sangrienta inquisición protestante. Algo totalmente similar sucede en España con la figura y el régimen del victorioso caudillo católico Francisco Franco Bahamonde, que no ha parado de ser vilipendiado, junto con su ejército nacional y católico y sus partidarios, tras su muerte en noviembre de 1975, tanto a través de la literatura, la “historia” oficial, el cine, documentales, series de tv, etc., hasta un grado propio del odio que el mismo diablo profesa por Dios Nuestro Señor y todos sus fieles católicos tal como nos revelan las Sagradas Escrituras y las revelaciones de santos y santas de toda la historia [2]. En España hoy se trata de borrar incluso su recuerdo cometiendo la locura macabra de profanar su sepulcro y perseguir por ley el destruir hasta el Valle de los Caídos (majestuosa obra católica, como tantas que nos han legado los reyes absolutos del pasado), expulsando de allí a las almas consagradas que allí rezan por todos, incluidos los que les odian sin remisión alguna. No en vano, Franco y Hitler fueron homónimos aliados tanto en ideas como en regímenes (ambos furiosamente antimarxistas, anticomunistas, antisocialistas y antidemócratas, antimasones insobornables, enemigos irreconciliables de la conspiración judeo masónica marxista mundial contra Dios y la criatura de Dios (similar a la que hoy llevan a cabo judíos como G. Soros y otros magnates multimillonarios, enemigos todos de Jesucristo Nuestro Señor y su Santa Iglesia Católica Apostólica, la única fiel a Dios y a la Verdad), a quien crucificaron hace dos milenios y del que niegan su Divinidad y su Gloriosa Resurrección, patriotas sin tacha, partidarios de la unidad férrea de sus patrias, enemigos de la modernidad degradadora del ser humano tanto en cuerpo como en alma, tradicionalistas cada uno de su nación, sus costumbres y su historia, militaristas en el sentido de valorar altamente las virtudes castrenses, especialmente el orden, la disciplina, el sacrificio o mortificación, la lealtad y la nobleza del corazón desprendido al servicio de Dios y la patria, la austeridad y frugalidad castrenses, etc., aunque el primero fue marcadamente católico de palabra y obras, factor fundamental para sobrevivir, mientras que el segundo no podía optar por su, heredada desde la infancia, fe católica en público, pues Alemania tenía una segunda mayoría, tras la católica, una porción grande de habitantes de creencia protestante luterana (rebelde a Jesucristo Nuestro Señor, aunque le honren con los labios), y decantarse en público por la primera le hubiera cercenado el acceso al poder por falta de apoyos (desgraciadamente optó por la farisea política, incoherencia con la conducta más propia de su movimiento, mostrada en el denominado Putsch de Munich de 1923). Aun así, no ocultaba su enorme amor por la región más tradicionalmente católica de Alemania, su amada Baviera, cuya capital es su amada München (Munich, “monje” en alemán), de la que se deshizo en elogios en multitud de ocasiones afirmando que quien no conocía esa ciudad no conocía Alemania).
Ese odio “metastásico” a lo que significó el régimen de Hitler (extendido ahora a España con respecto al de Franco, incluso con mucha mayor intensidad que contra el caudillo alemán) en Alemania, ha perdurado tres cuartos de siglo después de su completa extinción (y la de sus aliados) POR PURO INTERÉS POLÍTICO exacerbado, un interés que ha llevado a unos y otros a descalificar a colectivos, partidos políticos y simples personas con el término inquisitorial de “nazi” o “fascista” (como si tal denominación hiciese alusión a algo realmente malo y no bueno por oposición al anticristo marxista y a la basura moral democrática) para alcanzar el poder mediante la “satanización” del contrario, no por su buen hacer cuando lo han detentado (imposible para todo el que odia o excluye a Dios, a Jesucristo Nuestro Señor, pues sin Dios nada podemos). Así, por ejemplo, los comunistas, socialistas y socialdemócratas (marxistas más o menos ortodoxos, izquierdistas o progres en general), suelen tildar a los grupos y personas de derechas (liberal conservadores) de “fascistas”, e incluso “nazis” (en España “fachas”, como todos bien sabemos), en una clara costumbre de identificar capitalistas de derechas con fascistas, obligando a sus oponentes a aceptar sumisamente de facto todas sus propuestas, tanto morales (aborto, eutanasia, divorcio, ideología de género y lgtbi y un sinfín de monstruosidades contra la naturaleza por Dios creada y contra el mismo Dios), como económicas y materiales (marcadamente fracasadas, cuando no generadoras de miseria sin tasa, incluido el engaño de suponer que el Estado ha de resolver todos nuestros problemas, la estafa o estado del bienestar). Del mismo modo, los liberal conservadores suelen calificar de “totalitarios” tanto a los regímenes comunistas, como al III Reich, (nunca a la democracia [3]) tratando de hacer creer a la población que ambos regímenes eran idénticos, e incluso inventan una versión, totalmente contraria a la verdad histórica, según la cual Hitler y Stalin fueron “aliados” (mayor disparate no cabe concebir), sin caer en la cuenta que no hay insulto mayor que tomar por retrasados mentales (ignorantes sin solución) o mercaderes sin escrúpulos (como prostitutas vendidas solo al dinero) a sus propios votantes, pues les exponen a quedar como tales (como si al diablo se le pudiese ganar en una guerra de mentiras y no con la verdad, de la que tanto unos como otros son extremadamente enemigos, como lo son de Dios mismo).
La verdad histórica, los hechos, que no opiniones, muestran a las claras que el régimen de Hitler, como el de Mussolini en Italia, el de Antonescu en Rumanía, el de Mannerheim en Finlandia, etc., el EJE, fueron vencidos por una ALIANZA clara entre democracias y comunismo, entre la Commonwealth (UK y su imperio, naciones de habla inglesa como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, con esclavitud de India, Sudáfrica y otros territorios colonizados, con cuya población se cometieron genocidios mucho mayores que los que cometieron los nazis, aunque esto se silencie, de momento), USA y la comunista URSS de Stalin. Luego, no hubo alianza entre Hitler y las democracias, ni alianza entre Hitler y Stalin como sostienen unos y otros al servicio de la mentira más abyecta e interesada, la de los políticos de uno y otro signo y sus adláteres o vasallos mediáticos, judiciales, militares, policiales o de cualquier índole pública o privada. Y si este tipo de seres han sido los que han juzgado a la Alemania del III Reich, la de Hitler, tanto ayer como hoy, no es de extrañar que cada día que pasa, vayan cayendo más y más vendas de los ojos del público, especialmente aquel que ya no soporta más las mentiras y busca la verdad, la verdad sin ira ni odio. La VERDAD que no es la que uno quisiera que fuese, sino la que ES. El RELATIVISMO MORAL y la “deconstrucción de la realidad” no es VERDAD. Se puede matizar de un millón de maneras y argumentar otro tanto, pero la VERDAD es que democracias y comunismo, por las razones que fuesen, se aliaron para vencer al EJE, cuyas principales potencias eran Alemania e Italia en Europa, y Japón en el extremo oriental de Asia. Sin más. Por cierto, el emperador de Japón no sufrió ni tan siquiera la pérdida de libertad, manteniendo su cargo de emperador del Japón y todos sus privilegios, tras la rendición de su patria a los norteamericanos, por crímenes de guerra muchísimo más numerosos y crueles que los perpetrados al menos en Europa occidental por los alemanes, en su caso contra la población de China, que perdió más de 13 millones de personas en la guerra, segundo país en número de víctimas tras la URSS. Así que, de los tres jefes de Estado, solo el japonés conservó su vida, libertad, cargo y prerrogativas intactas tras la contienda. Extraño NO, lo siguiente a lo siguiente, pues fue Japón y no Alemania, quien vertió la sangre de los militares de USA en Pearl Harbour en primer lugar. Es decir, las CONDENAS, no dejaron de ser otra cosa que estrictamente POLÍTICAS, que no fundadas en hechos y actos cometidos verdaderamente, además de ser SECTARIAS, pues jamás abarcaron, como cabría esperar, a ninguna potencia vencedora, autoras todas de crímenes muchísimo mayores, tanto en número como en salvajismo. Como POLÍTICA y basada en intereses económicos o materialistas (nada de la “libertad” de los pueblos y la “lucha contra la opresión” de los demócratas, etc.) cabe calificar con todo rigor, el apoyo de las democracias al comunismo, de individuos aristócratas conservadores de derecha como Winston Churchill, de individuos de derecha conservadora republicana como Eisenhower o De Gaulle y de liberal socialdemócratas como Franklin Delano Roosevelt, en su apoyo sumiso, servil e incondicional al genocida, este sí verdadero genocida, Iosif Stalin y su plan para extender el comunismo con sus crímenes horrendos y diabólicos por toda la tierra. Y, del mismo modo, hoy en España, ocurre lo mismo con el régimen católico y patriota de Franco, cuyos más abyectos enemigos llegados con 4 décadas de retraso a la lucha antifranquista (y aun si haber vivido su régimen, pero envenenados de odio por la “educación” o adoctrinamiento democrático en las aulas), hacen uso de la clara alianza con Hitler de nuestro caudillo que ya ni le dejan descansar en paz, además de la condena recibida por la inmensa mayoría de liberal conservadores o derechistas (en 2001 con gobierno de mayoría absoluta de ese signo de Aznar), para “satanizar” a todo el que sea católico y patriota español, que ese es el verdadero objetivo político de los antifranquistas (la destrucción de la Santa Iglesia de Jesucristo Nuestro Señor, la destrucción de todo recuerdo del Señor y de los Santos Evangelios, la aniquilación y exterminio de todos sus fieles y la destrucción de la católica y bimilenaria España, la nación que más sangre ha derramado por Dios y por sus Santos Evangelios, algo odioso para todo ateo marxista como los del fundador del PSOE y para todo liberal conservador siervo solo del dinero, para todo demócrata, masón, hereje, blasfemo y seguidor de sectas y falsos profetas, y, en definitiva, para todo el que no ama a Dios sobre todas las cosas, incluida su propia vida, para todo el que es verdaderamente peligroso para la salvación de las almas).
Aun habiéndose extinguido los regímenes afines al de Hitler, incluido el de Franco, Pinochet, etc., y habiéndose extinguido en casi toda la tierra una alternativa paramilitar, patriota, antidemócrata, antimasona y antimarxista similar a la de esos caudillos (es propio de la democracia calificar a ciertos partidos liberal conservadores como “ultraderecha” o de “extrema derecha”, pero eso no es más que las cábalas y maquinaciones embusteras de partidos rivales que buscan satanizarse unos a otros, nunca ser fieles a la verdad [4]), o bien, siendo esa muy minoritaria y/o clandestina, y aun manteniéndose el odio a esos regímenes hoy inexistentes por puro y mezquino interés político en desacreditar al contrario para tapar el propio fracaso espantoso y los propios crímenes interminables (de los que se suele acusar en exclusiva a los “fascistas”, es decir, a los demás), cabe preguntarse por esas graves acusaciones que cayeron sobre el régimen de Hitler, sobre la Alemania del III Reich, la de los nazis, así como por su veracidad y sus pruebas, aparte de los testimonios, que bien pudieron ser obtenidos bajo amenazas, incluso sobre familiares, sobornos, influencia de drogas o torturas, o sobre víctimas reales que dicen la verdad, pero que son una inmensa minoría de damnificados, algo común a toda guerra a lo largo de la historia, no digamos a una que verdaderamente involucró fuerzas de casi todo el planeta, una que no ha tenido una voracidad destructora igualable hasta la actualidad, ni cuantitativa ni cualitativamente, especialmente en el este de Europa.
Las guerras NO son una elección (salvo que se avenga uno a aquel dicho de que “si no puedes con tu enemigo, únete a él”, solo que el enemigo es Satanás y algunos pueden preferir el martirio a vivir con vilipendio, como nuestro querido Santo Domingo de Silos), pues nadie quiere morir ni quiere la muerte de los suyos, ni resultar dañado en modo alguno, reversible o irreversiblemente, ni perder lo que tiene, poco o mucho, en una guerra, ni el daño a otras personas, incluso enemigas (existe el cargo de conciencia, del que los que han tomado parte en una guerra bien saben, aunque haya sido negado por los desalmados ateos genocidas anticristos como Stalin, p. ej. Seguro que muchos policías de todo el mundo han tenido que abrir fuego contra terroristas, asesinos y delincuentes, llegando a matarles en acción, aunque hubiesen preferido por todo medio humano haberles reducido sin haber llegado a quitarles la vida, pero la realidad es que no se puede elegir, pues muchas veces la elección es tan fugaz entre la vida del otro o la propia que es imposible otra alternativa), pero la historia ha demostrado, mientras no haya sincera conversión generalizada a Dios Nuestro Señor, que el mantenimiento de la paz y la convivencia es IMPOSIBLE (lo que demuestra la enseñanza de los Evangelios sobre los hijos de la luz y los de las tinieblas, la teología de las dos ciudades de San Agustín, y no la falacia pacifista y atea de que todo el mundo es igual). Siempre ha habido guerras y las habrá, mientras Dios no destruya toda potestad y dominio y haga de ellos estrado para sus santísimos pies. Toda la historia confirma nuestra Fe católica, regalo de infinito valor de Dios y no virtud nuestra, que nada bueno merecemos, tal como figura escrita en las Sagradas Escrituras, especialmente en el Nuevo Testamento. Y en todas las guerras se cometen crímenes. En España, ante la amenaza y el cumplimiento de la misma con todo tipo de crímenes por parte de comunistas, socialistas y anarquistas del frente popular, de exterminio (exterminio, que no es exageración. Es la palabra que acuñaron hacia los oponentes muchos miembros del PSOE en la II república, al estilo Zinoviev en la URSS respecto a ese 10% de población “burguesa” o kulaks contrarrevolucionarios) de la mitad de sus habitantes por ser católicos de “derechas” (“superando la obra de los soviets”) contrarios a una dictadura del proletariado, es decir, del comunismo, similarmente a lo sucedido en la URSS, en los primeros tiempos de la Cruzada, se llevó a cabo la terrible, pero necesaria directriz del fiel a España general de brigada Emilio Mola, el “director” de la sublevación de julio de 1936, según la cual “la acción debe ser en extremo violenta”. Se trataba de fusilar en público a miembros políticos destacados del frente popular (crimen de guerra sin discusión) para inhibir con miedo la acción armada de todo oponente y, minimizar así la oposición y el derramamiento de sangre, logrando antes la victoria armada de la sublevación. Esta terrible lógica la comprenden perfectamente todos los mandos militares y cualquier persona que razone de un modo lógico, pues una guerra involucra una terrible decisión, o matar o morir, muchas veces sin la menor alternativa. Y, desde luego, no es alternativa dejar al enemigo moverse y actuar libremente en la retaguardia. El que lo quiere entender lo entiende, por muy doloroso y terrible que sea esta lógica militar, centrada exclusivamente en ganar la guerra. Y, a tenor de la masiva afiliación a la Falange y al ejército nacional, incluso de los que antes del 17 de julio eran rojos (republicanos, comunistas, socialistas y anarquistas), esa consigna dio resultado, pues consolidó inicialmente un territorio a partir del cual se iría reconquistando todo aquel en el que la sublevación no triunfó al caer bajo terror revolucionario de los rojos. No ocurrió lo propio en el bando rojo, donde no se conoce un caso de apostasía entre católicos que murieron salvajemente asesinados, incluso de modo sádico, víctimas del TERROR ROJO, junto a su familia, a veces hasta por negarse a pisar un crucifijo. Pero hoy interesa POLÍTICAMENTE, tanto a unos como a otros (derechas o izquierdas), resaltar los crímenes de los nacionales y católicos, y ocultar, incluso haciéndolos desaparecer de toda versión “histórica”, los cometidos en mucho mayor número y sadismo por los rojos, como todo el mundo sabe. Todo por interés POLÍTICO de ganar las elecciones a un electorado retrasado mental incapaz de comprender la verdad o de despreciarla, que es aún peor.
En el caso de Alemania durante la segunda guerra mundial, como en el de cualquier otro contendiente en cualquier otra guerra anterior y posterior, la derrota inicial de los ejércitos enemigos, llevó a la reclusión en cientos de campos de prisioneros a centenares, que no decenas, de miles de soldados, suboficiales y oficiales de los ejércitos derrotados, tanto en Polonia, Francia y, especialmente, en la URSS. Esos fueron los efectos de un tipo de guerra hasta entonces desconocida, la guerra relámpago (Blitzkrieg), en la que el arma protagonista era el arma acorazada (carros de combate y vehículos blindados), la aviación (con ataques a las líneas de aprovisionamiento enemigas, a los puntos neurálgicos de apoyo enemigo y destrucción, incluso en los aeródromos, de la aviación enemiga) y la infantería motorizada (unidades militares selectas en vehículos blindados), que con su movilidad permitía flanquear al enemigo, embolsarle, privarle de abastecimiento de munición y demás aprovisionamientos y lograr su rendición en una acción rápida y con el menor desgaste posible en hombres y máquinas propias. Ese tipo de guerra pretendía una victoria rápida y con el menor coste en vidas, sangre y dolor, superando la devastadora tragedia de frentes de trincheras, estáticos y con un desgaste en vidas y medios descomunal, como los que llevaron a la derrota de Alemania en la primera gran guerra, cuando ya solo combatía en un frente, pero muy agotada moralmente ya, incluso por la propaganda derrotista que, entre otros muchos males como las desabastecedoras huelgas en las industrias militares vitales para ganar la guerra, Hitler atribuyó, no sin falta de razón, al elemento judío-marxista-bolchevique agitador y envenenador de los trabajadores de retaguardia. Pero si bien hasta un “historiador” parcial como David Stahel llega a reconocer que en el occidente de Europa, bajo cautiverio del ejército alemán en campos de prisioneros, solo murieron algo más de 8000 militares (mayoría de ellos franceses, ingleses y norteamericanos) en los casi 5 años de guerra, además de ser la ocupación alemana de Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia, más tarde también Italia, muchísimo menos dañina para la población civil en general (incluidos los más de un millón de judíos italianos salvados de la deportación, acogidos y refugiados en los templos católicos por el santo padre Pio XII, consciente éste que los alemanes son católicos y no abrirían fuego contra él, sus cardenales, obispos, sacerdotes, monjes y monjas de clausura, como así sucedió aunque hoy se calle por puro y duro interés POLÍTICO), no ocurrió lo propio en Polonia ni en la URSS. Cabría preguntarse el porqué, ya que era mucho más dañina la acción de los propios militares anglonorteamericanos contra Alemania (nunca inicialmente agredidos por ésta), que la de los judíos marxistas o magnates multimillonarios a nivel mundial. La venganza por atraer a las democracias a la guerra, bien podría haberse cebado más en los propios prisioneros angloamericanos, pero de hecho, no fue así. Extrañísimo.
Según no pocas fuentes, durante la segunda guerra mundial, Polonia perdió a 6 millones de personas, mayoría civiles, mientras que la URSS perdió 28 millones según fuentes civiles y militares desclasificadas tras la “caída” o transformación del régimen soviético, la mitad civiles (según D. Glantz, “historiador” militar de USA con “acceso” a archivos soviéticos, es de suponer que con Putin, “acceso” parcial, nunca total, pues Rusia tiene mucho que ocultar respecto a lo sucedido desde 1917 por interés POLÍTICO). Es lógico suponer que esos “6 millones de judíos exterminados como ratas en cámaras de gas” están incluidos en esas cifras próximas a 34 millones de muertos, si tal cifra de 6 millones de judíos no es bastante exagerada, que ese es otro tema no aclarado por la “historiografía” oficial, totalmente politizada. Ahora bien, no parece haberse hecho un desglose adecuado (seguro que por razones POLÍTICAS, pues téngase en cuenta que ya en los años treinta existían censos en todas las naciones de Europa, incluso las más pobres, luego sí era posible esclarecer el número real de muertos en la contienda en Europa. E incluso acercarse bastante a las causas de muerte. Seguro que esa investigación, que conduciría a la verdad inexorable, no interesaba ni a demócratas ni a comunistas, cómplices en la victoria) entre las víctimas del III Reich, tanto en el campo de batalla, como en la retaguardia, como en los guetos, como en los campos de prisioneros o lager o en los de concentración o trabajo. Desde luego que ni a los marxistas ni a los demócratas liberal conservadores, del este o del oeste, les interesa en lo más mínimo un estudio riguroso internacional, una investigación concluyente y científica en los lugares clave, aunque se disponga hoy de medios avanzados para análisis de ADN y de sustancias químicas, sino justo todo lo contrario, es decir, OCULTAR e impedir, incluso con penas de cárcel, amenazas, asesinatos, persecución, etc., todo tipo de estudio científico y riguroso aclaratorio de lo que verdaderamente sucedió, no de lo que nos tratan de conculcar y hacer creer, incluso dictando la “historia” oficial por ley coactiva y haciéndosela “aprender” a los niños y niñas en las escuelas (como con el lema aquel de “la letra con sangre entra”. Cabría decir “la política, incluso con cárcel”). Han pasado ya tres cuartos de siglo y, por desgracia, es de esperar que se tenga que aguardar todavía más para saber la verdad con mayor aproximación, porque a la POLÍTICA no le interesa en absoluto la verdad, sino más bien intenta ocultarla o suprimirla ante su más que palpable fracaso existencial, persiguiendo implacablemente todo tipo de “revisionismo”. Si el III Reich cometió los crímenes que se le imputan, lo lógico y racional sería demostrar con pruebas científicas y cifras de censos, con nombres y apellidos, sus crímenes, pues no hay mayor forma de desacreditar a alguien que con pruebas, con los hechos, con lo que es verdad, no con falsas acusaciones. ¿Por qué no se ha hecho esto en 75 años? Por razones POLÍTICAS, contrarias siempre a la verdad y favorables solo a la propaganda política y sus intereses, pues la POLÍTICA solo sirve al demonio, como todo el que no sea ciego ve claramente.
H. R. Pacios.
Si bien es cierto que el movimiento o partido NSDAP de Adolf Hitler, constituido en 1919 con apoyo militar, entre otras muchas cualidades positivas (patriotismo, unidad de la nación, tradicionalismo, virtudes castrenses, enemistad con el parlamentarismo demócrata (engaño) y la masonería, furibundo antimarxismo, etc.), mostraba una fuerte asociación entre marxismo y judaísmo (fundamentada en el hecho de que el 90 ó 95% de barrios exclusivamente judíos mostraban un voto mayoritariamente marxista, bien comunista, bien socialista o socialdemócrata) ya expuesta por el propio Hitler en su libro Mein Kampf, y una inclinación darwinista (nada infrecuente en aquellos años a nivel mundial) a evitar la “mezcla de sangre” entre judíos y alemanes (Hitler mismo, envenenado por el darwinismo (curiosamente igual que Stalin en su juventud, siendo seminarista en Tiflis, Georgia) se lamenta que judíos jóvenes seduzcan a mujeres jóvenes alemanas y formen familias con ellas, y aunque pretendieron evitar matrimonios entre alemanes y extranjeros, no pocos españoles, por ejemplo, contrajeron matrimonio y fundaron familias con mujeres alemanas en plena época del III Reich, incluso durante la guerra sin ningún tipo de oposición oficial y a pesar de los famosos 25 puntos fundacionales del NSDAP) no era menos cierto que hasta el 20% de la población de Alemania en 1933 (15,8 millones de los 79 millones de habitantes), tenía sangre judía en sus venas, fruto de un progenitor, abuelo, bisabuelo, etc., judío, converso o no, porcentaje similar al de la inmensa mayoría de naciones europeas, si bien, los judíos eran un porcentaje mucho mayor en la anti judía URSS (tierra maldita en la que los pogromos multitudinarios fueron muy frecuentes, incluso multiplicados por el anti judío Stalin, triunfante tirano genocida que defenestró y asesinó en purgas a los judíos Trotsky, Zinoviev, Kamenev, etc. Los pogromos jamás acabaron en la URSS ni con Lenin, ni con Stalin, que murió justo mientras desencadenaba otra persecución más contra los judíos por sufrir la paranoia de que médicos judíos como Vinogradov pretendían asesinarle, y quién sabe si lo lograron), especialmente en las repúblicas más occidentales (países bálticos, Bielorrusia y Ucrania) y en Polonia (donde huyeron de Hitler muchas familias judías de Alemania, cebándose su ira vengativa contra los alemanes del oeste, especialmente en la región de Poznan o Possen (en alemán), razón esgrimida muchas veces por los propios nazis para la invasión como añadida al afán de recuperar territorios previamente alemanes bajo dominio polaco en 1939 a raíz del infame Tratado de Versalles. Nosotros, los españoles, también padecemos hoy los estragos del infame Tratado de Utrecht con respecto a la pocilga subhumana de mierda narcotraficante, contrabando y blanqueo de dinero sangriento en el peñón de Gibraltar).Téngase en cuenta también que los judíos de Europa occidental pudieron huir más fácilmente que los de Polonia, y no digamos que los encarcelados en el régimen soviético, privados hasta de movimiento libre entre pueblos cercanos, como bien nos ilustró Alexander Solzenytsin y Svetlana Aliluieva. No obstante, el hecho de que hasta un 20% de alemanes, casi 16 millones de ellos, tuviese antecesores judíos, debería hacer sospechar de si la verdadera intención de Hitler fue el “exterminio de los judíos de Europa” (algo totalmente impensable), o bien, la destrucción del marxismo, de la comunista URSS, creando un imperio suministrador de materias primas, alimentos y combustible hacia el este de Europa, similar al de Francia y UK, sin llegar a la guerra con ésta última nación (incluso defendiendo que no se desintegrara el imperio inglés), y, mucho menos con USA, hacia la que profesaba admiración (recogida en su libro), con lo que no quería guerra, sino alianza con UK, según su libro Mein Kampf y según los hechos acaecidos en los primeros meses de la conflagración, llegando incluso hasta el extremo de no aniquilar, pudiendo haberlo hecho perfectamente con las fuerzas acorazadas de Guderian, al enemigo inglés en las playas de Dunkerque, dejándoles huir y no invadiendo a continuación UK (posibilidad que hasta Churchill consideró altamente factible entonces, comienzos del verano de 1940), en la esperanza frustrada de que tras ese gesto “caballeroso” se avendría a no luchar más contra Alemania con una paz inicialmente ventajosa para ambos (todo ello antes de la denominada batalla de Inglaterra, exclusivamente aérea) y que le dejaría vía libre para destruir el infierno soviético. De acuerdo a lo que hoy se conoce, la persecución de población judía se centró en aquellos que militaban en partidos socialistas, comunistas, marxistas, socialdemócratas, sindicalistas y personas sin vínculos de familiaridad con alemanes o nacionales de otros países aliados del Eje, mayoritariamente. Por ello, cabe hacer sospechar que la persecución fue ante todo por cuestiones IDEOLÓGICAS (en el marco de la lucha contra el anticristo marxista) y no tanto raciales, pues no resulta tan obvio distinguir a una persona judía de cualquier otro europeo, salvo recurriendo a registros civiles o de PARTIDOS POLÍTICOS. Por otra parte, resulta obvio que una guerra involucra un esfuerzo titánico de toda la nación, tanto en recursos humanos, como en recursos materiales, y que el sabotaje, el boicot, los atentados terroristas, el espionaje y la propaganda derrotista, son tan mortales como las armas enemigas. Si los nazis, con criterio totalmente acertado, desde luego, consideraban un peligro para el esfuerzo bélico y para la victoria las huelgas y la agitación comunista, socialista, socialdemócrata o sindical, no es de extrañar que las personas con esa adscripción fueran las personas que sufrieran mayormente su reclusión tanto en guetos, como en campos de concentración, siendo así las principales víctimas de la guerra, pues el esfuerzo productivo de las naciones ha de orientarse mayormente a la producción de armas de todo tipo, munición, equipo militar, medicinas e instrumental sanitario, transportes, producción y refinado de combustible, producción eléctrica, carbón, hierro y minerales vitales, etc., quedando el resto de la economía subordinada a los planes bélicos y padeciéndose escaseces, especialmente en productos alimenticios, que afectan a todo el conjunto de la población, no digamos ya a los prisioneros o presos. En aquella guerra, las fábricas de tractores tuvieron que adaptarse para fabricar vehículos militares y blindados, la industria química productora de abonos también tuvo que aportar al esfuerzo bélico, buena parte del ganado y de los caballos fueron requisados como fuerza de tiro, los propios tractores fueron empleados para remolcar, los carros también sufrieron requisas, los talleres dejaron de recibir repuestos, las mujeres tuvieron que hacerse cargo de explotaciones agrarias pequeñas y medias arando la tierra con bueyes y arados romanos, etc. Todo ello contribuye sobremanera a hacer caer mucho la productividad agraria por hectárea y hora trabajada, contribuyendo a agravar la escasez de alimentos. Autores de la historia económica como Shepard B. Clough y Richard T. Rapp, muestran en su libro cifras sobre el consumo de calorías medio en varias naciones durante la guerra, y se comprueba que en los años 1943 y 1944, el aporte calórico medio para un hombre apenas llegaba a la tercera parte de lo normal en Polonia, por ejemplo. También se padeció en los países del oeste europeo, pero en los del este el padecimiento fue desproporcionado. Esas cifras dan una idea de lo devastadora que debió ser la principal causa de muerte del conflicto, la desnutrición. Y los datos para la URSS, perpetuamente hambrienta tras la colectivización de Stalin, difícilmente disponibles, debieron ser verdaderamente apocalípticos. Incluso el historiador Robert Service llega a reconocer que la población soviética no afectada por la ocupación (la situada más al este del río Don desde Voronez hasta Stalingrado a orillas del Volga, y más al este del lago Ladoga hasta Moscú, la más bestialmente castigada por la escasez de alimentos al estar en la región menos fértil y más cercana a la tundra, llegó a comer perros, gatos y, hasta a practicar el canibalismo (recordemos que los alemanes llegaron al Cáucaso y al Volga, ocupando la mayor parte de la tierra productora de cereales y apta para el ganado, con lo que de no haber sido por la ayuda vital de USA, incluso en alimentos, vitales a corto plazo, la URSS hubiese colapsado completamente en los primeros meses tras sufrir la invasión)). No fueron las cámaras de gas las que acabaron con 14 millones de civiles soviéticos y más de 5,5 millones de polacos, sino la simple y devastadora HAMBRE, así como otras enfermedades asociadas a la desnutrición y la consecuente debilidad física, como el TIFUS y la TUBERCULOSIS. Además, en el caso de la URSS, la población ya padecía hambre desde el primer momento de la colectivización que Stalin impuso con un mar de sangre, muerte, deportaciones, requisas y terror a partir de 1928, con su primer plan quinquenal, multiplicándose sus efectos de muerte y miseria con las malas cosechas y las requisas de 1932/1933, el período del HOLODOMOR, este sí, verdadero y no de fábula propagandística política. Iniciada la invasión el 22/6/1941, la táctica criminal y genocida de los comisarios comunistas soviéticos denominada “tierra quemada”, dejó a millones de campesinos a merced del hambre a costa de negarle el fruto de la tierra y del ganado al enemigo invasor, lo que agravó la mortandad de sus propios paisanos, a quienes no se permitió, bajo terror y ejecuciones, huir hacia el este o trabajar para el enemigo, bajo pena de ser inmediatamente ejecutados incluso por partisanos que actuaban ocultos en bosques y entre la población civil en territorio ocupado por los alemanes. Este comportamiento de los comunistas provocó, especialmente en los países bálticos y Ucrania, una colaboración entusiasta inicial de la población con los alemanes, que en no pocas localidades fueron acogidos con ramos de flores, pues les consideraban “liberadores” del yugo comunista. En Kiev, en la toma de la ciudad en 1941, por ejemplo, fueron los propios ucranianos los que alertaron a los alemanes del intento de los comisarios rojos de dinamitar todos los edificios oficiales para asesinar a los alemanes que en ellos se albergasen (ocasionando así la reacción vengativa de ejecuciones masivas de Babi Yar, a las afueras de la ciudad, de judíos y comisarios y funcionarios comunistas, con los que las fuerzas de ocupación no tuvieron ni el más mínimo gesto de piedad en toda la guerra, haciendo cumplir la famosa orden de los comisarios (tácita y verbal, de la que no se conoce documento alguno) que obligaba a separar de entre los prisioneros de guerra a los comisarios y funcionarios comunistas y ejecutarles de inmediato). Además, formaron parte de unidades de Eintsatzgruppen en la sangrienta lucha antipartisana y de vigilancia en los campos de prisioneros y de concentración, luego fueron copartícipes de los crímenes en no pocas ocasiones. Las muestras de agradecimiento por reabrir al culto, mayoritariamente católico en el caso de las tropas alemanas, los antiguos templos ortodoxos, convertidos en establos, almacenes de vodka, arsenales, salas de cine, teatros, etc., por los soviets locales, fueron multitudinarias entre la población local del territorio soviético ocupado por los alemanes, considerando a estos cruzados por las insignias que llevaban en su uniformes, las cruces de hierro, y en sus vehículos. Desgraciadamente para los alemanes, la actitud de arrogancia y de desprecio por aquellas pobres y desgraciadas gentes, ya terriblemente castigadas por el infierno comunista que llevaban padeciendo ya más de dos décadas, fue enfriando el entusiasmo inicial y provocando una actitud cada vez más pasiva y menos colaborativa en el descubrimiento de comisarios y funcionarios comunistas infiltrados o de partisanos, lo que redundó en una mayor psicosis de guerra en los alemanes en la retaguardia (como después padecerían los miembros del ejército USA en la guerra de Vietnam) y en unos mayores crímenes contra población civil ante cualquier sospecha, algo de lo que Alemania salió verdaderamente perjudicada en su esfuerzo bélico y en los juicios de postguerra, así como en el afán de venganza del Ejército Rojo en la población que colaboró con ellos y en la propia población alemana al fin de la guerra.
No obstante, tanto los miembros de la Gestapo, de la SD, de los Einsatzgruppen (muy minorados en miembros a medida que la guerra avanzaba y se requerían refuerzos para el frente este de más de 2000 kilómetros), de las SS, de los funcionarios y técnicos alemanes en el territorio ocupado y, sobre todo, de la Wehrmacht (el grueso de los alemanes en territorio soviético), no llevaron a cabo, en general, acción alguna sobre la mayoritaria población rural soviética, pasando de largo en su avance más allá de las aldeas y pueblos hacia el frente tras comprobar que no tenían armas o escondían combatientes, permitiéndoles cultivar la tierra de los koljoses a su antojo y cuidar su ganado, y permitiéndoles vender el excedente en mercados de ciudades y pueblos y no impidiendo la libre circulación que no entorpeciese el avance de las tropas y refuerzos, salvo en zonas cercanas a enclaves militares de retaguardia, cuarteles, estaciones de reparación de tanques y vehículos, estaciones de ferrocarril, puentes, hangares de locomotoras, aeródromos civiles y militares, etc., empleando a la población a sueldo en industrias y admitiendo su colaboración como personal auxiliar (Hiwis), incluso militar, como el famoso ejército de Vlasov y los citados Einsatzgruppen. Además, los nacionales de Estonia, Letonia y Lituania, formaron parte de las unidades militares del Eje, incluso de las unidades de la SS. En este sentido, solamente las necesidades puntuales de alimentación y de alojamiento de los ejércitos alemanes, llevaron a sus miembros a requisar ganado y alimentos de la población civil soviética, así como a ocupar sus miserables casas de campo de aldeas en invierno, para protegerse del frío y ante la escasez del abastecimiento con caminos embarrados y con condiciones meteorológicas extremadamente adversas que dificultaban en extremo el transporte y la movilidad. Ni siquiera los más destacados mariscales alemanes fueron por ello condenados en Nüremberg, salvo a penas de cárcel muy reducidas, por lo que el impacto de tales medidas puntuales y por necesidades bélicas, bien debieron ser de un daño dudoso y limitado, y en ningún caso menor que el perpetrado por los propios comunistas en su retirada hacia el este con su táctica de “tierra quemada” de la que fueron víctimas principales sus propios compatriotas soviéticos. Sí hubo una considerable deportación de ciudadanos soviéticos, mujeres y prisioneros incluidos, hacia Alemania y oeste de Polonia, a las fábricas, para suplir a los trabajadores alemanes que a su vez eran enviados al frente para reponer las pérdidas, especialmente a partir del segundo año de guerra en el este. Esos ciudadanos soviéticos, así como los prisioneros del Ejército Rojo que lograron sobrevivir a la guerra, fueron en no pocos casos asesinados por los propios comisarios comunistas en cantidades descomunales por haber “colaborado” con el enemigo contra la “patria del proletariado mundial”, muchas veces entregados por los propios aliados de los comunistas, los angloamericanos, y en contra de su propia voluntad (hubo no pocos miles que prefirieron permanecer en occidente y lograron huir de las deportaciones a la URSS, incluso a pesar de tener allí a toda su familia).
Por otra parte, en tan solo los primeros seis meses de la campaña de la URSS, los alemanes capturaron 3,7 millones de soldados del Ejército Rojo a los que repartieron en centenares de campos de prisioneros sin tener posibilidad física alguna de poderles alimentar, por lo que casi las dos terceras partes de esos soldados sucumbieron al hambre primero y al frío y al hambre después, a partir de octubre de ese año, muchas veces a la intemperie entre alambradas y en medio del gélido invierno ruso. Esos soldados rojos muertos en cautiverio hubieran sido una mano de obra dócil y barata para la industria militar alemana que los líderes nazis acabarían lamentando no poder disponer en número suficiente en los siguientes años de guerra, en los que las grandes capturas de soldados soviéticos se redujeron drásticamente, por lo que la falta de trabajadores hubo de ser suplida con judíos comunistas y socialistas procedentes de guetos o con traslado de fábricas a campos de concentración para emplear allí a los reclusos, en régimen de esclavitud.
H. R. Pacios.
Así pues, resulta extraordinariamente sospechoso que el objetivo de Hitler fuese aniquilar a toda la población judía que cayese bajo sus dominios, porque:
a) Decenas de millones de hombres y mujeres de todos los países de Europa, incluida la propia Alemania, tenían (y tienen hoy) ancestros judíos, conversos o no, lo que dificultaba en grado sumo distinguir quién era judío de quien no lo era a efectos de su persecución en términos biológicos o genéticos. Todo indicaba que se recluyó en guetos y en campos de concentración a los comunistas, a los socialistas, a los socialdemócratas y a los marxistas o izquierdistas en general, la población más propensa a frustrar los planes bélicos en pro de la victoria (de ahí también la interminable fobia antifascista de las personas de izquierdas o marxistas). De hecho, el famoso gueto de Varsovia registró, al menos, dos grandes revueltas sangrientas, la última de las cuales, con la cercanía del Ejército Rojo a Varsovia en verano de 1944, ocasionó tal batalla por las calles, que destruyó la capital de Polonia en más de un 90% de sus edificios, en una resistencia feroz, tanto de judíos, como de polacos no marxistas, máximos interesados en lograr una Polonia “libre y democrática”, no una bajo yugo soviético (los polacos rojos, los del comité de Lvov (ciudad ucraniana actualmente) no auxiliaron en la última rebelión de Varsovia a sus compatriotas a pesar de estar presentes al otro lado del Vístula con unidades del Ejército Rojo soviético y con abundante armamento y munición).
b) A medida que se prolongaba la guerra, consecuencia no buscada por Hitler con la Blitzkrieg (guerra relámpago), era preciso reponer las bajas del frente con alemanes jóvenes y mayores, por lo que cada vez era más necesario contar con trabajadores de otros países (españoles, por ejemplo. Muy bien retribuidos, por cierto, que enviaron remesas vitales a la España de la inmediata postguerra, para facilitar su reconstrucción) voluntarios, o bien con trabajo esclavo judío o prisionero (no de los prisioneros angloamericanos, que nunca sufrieron tal tipo de trabajo esclavo, como sí propiciaron ellos a los alemanes a partir de mayo de 1945, y no solo en el desescombro y reconstrucción de la propia Alemania, sino en otros países occidentales (Holanda, Bélgica y Francia principalmente), con limpieza étnica incluida y aniquilación de soldados alemanes prisioneros en no bajo número. Benedicto XVI, el actual papa, fue testigo de esa masiva reclusión de alemanes de la que él se salvó de milagro, gracias a Dios Nuestro Señor, pues aún no se conoce la cifra millonaria de alemanes exterminados en cautividad, estos sí verdaderamente exterminados, por las tropas angloamericanas y francesas, a los que no faltó nunca alimentos ni combustible, luego ellos sí llevaron a cabo una descomunal venganza contra los alemanes movilizados principalmente, aunque también con la violación de centenares de miles de alemanas y el asesinato de ancianos y niños de modo totalmente indiscriminado. Pero eso no se juzgó en Nüremberg, por supuesto) para la industria militar alemana, que cada vez requería incrementar la producción para hacer frente a una guerra que se complicaba a cada mes con la intervención crucial de USA, que hizo de la guerra una guerra económica e industrial más que militar, una guerra de potenciales económicos y de desgaste (la que quería evitar Hitler). El esfuerzo bélico llevó a Alemania, a partir de 1943, con una industria militar bajo liderazgo de Albert Speer, a un aumento enorme de la producción bélica, tanto cuantitativa, como cualitativamente (las mejores armas, excepto de la marina de guerra, fueron alemanas. Y de haber dispuesto de petróleo en cantidad suficiente, el triunfo alemán, salvo milagro, hubiese sido seguro). Y ese aumento de producción tan acusado con respecto a los dos primeros años de la guerra, fue logrado con mano de obra esclava, tanto soviética, como judía marxista, por lo que los comisarios comunistas, conscientes de ello, llevaron a cabo una salvaje purga sangrienta contra todos los que “contribuyeron”, incluso en esclavitud, en fábricas alemanas a producir tanques, aviones, cañones, ametralladoras y munición, tan inmensamente mortales para el desangrado Ejército Rojo de la “patria del proletariado mundial” al que ningún “proletario” occidental quiso emigrar en la postguerra (ejército que perdió 14 millones de soldados, según propias fuentes soviéticas, lo cual da una idea de la aplastante superioridad bélica de Alemania sobre la URSS, que se salvó gracias a la ayuda providencial de USA y de UK, mitos aliados de fábulas de batallas fantásticas tipo Hollywood aparte, que tanta influencia tienen y han tenido en la población y hoy están totalmente desacreditados con documentos y archivos militares y pruebas periciales al respecto. P. ej. la famosa batalla de tanques de Prochorovka del 12/07/1943, donde la fábula política imperante dista muchísimo de lo que realmente pasó en el campo de batalla).
c) Aniquilar a los judíos y otros comunistas y socialistas en cámaras de gas hubiese sido un esfuerzo absurdo al máximo, pues basta una semana sin comer ni beber a la intemperie ente alambradas para asesinar, si tal era la finalidad verdadera del nazismo, no a 6, sino a 60 ó 600 millones de personas, judíos y no judíos. Sonará todo lo macabro y horrible que suene, pero la versión soviética oficial imperante en todo el mundo, es tan absurda y contraria al más elemental sentido común y lógica, que si los forenses, investigadores, policías científicos, centros de inteligencia de las naciones, etc., actuasen dando una versión similar de los casos que su gobierno les encomendase (como por ejemplo aquí en España las matanzas del golpe de estado del 11/3/2004), ya podemos rezar todo lo que sepamos, porque esos colectivos serían tan cómplices de los asesinos, terroristas y espías enemigos como éstos últimos mismos. Aunque suene a macabro, si Hitler hubiese querido realmente aniquilar a la totalidad de judíos marxistas, lo hubiese hecho en tan solo una semana y con un esfuerzo militar ínfimo, no dejando superviviente alguno. La versión oficial soviética está muy mal construida, es una MENTIRA que solo se sostiene con penas de cárcel, terror democrático, amenazas y todo tipo de censura a quienes osen desafiarla, incluso en los actuales regímenes TOTALITARIOS democráticos, enemigos todos de la Verdad, que es Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero. Está claro, además, que la desidia y la holgazanería intelectual, el desinterés, así como el analfabetismo generalizados, fruto de una “educación” muy deficiente y adoctrinadora en lo político, alimentado con un ocio pasivo basado en las imágenes propagandísticas y políticas en su totalidad (hoy se dice que el pasado era en “blanco y negro”, eso dice mucho de a quién se dirige este tipo de fábulas “históricas”), que no en las páginas de libros serios, en la curiosidad investigadora y en valores cristianos sólidamente fieles a la verdad, contribuyen mucho a sostener una MENTIRA que desafía la lógica y el sentido común más elemental a favor del dominio mundial del mal, del anticristo comunista, sobre la faz de la tierra, con complicidad liberal conservadora, como en aquella guerra. Ese anticristo comunista que pretende “deconstruir” todo lo bueno y santo, historia incluida, para sumirnos en el mismísimo infierno descrito por santos y santas a quienes Dios se lo reveló desde el primer siglo de nuestra era. No obstante, la última palabra no está en manos de la democracia ni del marxismo, sino de Dios mismo, por mucho que hasta en la Iglesia de Jesucristo Nuestro Señor, la católica apostólica, se crea ya no en Dios, sino en la satánica ACCIÓN POLÍTICA que ha creado toda esta FÁBULA de odio demoníaco e insensato, como otras muchas fábulas, como la del calentamiento global o cambio climático.
d) De haber hecho uso de armas químicas, gases envenenadores, como en la Primera Guerra mundial, lo lógico y sensato a todas luces, en términos de haber ganado la guerra, hubiese sido emplearlos en el frente este, contra el Ejército Rojo, y no contra familias de judíos sumisas y desarmadas (excepción hecha de los dos levantamientos del gueto de Varsovia, el último de los cuales, con la cercanía de los soviéticos, como se ha expuesto, que supuso la destrucción de la capital polaca), mal alimentadas y recluidas en guetos o empleados en canteras, minas y fábricas en régimen de esclavitud. No obstante, Alemania respetó mucho más la convención de Ginebra sobre la guerra, que sus enemigos, especialmente el Ejército Rojo, cuyo líder, Stalin, no secundó tal convención y bien pudo haber recurrido a la guerra química, como atestiguan cada vez más pruebas en hallazgos de excavaciones en los campos de batalla, investigaciones cada vez más censuradas por el tirano mafioso ruso actual, Vladimir Putin, con complicidad de los países angloparlantes. La satánica alianza con ese Gog de Magog continúa en los enemigos de Dios, los de la Prostituta de Babilonia (los de la soberanía democrática) al servicio de la primera bestia soviética y la segunda surgida del mar de muchedumbres, China.
e) Resulta harto sospechoso que el trato dado a los reclusos de los campos de concentración haya variado tanto entre los campos “liberados” por los anglonorteamericanos y los que tomaron en su avance los soviéticos. Es decir, resulta sospechoso que solo se “gaseara” a judíos en los campos de concentración que cayeron bajo dominio soviético a partir de 1944, según los propios soviéticos, y no en los campos como Dachau o Mauthausen. Por cierto, en éste último sobrevivió un septuagenario criminal de muy triste memoria para España y los españoles, un individuo verdaderamente infame, una desgracia anti humana, que solo la ignorancia o el odio puede permitir rendirle tributo alguno siempre por parte de los políticos, (no de gente normal), Francisco Largo Caballero, el sanguinario torturador socialista de chekas llamado “Lenin español”, promotor máximo de nuestra Cruzada. Para este sujeto, no hubo “gas exterminador” en los casi 5 años que allí estuvo recluido porque Franco no reclamó su expatriación, consciente que de haberlo fusilado aquí (como pudo haber hecho también con Azaña), hubiese instigado más odio entre españoles, algo que era lo que menos buscaba nuestro caudillo, siempre presto a perdonar e indultar, buscando una paz verdadera entre españoles, sin vencidos (los rojos, abandonados con un puñado de lentejas en el bolsillo y la consigna “resistir es vencer” mientras sus tiranos comunistas, socialistas y republicanos se ponían a salvo en lujosas mansiones del extranjero con el mayor botín robado a una nación entera en siglos, tras el de los bolcheviques soviéticos, vivieron cada vez mejor en su régimen, luego también resultaron VENCEDORES, algo que es vitalmente insoportable para los marxistas, socialistas y comunistas, y hoy se trata de ocultar por todos los medios vasallos del demonio y de la mentira democrática, tan antifranquistas como desconocedores de su régimen que no vivieron y ni conocen en lo más mínimo, pero con cuya enemistad retardada pretenden sacar rédito político década tras década destilando ODIO retroactivo a borbotones, típico mecanismo de desviar la atención de sus interminables crímenes que alcanzarán amontonados en no mucho hasta el cielo clamando la Santa Ira del lagar de Dios el Todopoderoso).
f) Además, si los “6 millones de judíos exterminados por los nazis” dejaron pastillas de jabón, restos de Zyklon B y cenizas de sus cuerpos muertos incinerados, resultaría fácil incriminar al nazismo como una de las peores plagas genocidas de la historia, tal como nos muestran casi todas las películas, fuente de “conocimiento” popular mayoritario para desgracia de toda la humanidad, católicos incautos incluidos. Parece ser que la investigación química, policial, de inteligencia y de cualquier tipo fue prohibida tajantemente por las autoridades comunistas, tanto soviéticas, como polacas, hasta bien entrados los años noventa del siglo pasado. Se llegó a dinamitar dichas cámaras (extrañísimo que se destruyesen las “pruebas” por parte del bando de las propias “víctimas” comunistas) y a precintar los lugares donde supuestamente se llevaron a cabo tales crímenes, impidiendo tomar muestras y permitiendo solo el acceso, a partir de los noventa, a los turistas, a áreas restauradas, nada originales, convirtiendo aquellos campos en museos de horrores tipo parque macabro de atracciones bajo el pórtico “Arbeit macht Frei” (“el trabajo libera”) en los que no pocos antifascistas y anti nazis se sacan fotos narcisistas sonrientes como si quisieran presumir de haber visitado un monumento artístico de los horrores de fama mundial haciendo correr las fotos por redes sociales de subnormales inconscientes y aborregados, anti nazis, por supuesto, eso que no quede. Y si eso ha ocurrido con los propios lugares del crimen, otro tanto ha ocurrido con los registros minuciosos que las autoridades alemanas de las SS y del Reichbahn (los ferrocarriles alemanes de entonces) llevaban sobre entradas y salidas de esos campos de concentración, que podrían ser muy aclaratorios de lo que realmente se llevó a cabo allí (recuérdese que los nazis llevaban listas escrupulosas de todo, hasta de los presos, para prevenir fugas). Pero parece que a la inmensa mayoría de gobiernos de la tierra, democráticos o marxistas (aliados y cómplices en la victoria y sus consecuencias entonces y después), no les interesa que tales registros vean la luz y el público acceda a ellos. Y cuando se trata de ocultar pruebas contundentes y de destruir las podrían conducir a esclarecer los hechos, no hace falta ser un inspector de policía científica ni un miembro destacado de la inteligencia de un país para darse cuenta de que no interesa esclarecer la verdad de lo que sucedió, porque hay mucho en juego, porque del resultado de esa devastadora guerra, hemos llegado a donde hemos llegado. Y eso puede incriminar a quienes teníamos por los “buenos” y contemplar de otro modo a los que creíamos “malos”, mal asunto para los POLÍTICOS de hoy y sus prerrogativas y privilegios.
g) Por último, ya no es que sea sospechoso, sino IMPOSIBLE, que los nazis, que el propio Hitler y todos los alemanes que le votaron o no, no supiesen en absoluto que Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, nació en el seno del pueblo elegido por Dios, en Belén de Judea, rodeado y adorado por pastores judíos, encarnado por obra y gracia del Espíritu Santo en la Bienaventurada, Inmaculada y Santísima Virgen María, adoptado paternalmente por su padre terrenal el judío descendiente del judío David, San José (uno de los santos más grandes y más queridos de la Cristiandad, incluidos los propios nazis y alemanes con total seguridad, Patrono de la Iglesia católica universal nunca perseguida en la Alemania de Hitler, y sí beneficiada allí y en otros países, por ejemplo España, a diferencia de lo que ocurrió en las anticristianas URSS, USA, UK, etc.), en el pueblo del judío Moisés, entre los propios judíos, que fue presentado a circuncisión en el templo judío donde aguardaba el anciano Simeón y la profetisa Ana, que se crió en el judío pueblo de Nazaret, que predicó y enseñó en la sinagoga del templo de Jerusalén con tan solo 12 años perdido durante tres días por atender los asuntos de su Padre Celestial, que empezó su vida pública en las judías bodas de Caná, que se bautizó en el judío río Jordán de mano de su Elías, San Juan Bautista, hijo de Santa Isabel, que sus apóstoles fueron doce judíos, entre ellos el judío primer papa de Nuestra Santa Madre la Iglesia católica (y Santa Madre de la mayor parte de los alemanes de entonces por mucho que se trate hoy de ocultar, excluyendo de la Iglesia a todo el que hable a favor de Franco, de Hitler, de Mussolini, etc.. Que Dios Nuestro Señor no aplique la misma vara de medir a los anti nazis dentro de la Iglesia), San Pedro, sobre cuya persona fundó su inmortal Santa Iglesia Católica Apostólica, luego romana, (cuyos fieles alemanes eran más del 50% de la población del III Reich, practicantes o no como hoy, aunque hoy mucho interese ocultarlo y condenar sin paliativos a todos los “ultraderechistas” a los que odian papas, cardenales, obispos y sacerdotes y para los que no hay eso de no juzgar si no se quiere ser juzgado. El odio a aquellos católicos de la España de Franco y la Alemania de Hitler, es extremo entre los papas, cardenales, obispos y sacerdotes mundanos, masones, marxistas y liberal conservadores, todos siervos de la política, enemigos de Jesucristo que es Camino, Verdad y Vida. Y, entre aquellos alemanes, seguro que bautizados el propio Hitler, Himmler, Göering, Goebbels, Bornmann, Manstein, Guderian, Von Leeb, Von Kleist, Model, Kesselring, Rommel, Speer, Hess, etc.), que hizo tantos milagros de curación y de conversión entre judíos y no judíos que ni todos los libros del mundo podrían contener, que vino al mundo para salvar a las ovejas descarriadas de Israel, el pueblo judío, que incluso los judíos fariseos José de Arimatea y el maestro Nicodemo se convirtieron a Él, como la Magdalena, Zaqueo, el Centurión romano, el ladrón arrepentido y el gran santo judío fariseo y perseguidor de cristianos hasta su accidentada conversión, Saulo primero, San Pablo después, etc., pero que también tuvo que padecer la persecución del infanticida judío Herodes Arquelao y del adúltero y depravado judío asesino Herodes Antípas, de los judíos saduceos y, sobre todo, de los judíos escribas y fariseos, con Caifás al frente, que le asesinaron por envidia y POLÍTICA [5], que le acusaban entre otros muchísimos “delitos” de hacer milagros de curación el Sábado, de comer con publicanos y pecadores, de comer sin lavarse las manos como sus discípulos, de expulsar demonios “en nombre de Belcebú”, nada menos, de perdonar los pecados, de celebrar la Eucaristía pidiendo que todos comiesen de su Santísimo Cuerpo y bebiesen de su Preciosísima Sangre (aunque hoy pocos creen esto, por eso comulgan en la mano, como los protestantes y ni se arrodillan ni adoran a Dios mismo presente en el Sacrificio Eucarístico perpetuo), de soliviantar al pueblo contra el César, de expulsar a los mercaderes del templo, de afirmar que destruido el templo lo levantaría en tres días y, nada menos que, de proclamarse el Mesías, el Hijo de Dios vivo, al que veríamos a la diestra de Dios venir entre las nubes a juzgar al mundo, por lo que pretendieron engañarse y auto justificarse POLÍTICAMENTE con la farsa de que “conviene que muera un solo hombre antes que perezca una nación entera”. En fin, resulta IMPOSIBLE suponer que la nación más culta, laboriosa y ordenada de la tierra no tuviese ni idea de todas estas cosas o que las obviase, siendo un porcentaje enorme de todos ellos practicantes de la única religión, la católica, incluidos los propios nazis, por mucho que trate de ocultarse. Y en los templos alemanes que llevaban el nombre de todos esos primeros cristianos judíos (¿Ocurría lo mismo en la abortista URSS, o los eugenésicos USA ó UK?). Más bien parece que la persecución se centró en todos aquellos que eran comunistas, socialistas, socialdemócratas y sindicalistas, izquierdistas o progres en general, por tanto ateos recalcitrantes, pero que se quiere ocultar la titánica lucha contra el anticristo marxista y comunista tras el ópaco telón de la cuestión racial, de la que entonces no era ajena nación alguna en Europa o cualquier otro continente.
H. R. Pacios.
Adolf Hitler y su III Reich fueron corresponsables de crímenes contra decenas de miles de campesinos pobres de la URSS como los partisanos y comisarios comunistas, aunque en menor número que estos últimos, fue responsable de centenares de miles de muertes en campos de concentración por tifus, tuberculosis y desnutrición (seguramente que de un número muy inferior, incluyendo los no judíos, (homosexuales, por ejemplo, hoy tan idolatrados en un mundo tan satanizado y diferente, cada vez más parecido a Sodoma o peor aún) al millón de personas. Aunque eso no deje de ser un crimen enorme que ningún nazi o nacional tradicionalista o nacional católico futuro puede volver a repetir jamás, mejor recurrir a expulsión forzosa, como la gran reina española Isabel I la católica), fue corresponsable de la muerte de millones de soldados soviéticos en cautividad, aunque fue imposible físicamente salvarles de ese destino (en buena medida por las condiciones en la URSS pre existentes a la guerra), fue responsable de decenas de miles de ejecuciones (muchas de ellas arbitrarias y perpetradas por bestias infrahumanas como el criminal desalmado de las SS Dirlewanger, salido de prisión para suplir bajas) para mantener el terror en la guerra y evitar sublevaciones contra fuerzas alemanas de ocupación (cada vez más reducidas en número por las necesidades de los frentes) o atentados partisanos, aunque estos últimos multiplicaron esos crímenes, incluso sobre su propia población “colaboracionista” con el “enemigo de la patria del proletariado mundial”. Fue responsable de invadir Polonia, nación con una mayoría católica también, con la URSS, fue responsable acertado de invadir la propia URSS, un infierno satánico comunista sobre la tierra, como USA fue responsable acertado de invadir Irak del genocida Sadam Hussein, peligro extremo para toda la tierra (error no haberlo hecho en 1991, cuando contaba con todo el apoyo del mundo), fue responsable de muchas decisiones erróneas en la guerra, muy sangrientas, de las que era totalmente imprevisible su resultado final, pues él siempre trató de ganar la guerra rápido (Blitzkrieg) y tal cosa fue imposible por la ayuda USA, tanto a UK, como a la URSS, fue culpable de invadir Dinamarca (sin resistencia alguna de ésta, como Austria y Checoslovaquia, y con muchas unidades SS danesas en la guerra a favor del III Reich), Noruega (con muy poca resistencia noruega propiamente dicha, y sí muchísima colaboración y alistamiento a unidades SS de noruegos), de cruzar con tropas Suecia, proveedora del III Reich, en dirección a la aliada Finlandia, de invadir Francia (con más colaboradores que enemigos a lo largo de toda la guerra y origen de vendettas criminales de comunistas sobre decenas de miles de “colaboracionistas”, incluso sobre miembros franceses de las SS, con total pasividad y complicidad de los del cobarde huido a UK, De Gaulle), de invadir Bélgica (con muchos más combatientes anticomunistas que enemigos de Alemania, como el valiente León Degrelle), Holanda (idem), Luxemburgo (sin la más mínima oposición), Yugoslavia (con mucho apoyo militar en Eslovenia, Croacia y Bosnia, y enfrentamientos en Servia, y de poca intensidad en Montenegro y Macedonia), Grecia, combatiendo además en Rumanía, Moldavia, Bulgaria, Hungría y Libia (aliados iniciales), pero Hitler NO FUE CULPABLE DE QUE UK y FRANCIA LE DECLARASEN LA GUERRA A ALEMANIA y que la primera, junto a toda la Commonwealth (Australia, Nueva Zelanda, fuerzas esclavistas en India y Sudáfrica, Canadá, etc., naciones no agredidas inicialmente por Hitler), se obstinase en continuarla tras la derrota de Polonia en 1939 y de la de Francia en junio de 1940. Hitler NO FUE CULPABLE DE LA ENTRADA EN GUERRA DE USA (incluso desde mucho antes de 1941), crucial para la victoria del comunismo soviético en el mundo (armado y alimentado por USA), para prolongar la guerra y su sangrienta factura en vidas y dolor, incluso derramando la sangre de no pocos norteamericanos de USA en contra de lo prometido al pueblo de USA por el infame criminal socialdemócrata liberal y depravado Franklin Delano Roosevelt, racista con los negros de su país, masón enemigo de Jesucristo Nuestro Señor y arruinador asesino de millones de sus compatriotas con su infame programa de miseria y hambre keynesiano, “new deal”. Este individuo, Franklin Delano Roosevelt, una auténtica desgracia para toda la humanidad, especialmente los católicos, llevó a cabo con la URSS el papel que Stalin desempeñó en España durante la cruzada 1936/1939, al otorgar armas y munición en cantidades que multiplicaban las recibidas por el bando católico y patriota español, el bando nacional, a los rojos comunistas, socialistas y anarquistas, para prolongar la guerra y la agonía de millones de españoles, especialmente en la zona roja, la del terror, la miseria y el hambre atroz (atribuida infernalmente a Franco), en una guerra que debería haber durado pocos meses si no hubiese sido prolongada sangrientamente por la serpiente satánica comunista soviética, la que pretendió tomar el poder ya en octubre de 1934 con suministro de armas a los propios rojos, que por desgracia no pocos hoy, en España, no quieren ni reconocer ni que se sepa ¡falsos “católicos” incluidos! (esos que son socialistas, comunistas, liberal conservadores, demócratas en general, creyendo insensatamente que así sirven a Dios, votando, por ejemplo).
Adolf Hitler y su III Reich, como Franco y su régimen en España, era un peligro para los regímenes de los comunistas, socialistas y demócratas liberal conservadores (uña y carne unos de otros, pues los mercaderes liberal conservadores necesitan siempre a los socialistas y comunistas para sus negocios y como su clientela y mano de obra), pues su régimen autoritario demostró una extraordinaria superioridad material y espiritual (en el sentido de los Santos Evangelios, no de la teología de la liberación o la DSI, apóstatas y materialistas ambas, aunque en diferente grado) a los democráticos o marxistas, con logros nunca antes vistos en reino, nación y época alguna, y en tan poco tiempo, y eso ponía en peligro la supremacía angloamericana. Si Hitler no hubiese tenido la enemistad de los angloamericanos es seguro que hubiese destruido, a la luz de los informes militares y la evidencia de las batallas, el comunismo, pero un imperio alemán, con apoderamiento de todos los recursos de la antigua URSS, hubiese hecho a Alemania verdaderamente poderosa (y, en cierto modo, peligrosa, pues Alemania en el siglo XX no fue la católica España en los siglos XV, XVI, XVII y XVIII) en todo el mundo. Y contra eso se luchó desde el occidente anticristiano protestante, rebelde a Dios (no a Roma) y angloparlante, no por las falacias fariseas de la democracia (satánica y relativista moral sea cual sea, popular o liberal conservadora, y, sobre todo, antesala del infierno comunista como Kerenski de Lenin), la “libertad” (entendida como los hippies del mayo del 68 y demás bestias infrahumanas improductivas de sexo, drogas y rocarnrol, con sus apocalípticas consecuencias satánicas sobre la vida de miles de millones de personas, especialmente las más débiles, las sin Dios), la “justicia” (es decir, destrucción total en cuerpo y alma de todo el que destaque), el bien “común” (solo el de los comunistas y políticos siervos de ellos, incluidos derechistas), el estado de derecho ( nunca el derecho a la vida del inocente y a defenderse, sino a asesinar con aborto, drogas, eutanasia, divorcio, porno, etc.), la “tolerancia” (con el demonio y los suyos, nunca con los buenos a los que sí que se extermina día a día), el anti racismo (pero solo contra los racistas alemanes y el racismo de los blancos, nunca el de otras razas, extremadamente mortal y exterminador a lo largo de toda la historia de la humanidad como ha quedado bien palpable en la América pre colombina, en África y, sobre todo, en Asia, en toda raza no cristiana católica), los “derechos humanos” (los de la satánica ONU, es decir, a asesinar en el vientre materno, a la esterilización generalizada y sin consentimiento alguno, la eutanasia, incluso forzosa con virus comunistas anti población y con vacunas contra la vida de miles de millones que “sobran” según los iluminatis magnates pro ONU, las drogas generalizadas, el sexo promiscuo, el divorcio, la ideología de género y lgtbi, el afeminamiento de hombres desde la niñez, el escándalo continuo, etc.), contra la tiranía (curioso que las tiranías mayores y más salvajemente anticristianas hoy son precisamente las denominadas democracias, sean la popular de China o Corea del Norte o la liberal conservadora de USA y los países europeos de la infame y satánica UE) y demás mamandurrias que solo sirven para engañar a miles de millones de hombres y mujeres espiritualmente moribundos con anestesia atea y materialista, sobre la supuesta “bondad” de las democracias y regímenes marxistas porque lo dicen los políticos en quienes confían, predicadores satánicos de la mentira, no por sus hechos, por sus obras y por la verdad que todo el que tiene ojos puede ver si quiere, al margen de sus intereses materiales.
Todas las personas que hablan mal de Hitler, de la Alemania del III Reich, todos los anti nazis que han juzgado y condenado el nazismo, especialmente los católicos (eso que hablan de no juzgar, pero que han condenado y condenan el nazismo día tras día, con completo desconocimiento de ese régimen, aliado de los católicos en la cruzada española de los años treinta), deberían reflexionar bien acerca de lo que el mismo Jesucristo Nuestro Señor, Dios y hombre verdadero, nos mostró acerca de LA ESTIRPE DE LA SERPIENTE, DE LOS HIJOS DE LAS TINIEBLAS, para darse cuenta que su Infinita Misericordia no invalida en nada su JUSTICIA, sino que es inseparable de ella, que ningún campo de concentración de los nazis (ni siquiera los muchísimo más atestados, mortales, exterminadores y degradadores, de católicos y personas normales, los denominados gulags soviéticos, infiernos dentro del mismo infierno, aunque hoy se calle corruptamente) fue y es (como los de la genocida China actual) ni por lo más remoto equiparable a la Gehenna de fuego, al infierno eterno que les espera a todos los que obran el mal y odian la verdad sin arrepentirse, hacer penitencia y retractarse a tiempo. A los delincuentes y criminales se les lleva a la cárcel y, en algunos países como por ejemplo USA, se les puede incluso condenar a muerte, pero cuando los criminales y delincuentes, bestias infernales subhumanas de la ESTIRPE DE LA SERPIENTE SATÁNICA, son millones, no queda otro remedio, si no se quiere ser arrastrados con ellos al infierno en cuerpo y alma, que su reclusión en campos de concentración para hacerles trabajar durísimamente en penitencia por sus males interminables, hasta que mueran como lo que realmente son, bestias infrahumanas, y no criaturas de Dios Nuestro Señor. Esas bestias infrahumanas son, por sus obras, los comunistas, socialistas, socialdemócratas, bolcheviques, progresistas, animalistas, ecologistas, personas de izquierdas en general, liberales, conservadores, demócratas en general (y por lo tanto partidarios del relativismo moral que muchos papas han aparentado siempre condenar solo de palabra), masones, sindicalistas, patronos, herejes y blasfemos protestantes, anglicanos y ortodoxos, budistas, hinduistas, musulmanes, miembros de sectas todas satánicas y, en general, TODOS LOS QUE NO SON CATÓLICOS FIELES A JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR, DIOS Y HOMBRE VERDADERO, A SU SACRATÍSIMO CORAZÓN Y A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, EXCELSA E INMACULADA MADRE DE DIOS Y NUESTRA Y SU INMACULADO CORAZÓN. Son seres verdaderamente satánicos, peligrosos en extremo por su conducta sutil, que les permite aparentar “normalidad” e, incluso, “bondad” ante el mundo entero, enfermos sin solución, drogados, depravados, degenerados, corrompidos en cuerpo y alma si es que en verdad la tienen, bestias untermenschen indiscutibles, demonios encarnados y no criaturas de Dios, porque SU CONDUCTA, SUS ACTOS Y OBRAS LES DELATAN, aunque gocen incluso de la protección de los falsos católicos, como Judas Iscariote, todo por interés, por las treinta monedas de plata, que no por amor sincero a su Santísimo Maestro. Exhiben tanta SOBERBIA, que se obstinan en no arrepentirse y cambiar de vida, incluso tratando de justificar y promover sus satánicas obras y conductas (rechazando así poner en el centro de sus vidas a Jesucristo, al que odian furiosamente, pues sus actos son totalmente contrarios a lo que el Señor nos enseña en los Evangelios, y sí poniéndose a sí mismos en el centro de sus vidas con una egolatría enferma y satánica tan dañina para toda criatura), no acogiéndose con terquedad insistente a la Infinita Misericordia de Dios con los humildes y arrepentidos de corazón, con penitencia y conversión duras, aunque sinceras, aunque ya han sido de sobra advertidos. No pueden esperar otro destino que el que Nuestro Señor señaló para los que no acogieron su palabra transmitida por sus discípulos enviados de dos en dos, para los que el día del Juicio Final será mucho más duro que para Sodoma y Gomorra. Esos seres son verdadera cizaña que no tiene otro destino que el fuego del infierno (en el que hoy pocos creen insensatamente) y que tratan de corromper a todo el trigo de la tierra para arrastrarlos con ellos al infierno mismo. Hoy gobiernan las naciones, las grandes empresas, multinacionales y bancos, los principales conglomerados económicos y financieros (con todo tipo de barreras a la libre competencia que les ha permitido gozar del privilegio del monopolio o del oligopolio, violación del libre albedrío regalo de Dios al hombre y que el propio Dios es el primero en respetar, nunca los Estados sean del signo que sean, diferentes siempre a los Reinos católicos como Dios manda. Conglomerados que obtienen sus privilegios con leyes arbitrarias sin tasa de los satánicos gobiernos a los que compran y corrompen y que inculpan a todos sus votantes), los ejércitos (que ya no defienden las patrias, sino la política a sueldo de la cual están cual mercenarios burócratas politizados sin patriotismo verdadero y como cómplices de un estado cada vez más policial), los tribunales (arbitrarios, corruptos y sectarios sin excepción. Ni un solo juez de la tierra se rige por la Ley de Dios contenida en el Nuevo Testamento. Siempre condenan al bueno y al justo, indultando al criminal y genocida, especialmente el político), los medios de comunicación (siervos sumisos a la mentira sin tregua, politizados y más indignos que las prostitutas voluntarias), las organizaciones internacionales (ONU, FMI, Banco Mundial, OMS, UE, OTAN, OCDE, OMC, etc., todas satánicas abortistas, eutanasiadoras, esterilizadoras, partidarias del divorcio, creadoras de virus criminales como arma anti población, manipuladoras de la naturaleza humana y del clima como si se pudiesen alterar a capricho de ellos, enemigos todos de Dios y en guerra contra Él, y promotoras de un sinfín de desgracias contra Dios y sus criaturas sin excepción, por mucho que hasta algunos papas, cardenales y obispos las defiendan a capa y espada en sus encíclicas, catecismos, homilías, etc.), los parlamentos nacionales y regionales (sanedrines de demonios encarnados sin alma ni corazón alguno. Nunca buscando el bien, sino ganar el poder, sedientos de él como el demonio de condenar almas, incluso con golpes de estado electorales y compra de la oposición, cómplice siempre de los desmanes de los gobiernos por mucho que aparenten enfrentarse a ellos), los centros de inteligencia y de espionaje (al servicio del espionaje e inteligencia políticas, que no al servicio de la seguridad y el orden de la nación y sus ciudadanos), los mercados financieros (con bancos centrales al servicio de los políticos, nunca independientes. Entidades centrales y emisoras verdaderamente corrompidas y culpables de todo tipo de desfalcos multimillonarios llevados a cabo por entidades públicas como Freddy Mac, Fanny Mae en USA o las políticas y públicas cajas de ahorro en España y otros países europeos, y de estar en el núcleo satánico que pretende eliminar el dinero efectivo para requisar los depósitos y robar el dinero a todos y cumplir así las exigencias de la impagable deuda pública, los que no comprenden que tras la supresión del efectivo está el afán de requisa al más puro estilo soviético chino, el control totalitario de la población mundial y su esclavitud económica y de todo orden TOTAL), los sectores económicos vitales (electricidad, telecomunicaciones, combustible, bancos, seguros, agua, distribución, etc.). Si estas bestias andan sueltas y no son recluidas en campos de concentración hasta que Dios los envíe al infierno o se apiade de ellos enviándoles a las llamas del Purgatorio, con destrucción total de todos sus dominios y potestades, serán los justos y buenos los que resulten martirizados en mares de sangre mucho más de lo que han padecido hasta ahora y corran el peligro de perdición eterna, pues bien sabemos que “si aquellos días no se abreviasen no se salvaría nadie, pero en atención a los elegidos, aquellos días se abreviarán”. No hay mayor ciego que el que no quiere ver ni necio que no quiere saber. Si se silencia esto, se contribuye a ayudar al demonio, por muy papa, cardenal, obispo o sacerdote que se sea.
[1] En el libro “La batalla de Stalingrado” de William Craig, el último anexo, titulado “Doce años después…”, recoge un esclarecedor diálogo diplomático que en Moscú, en septiembre de 1955, llevó a cabo el entonces canciller de la RFA, Konrad Adenauer, con los dirigentes de la URSS Bulganin y Nikita Jruschov, en la que el alemán, con una valentía encomiable, insistió tenazmente en la petición de liberación de los prisioneros de guerra alemanes aún encarcelados en el área o esfera de influencia de la Unión Soviética, en la que salió a la luz una serie de cuestiones que los presentes registraron y que se referían a los crímenes de guerra de los alemanes en territorio soviético según la propia versión soviética. Tras alegar Adenauer motivos humanitarios para liberar hombres separados de sus familias y de su patria, envueltos de una u otra forma “en el torbellino de la guerra”, motivo de preocupación para toda familia alemana y que era intolerable que padeciesen cautiverio más de diez años después del final de la guerra, Bulganin niega la existencia de prisioneros de guerra alemanes en la Unión Soviética, a los que afirma haber liberado y repatriado, sino criminales de guerra de los antiguos ejércitos de Hitler, que fueron “juzgados” por tribunales soviéticos por crímenes contra el pueblo soviético, contra la paz y contra la Humanidad (en total 9626 hombres). Justifica Bulganin la retención en la cárcel de esos criminales en nombre de las “normas y reglas más humanas”, criminales que perdieron su compostura humana culpables de atrocidades, incendios, asesinatos contra mujeres, niños y ancianos, a los que no se puede considerar prisioneros de guerra. A continuación, el Primer Ministro soviético expone lo siguiente:
“El pueblo soviético no puede olvidar los crímenes capitales cometidos por esos elementos criminales, como por ejemplo el fusilamiento de siete mil hombres en Kiev, en Babi Yar. No podemos olvidar ese millón de personas que fueron gaseadas y quemadas. Nadie puede olvidar las toneladas de cabello que fueron cortados (y clasificados) a mujeres torturadas hasta la muerte. Existen muchos que presenciaron lo sucedido en Maidanek. En los campos de Maidanek y Auschwitz mas de cinco millones y medio de personas, todas inocentes, fueron asesinadas. El pueblo ucraniano nunca olvidará aquellas personas inocentes asesinadas en Járkov, donde fueron fusilados o gaseados miles de seres humanos. Podría mencionar los campos de concentración de Smolensko, Krasnodar, Stavropol, Lvov, Poltava, Nóvgorod, Oriol, Rovno, Kaunas, Riga y muchos otros, donde cientos de miles de ciudadanos soviéticos fueron torturados hasta la muerte por los fascistas de Hitler. No podemos olvidar aquellas gentes inocentes, asesinadas, gaseadas y enterradas vivas; no podemos olvidar las ciudades y aldeas abrasadas, las mujeres, muchachos y niños asesinados. Y esos 9626 hombres que he mencionado son criminales que cometieron tales monstruosos crímenes…”
Es decir, la versión oficial indiscutida del “holocausto” judío es SOVIÉTICA. Además, deben buscarse campos de concentración no solo en Polonia, sino en esas ciudades rusas, ucranianas, bielorusas y bálticas en las que supuestamente se “gasearon” a esos “seis millones de judíos” (redondeados posteriormente por la propaganda demo comunista, con medio millón más, total qué importa) para hacer pastillas de jabón, salvo que ya se haya borrado totalmente tales “pruebas” o aclarar si alguna vez hubo campos de concentración en tales ciudades, que seguro que no. La famosa y gloriosa división 250 de la Wehrmacht, la española “división azul”, presente en Novgorod, no ha dado testimonio alguno de que allí hubiese un “campo de concentración con gaseamiento de judíos soviéticos”, así que la MENTIRA soviética, la más grande de la historia de la humanidad, es clara.
Adenauer, católico ejemplar y seguro sabedor de la FÁBULA de los genocidas comunistas, siempre dispuestos a acusar a los demás de sus propios crímenes, insiste muy hábilmente haciendo alusión a que él no hablaba de prisioneros de guerra, sino de “personas que eran retenidas”. Informa de que el mismo caso afecta a las relaciones alemanas con USA, UK y Francia, que habían “llegado a la conclusión de que las sentencias dictadas en aquellos países en el primer período de posguerra no estaban libres de las emociones propias de la atmósfera de aquel momento específico…” (ALUCINANTE). Continúa reconociendo la invasión de Rusia y que se cometieron muchas maldades, pero recuerda a sus interlocutores soviéticos que los rusos invadieron Alemania y que allí “sucedieron también muchas cosas horribles durante la guerra” (acusándoles claramente de su barbarie sin precedentes). El Primer Ministro soviético Nikita Jruschov respondió con vehemencia a Adenauer rechazando todo tipo de acusación sobre crímenes cometidos por el Ejército Rojo, incluso intimidando al alemán con el argumento de que ¡“la parte alemana no puede presentar ninguna prueba de ello”! (esto es ser un comunista de pies a cabeza, un siervo implacable del demonio y de la mentira. Por supuesto que atribuir alma a este tipo de sujetos como el genocida comisario comunista Jruschov, el tonto de las cenas de Stalin en el Kremlin, es temerario en grado sumo. Además, imposible presentar pruebas si se impide todo tipo de investigación con comisarios comunistas celosos de que no se sepa la verdad jamás, destruyendo todo lo que pueda comprometer su versión aceptada en todo el mundo) y sintiéndose cínicamente “insultado”. Afortunadamente, seguro que por razones de intercambio económico (para los marxistas no hay más finalidad que la meramente material, pobres necios, creerán poder escapar al Jucio Final con la nada porque ellos no creen) con la RFA, el tenaz católico Adenauer, logró anunciar unos días después el acuerdo de repatriación de esos casi diez mil alemanes “con la autorización de Bulganin” (parece ser que con una amnesia repentina incomprensible sobre los supuestos “crímenes contra el pueblo soviético que no podían olvidar”) para decir públicamente que la repatriación empezaría antes de que él mismo llegase de regreso a Bonn (capital de la antigua República Federal Alemana, RFA). Este tipo de testimonios de satánicos dirigentes de naciones molesta, y mucho, tanto a demócratas como a comunistas por igual, no vaya a sospecharse que la versión oficial soviética es MENTIRA, DE MODO GENERALIZADO, algo propio de demonios y no de hombres…
H. R. Pacios
[2] Hoy, los católicos, tenemos la INMENSA DESGRACIA de padecer una actitud cuando menos incomprensible por parte de algunos papas, cardenales, obispos y sacerdotes, que parecen querer acallar la voz del mismo Dios Nuestro Señor, alegando que las apariciones a santos y santas y videntes, como las acaecidas a los pastorcillos de Fátima (Portugal) (con petición del rezo continuo del Santo Rosario), a Santa Faustina Kowalska (santa polaca cuyas revelaciones, obtenidas del propio Señor Jesucristo, alusivas a su Infinita Misericordia y que nos enseñaron el rezo de la Divina Corona de la Misericordia, hoy rezada, gracias a Dios, por cada vez más católicos fieles, fueron autorizadas nada menos que por su compatriota San Juan Pablo II), a las niñas de San Sebastián de Garabandal (España)(con un mensaje durísimo sobre cardenales, obispos y sacerdotes y sobre el comunismo) y otras, son “revelaciones privadas” que no hay porqué creer, como si Dios mismo no se pudiese revelar, en la persona de Jesucristo o en la Santísima Virgen María, en quien sea su Santísima Voluntad, como si solo revelase la verdad a los papas, cardenales y obispos y no a los demás, como si fuésemos todos analfabetos espirituales que solo hay que creer lo que enseñan dichos papas, cardenales y obispos, ya sea conforme o no con los Santos Evangelios, las propias encíclicas o el catecismo, como si los propios Santos Evangelios fueran un mero “adorno” y no nos enseñasen que el mismo Señor agradeció a Dios que enseñase a los humildes y sencillos lo que oculta a los sabios de este mundo. Si es “revelación privada” la referente a Rusia y al comunismo, que no a Alemania o los nazis, o todos somos tontos extremos o ¡vaya mensaje más extraño comunicado a niños que apenas sabían leer y escribir o a una monja de clausura polaca por el mismo Dios a quien llamó incluso en medio de un baile de jóvenes! Además, si la niña francesa Bernardete preguntó a Nuestra Señora de Lourdes (Francia) por su nombre, y su párroco se quedó sorprendido de la revelación de la pequeña que ella misma no entendía, que le hablaba la INMACULADA CONCEPCIÓN, no entiendo que obispos y sacerdotes estudiosos de las Sagradas Escrituras no sepan distinguir entre niños y niñas que mienten para llamar la atención y quienes transmiten un mensaje verídico de Dios a los más inocentes para toda la humanidad, para su conversión a tiempo antes del Día de la Justicia que exige también la Misericordia Divina, salvo que los que consideran al comunismo como algo “bueno para los pobres y justo” o de “justicia social” (como acostumbran a decir los mundanos falsos creyentes y siervos del anticristo marxista o de los intereses de mercaderes liberal conservadores a través de la doctrina social de la Iglesia) quieran a toda costa censurar mensajes de Dios de ese cariz ¡Pobres de ellos si no se retractan a tiempo!. Más bien parece que la ACCIÓN POLÍTICA y el humo de Satanás comunista, o liberal conservador, o marxista o masón, no concuerdan en NADA con la misión fundamental que tiene todo católico, la de predicar el Evangelio a toda criatura, como nos mandó el Señor. El Evangelio, no el mitin político a conveniencia de cada cual, tratando de eclipsar a Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, con una Iglesia papacéntrica, obispocéntrica o sacerdotecocéntrica (como la del mediático fariseo P. Ángel, el rojo necesitado de aprobación populosa, que todo lo hace para salir en medios de comunicación, y que en verdad ya recibe su premio en muchos medios mundanos y ateos), ajena a la humildad de la Santísima Virgen María, humilde Madre y esclava predilecta de Dios y Madre nuestra, que nunca robó protagonismo a su Santísimo Hijo.
[3] Se puede tratar de ocultar, de censurar, de tergiversar, de amenazar y “desacreditar” a quien lo revela, incluso de asesinar o encarcelar al pregonero, pero es la DEMOCRACIA, tanto liberal conservadora, como popular o marxista (recordemos que para los comunistas como Marx, Lenin o Stalin, p. ej., el comunismo es la verdadera democracia, el gobierno del “pueblo”, el de la soberanía “popular”) la que ha traído y trae, una interminable lista de males contra la humanidad. Males contra los que el fascismo en Italia, el falangismo en España, el régimen de Hitler en Alemania, etc. trataron de REACCIONAR de modo infructuoso para desgracia de los hombres y mujeres de Dios. Cito:
Ideología de género (satánica sin paliativos, rebelde a Dios y a la naturaleza por Él creada, soberbia sin límite y propia del “no serviam” luciferino), ideología LGTBI (satánica también, propia de monstruos degradados y soberbios que desprecian a Dios, especialmente los que tal aberración consienten, aunque no practiquen, como nos indica San Pablo en Romanos 1, contra Dios mismo), aborto (infanticidio genocida de los enemigos de la Vida, que es Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero), eutanasia (“legalización” del asesinato y contra la Vida y la llevanza de la Cruz salvadora), vientres de alquiler (contra natural y reductora de los hijos a mero capricho materialista y mercancía), inseminación artificial incluso con semen donado anónimo (depravación de soberbia satánica, que hace del hombre, un falso “dios” creador y a las criaturas así concebidas, un mero capricho de consecuencias incalculables), selección de embriones (idem), clonación de seres humanos (monstruosidad satánica y de suplantación de Dios mismo Creador), desnaturalización total de niños y niñas en la escuela en el nombre de la “tolerancia” y la “inclusividad” (nunca con los normales, con la población sana, que debe ser amedrentada, amenazada con cárcel, manipulada, incluso genéticamente, para que vean “normal” lo que nunca fue normal, incluso con terror legal intimidatorio de políticos seductores como su padre satanás. Esto es el escándalo del que el mismo Jesucristo nos previene con lo de ¡Ay del hombre por el que el escándalo viene!, en referencia a los que escandalizan a los pequeños), promoción de la homosexualidad (con apoyo masivo de la población infrahumana y depravada por voluntad propia y obstinación en el no arrepentimiento y la contrición, en una especie de apoyo mutuo de promiscuos, adúlteros, prostitutas voluntarias, pederastas, clientes de prostíbulos, degenerados de todo tipo, etc., nunca dispuestos a regenerarse y convertirse aceptando el abrazo del Padre celestial que le espera como al hijo pródigo), transexualidad (locura contranatural que implica mutilar lo que es sano para satisfacer un trastorno profundo) y todo tipo de satánicas degeneraciones sexuales (todas vienen de satanás), prostitución de todo tipo (incluidos niños y niñas, fruto de abusos incluso en organismos públicos que se supone que los dan en adopción a “parejas” estables. Otro escándalo del que ya nos previene Jesucristo y que hoy cuenta con políticos que piden la “legalización” de la pedofilia), afeminamiento de los niños desde los colegios (satánico, escandaloso y contranatural, aunque muchos padres retrasados mentales no lo quieren ver tal como es), drogas generalizadas (que ya son modo de financiar la ruina de las naciones generada por los políticos despilfarradores insaciables del dinero público a cambio de votos comprados, no por los magnates acreedores, también culpables de financiarles, aunque la irresponsabilidad es de los políticos en exclusiva, por eso todos los políticos son cómplices en la autodestrucción de la población de sus naciones, además de ser ellos mismos drogadictos y locos sin tasa, desde luego que nada normales y, mucho menos, como Dios manda), actitud narcisista (creciente con el ateísmo del narciso, que desprecia con locura total a Dios, como si pudiese vivir sin Él, como si creyese que puede vivir por sí mismo y sin Dios. Más locura no es posible concebir), ególatra, hedonista (hoy se odia el sacrificio, el esfuerzo y el merecimiento. Se vive por y para el placer, camino de autodestrucción en cuerpo y alma), promiscua (la continencia y la castidad están ya no solo ridiculizadas satánicamente, sino castigadas incluso por ley, especialmente en el caso de los sodomitas que no quieren serlo y buscan terapia espiritual católica para poner a Dios en el centro de sus vidas, y no a ellos mismos, único modo de vencer a ese satánico mal degradador y contra natural), adúltera (con declaración de guerra a Jesucristo de todos los que rompen familias y se divorcian. Jesucristo fue claro respecto al matrimonio y el adulterio) y anti familia (hasta tal punto que hoy se ve claramente aquello que Jesús dijo camino del calvario sobre lo de que “si esto hacen con un leño húmedo, qué no harán con uno seco” en referencia a los hijos de las mujeres que lloraban a su paso), ataques contra la familia tradicional fundada en el matrimonio (hombre y mujer siempre y en todo lugar mientras el mundo fue natural y normal. Con degradación actual y disolución sexual con la falacia infernal y satánica del “género”, invento de la estirpe infernal de la serpiente, que no de seres humanos verdaderos. Género verdaderamente inseparable del sexo, masculino o femenino, y, por tanto, natural como Dios lo creó y como siempre ha sido lo normal) y, especialmente, contra la Santa Iglesia Católica Apostólica, la de Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, y sus fieles (como es voluntad de satanás, que pretende llevar a la humanidad al mismo infierno de llamas que nos describen todos los santos y santas en sus revelaciones. Hoy molesta rezar en público y despierta odio el que se declara católico ante los demás), ridiculización constante de la castidad y la continencia (con degradación y discriminación contra los que son normales, frente a los depravados de la estirpe de la serpiente satánica, los hijos de las tinieblas, putas, maricones, bolleras, puteros, pedófilos, violadores, abusones, degenerados de todo tipo que son incapaces de autodominarse y que son veletas esclavas de sus apetencias del momento), promoción de todo tipo de enfermedades de transmisión sexual (con la consigna de sexo como bien de consumo placentero y sin compromiso ninguno de fidelidad y, mucho menos, donación íntima, sin el natural gozo, alegría, sufrimiento y llanto juntos por ser uno del otro hasta el final, por hacerse “una sola carne” que los retrasados mentales siervos del demonio no comprenden porque no se les ha dado entendimiento de lo que es un matrimonio, don y vocación de Dios Creador mismo), especialmente el SIDA, incurable y proveniente de depravaciones sexuales de todo tipo y de las drogas inyectables fundamentalmente, generación de un porcentaje descomunal, nunca antes conocido en la historia de la humanidad, de depresiones, suicidios y enfermedades mentales (todos originados por la falta de Fe en Jesucristo, de Esperanza en la Vida Eterna y de Caridad o amor al prójimo, que trae como regalo, que no como merecimiento, el Señor a sus criaturas, al amar, pensar y meditar en Él, en su Santísima Madre y en los Santos Evangelios, y fruto del egoísmo y el ateísmo generalizados soberbios como el demonio, que no admiten a Dios en sus vidas), corrupción sin tasa (tanto material, como espiritual. Corrupción como modo de vida, eso define la democracia o relativismo moral del todo vale si es lo más votado. Hasta el punto que cada vez más gente trata de auto justificarse vanamente con aquello de que “los otros hacen más mal” o que “todo el mundo lo hace” o el “qué le vamos a hacer, así es el mundo, la vida, etc.”), delincuencia (promovida con indultos generalizados de carácter político, es decir, condena al bueno, absolución al malo, dando cumplimiento a lo que nos reveló la Santísima Virgen María: “los buenos serán suprimidos”, además de fomentar las conductas delictivas por su impunidad), crimen (cada vez más generalizado en una sociedad atea e insensibilizada con anestesia insensata creciente, eso sí, con una hipocresía vomitiva con muestras a son de trompeta de solidaridad ante los medios cuando acaece cualquier asesinato, para ser tildados de “compasivos”), latrocinios, desfalcos, prevaricaciones, robos, saqueos, desórdenes y escándalos, violencia, impunidad de todo crimen cometido por políticos, sindicalistas, masones y patronos, por parte de jueces sectarios corruptos a más no poder, manipulación continua en medios de comunicación corrompidos, embusteros extremos, incitadores del odio a lo bueno y santo y politizados (los medios de comunicación subvencionados, las prostitutas vasallas del poder infernal), desempleo y hambre crecientes (el hambre como arma política leninista de la democracia), miseria física y moral, divisiones de la población por cualquier causa política (sexo, raza, religión, inclinaciones sexuales degeneradas y contranaturales, ricos contra pobres, secesionismos regionales, uso de lenguas regionales para dividir y generar odio además de ignorancia en los educandos, etc.), ruina económica de las naciones con creciente deuda pública impagable en los países más avanzados, irresponsabilidad absoluta de los políticos y funcionarios públicos, creación interminable de problemas sin resolución de alguno (y lo malo es que personas supuestamente “sabias” confían en que los políticos están para el “bien común”, como si creyesen que se puede obtener algo bueno del diablo y sus secuaces. Mayor y más peligrosa confianza no cabe concebir), y un larguísimo etcétera de monstruosidades que no parece tener fin y que equiparan a las naciones más y más al infierno mismo (hoy, los que sirven al demonio, incluso tildan de loca a Santa Teresa de Jesús de Ávila cuando decía que el mundo, en el siglo XVI y en referencia a la rebeldía protestante a Dios, “estaba ardiendo”. Con descerebrados que califican de locos a los santos y santas y generan complejos por desgracia tan extendidos así nos luce el pelo).
Los españoles podemos perfectamente comparar, incluso leyendo la Constitución de 1978 en relación a los derechos fundamentales, el régimen del Generalísimo Franco, homónimo del de Hitler, con la democracia actual. No hay una sola parcela de importancia verdadera en la vida de hombres y mujeres, criaturas de Dios, en la que el primero no muestre una APLASTANTE superioridad moral y material sobre la infernal situación democrática actual (solamente, compruébese en primer lugar el cumplimiento del artículo fundamental del texto constitucional, el que atañe a la vida misma, sin la cual no es posible ejercer cualquier otro derecho, el artículo 15). Si un católico se acerca a una urna, que reflexione bien acerca de las consecuencias que su opción política puede acarrear, de la cual se hace pleno responsable, no en vida, sino ante Dios Nuestro Señor, pues no se puede pretender juzgar sin ser juzgado. No se puede pretender juzgar al III Reich con otra vara de medir a la que se debe aplicar a las democracias de toda la tierra, pero siempre ha de hacerse con la Verdad, pues de lo contrario el daño a la Cristiandad será irreparable. Por mucho que papas, cardenales, obispos y sacerdotes condenen al infierno a Hitler y a Franco, así como a sus regímenes y partidarios (con un enorme porcentaje de católicos verdaderos), no pueden esperar que Dios les juzgue a ellos de modo diferente. Así que bien harían si midiesen bien sus juicios y revisasen bien su capacidad de discernimiento, capacidad vital para evaluar interiormente la fe de cada uno, no sus inclinaciones políticas. Desde luego que los regímenes, tanto de Franco, como de Hitler, fueron una clarísima REACCIÓN contra todo lo que la democracia y el comunismo han propagado por el mundo, como ya nos advirtió la Santísima Virgen María en 1917 a través de los tres pastorcillos de Fátima.
[4] Resulta claro que términos que no tienen el más mínimo sentido a la vista de la verdad histórica, han sido acuñados para desacreditar al político del bando contrario aprovechándose de la profunda subnormalidad del votante que les da crédito o de su interés propio de un judío mercader sin escrúpulos, todo ello en ese repugnante juego político de locos que pretende cambiar diariamente la “cotización de la intención de voto de los partidos de los que son vasallos y siervos”, juego propio de cerdos revolcándose en su cuadra. Van dos ejemplos:
“Feminazi”: se trata de equiparar el feminismo, terrorista y comunista, satánico, socialista o marxista, y ENEMIGO DE DIOS, con el III Reich y su ideología. Solamente hay que constatar que no hubo aborto en la Alemania de Hitler (sí en la URSS desde los años veinte y eugenesia en los países angloparlantes), ni reivindicaciones desnaturalizadoras de hombre y mujer, ni nada que se le pareciese. La Alemania de Hitler, pese a quien pese, y como la España de Franco, fueron naciones sanas y normales (a una se la dejó existir por la Gracia de Dios, a la otra no, aunque de la segunda queda cada vez menos), no como las de sus degenerados enemigos y por mucho que hasta sacerdotes teólogos comunistas traten de equipararlas a sociedades infernales.
“Catanazi”: idem con respecto a los enloquecidos de odio caciques de Cataluña, los antiespañoles de aquella región que quieren destruir a su tan odiada España y su unidad (lograda por la Fe en Jesucristo desde el Camino de Santiago en la gloriosa Edad Media, edad Jesucristocéntrica y cimiento de la civilización católica, es decir, occidental), adhiriéndose incluso a los criminales proetarras, aún más envenenados de odio a España y los españoles, en un frente común caciquil antiespañol. Hitler, al igual que Franco respecto a España, cortó contundentemente cualquier tipo de secesionismo en Alemania, intentando unificar lo que el infame Tratado de Versalles seccionó y dividió, por mucho que los lacayos y siervos de la política traten de asociar secesionismo y nazismo como forma de insultar la “inteligencia” de sus seguidores, como si fuesen retrasados mentales profundos o putas vendidas al mejor postor en monedas indiferentes al patriotismo verdadero. Solo hay que constatar en Mein Kampf lo que Hitler denuncia y erradica después de la hostilidad entre Baviera y Prusia, algo odioso para él, como la hostilidad entre católicos y protestantes alemanes (ultramontanismo).
Se ha llegado a identificar, incluso por medios católicos muy politizados, a Hitler como partidario de la EUTANASIA impuesta actualmente por los siervos marxistas de Satanás en España, contra los que luchó, por cierto, la famosa Legión Cóndor alemana, con base en León en nuestra Cruzada de los años treinta. Pues bien, centenares de miles de soldados alemanes sufrieron mutilaciones, pérdida de vista, pérdida de oído, limitaciones físicas y psíquicas diversas, etc. Y no se conoce testimonio alguno de exterminio con eutanasia de esos soldados o civiles mutilados o discapacitados, empleados en industrias y la administración, en retaguardia unos, y permitiendo volver al frente a otros. Hasta tal punto de maldad llega esa acusación propia del mismo Lucifer y sus secuaces que, el soldado alemán más condecorado, Hans Ulrich Rudel, el as de la Luftwaffe al que incluso Stalin puso precio por su derribo, una auténtica pesadilla para los soviéticos, pues destruyó más de 500 tanques soviéticos de todo tipo con su Stuka entre otros muchos méritos de igual o mayor calado, fiel al nazismo hasta después de la guerra, voló, hasta la última victoria alemana al sureste de Alemania a comienzos de mayo de 1945 ¡con una sola pierna!, es decir, incapacitado y con muletas fuera del avión, circunstancia que no fue óbice para ser premiado con la más alta condecoración militar del III Reich, la cruz de hierro de hojas de roble con diamantes. También, el alto mando alemán que atentó contra Hitler el 20/7/1944, poniendo una bomba bajo la mesa de mapas, era un incapacitado al que faltaba un brazo y solo veía por un ojo ¡trabajando con el séquito del Führer día tras día en su “Guarida del Lobo”! Todo tan sospechoso como que Imperio Argentina, actriz española en Carmen la de Triana, rodada en Berlín en 1936, y con una historia sobre gitanos en Andalucía, con una alegría y desparpajo español característicos enamoró al propio Hitler y a otros altos jerifaltes alemanes de tal modo que no dejaban de enviarle champagne, rosas y de cortejarla. Vaya racismo más raro y este de verdad, no de fábula política. Donde esté una buena moza española se acaba el racismo pero a vuelo de halcón (pero las buenas españolas, para los españoles). ¿Con qué otra monstruosidad ficticia se querrá acusar al III Reich en el futuro por asquerosos y satánicos intereses POLÍTICOS de los que están destruyendo a la humanidad de modo verídico, que no de fábula hollywoodiense o de “profesores” historietadores de “universidad” progres sin mínimo temor de Dios?
H. R. Pacios
[5]
No se puede sostener por más tiempo que Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, Salvador y Redentor nuestro, no fue víctima de la POLÍTICA de su época. Fueron intereses de poder y políticos los que condujeron a los JUDÍOS fariseos a tentarle continuamente, a tenderle asechanzas, a buscar falsos testimonios contra Él y, finalmente, a asesinarle en la Cruz. Los escribas y fariseos eran entonces la autoridad religiosa, pero habían POLITIZADO la Ley de Moisés a conveniencia de ellos, no para Gloria de Dios, y eran muy celosos de su poder y prerrogativas, considerando a Jesucristo, a quien envidiaban por sus obras y porque convertía al pueblo de Israel por muchedumbres allá donde acudía (diferencia con la situación actual desgraciada de vaciado de seminarios, monasterios y templos), especialmente a los más pobres y desahuciados, un peligro POLÍTICO:
Jn 11, 45-53: Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces convocaron consejo y se preguntaban: “¿Qué hacemos? Es cierto que este hombre realiza muchos signos. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él, y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación”. Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote aquel año, les dijo: “Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta de que conviene que muera uno solo por el pueblo, y así no perezca toda la nación”. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación – y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos -. Desde ese día, se pusieron de acuerdo para matarlo.
Por lo tanto, las advertencias de Benedicto XVI sobre la POLITIZACIÓN de la teología y de la exclusión de Dios sustituido por la ACCIÓN POLÍTICA, es el mismo error de nuestro tiempo que condujo a los hipócritas judíos fariseos, fieles a su POLÍTICA y no a Dios, a crucificar a Jesucristo Nuestro Señor, independientemente de constatar personalmente que tenía poder hasta sobre la Vida y la Muerte, a ser testigos de la devolución de la vida a Lázaro ya sepultado días antes. Fue la POLÍTICA lo que les llevó a acabar con el Señor. Por ello, calificar la POLÍTICA como “la forma más alta de caridad” o tratar de equiparar POLÍTICA y CARIDAD en una suerte de incoherente “caridad””política”, nada menos, es HEREJE en extremo. La caridad o amor al prójimo se hace para Gloria de Dios, la POLÍTICA para gloria de los políticos y de los mundanos.
Si se niega e incluso censura el mensaje de Dios por medio de Él mismo, Jesucristo, o por medio de la Santísima Virgen María, revelado a gente sencilla como niños y niñas de Fátima, Garabandal o de jóvenes monjas como la santa polaca Kowalska, se está cometiendo un gravísimo pecado mortal de soberbia y conduciendo a muchos hombres y mujeres a la perdición eterna (recuérdese la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María Santísima para haber evitado la segunda guerra mundial, ¡qué les hubiera costado a todos los obispos del mundo haberla llevado a cabo a tiempo!). Por ello es preciso discernir bien cualquier tipo de mensaje y la veracidad de quien lo transmite, pero nunca censurarlo si es veraz por mero interés POLÍTICO tanto dentro como fuera de la Iglesia. De hecho, toda alma consagrada debería renunciar a la POLÍTICA, que además de satánica es mundana, y consagrarse en cuerpo y alma, en exclusiva, a Dios, a su Gloria, que es a lo que Dios les llamó en su vocación. La POLÍTICA es propia de las falsas “religiones”, de los falsos profetas y de las sectas, incluso las rebeldes ortodoxas, anglicanas y protestantes que usan e instrumentalizan blasfemamente el Santísimo Nombre de Jesucristo Nuestro Señor, cuando son rebeldes a Él por no convertirse de alma y corazón a su Santa Iglesia Católica Apostólica, la que Nuestro Señor fundó en San Pedro. No se puede POLITIZAR la Sagrada Escritura.
Mt 11, 25-27: Por aquel entonces, tomó Jesús la palabra y dijo: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a gente sencilla. Sí, Padre, pues tal ha sido tu decisión. Mi Padre me ha entregado todo, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni al Padre le conoce nadie, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Es decir, la Santísima Voluntad de Dios no excluye revelar la Verdad a gente sencilla. Negarlo no es propio del ser católico fiel a Jesucristo por mucho que se quiera tergiversar el mensaje evangélico citado en las encíclicas o Comisiones para la Doctrina de la Fe. El papa, los cardenales, los obispos, arzobispos y sacerdotes no tienen por qué ser los únicos que reciban en exclusiva las revelaciones de Dios.
Por otra parte, los católicos piden en cada Padrenuestro “Venga a nosotros Tu Reino…”, luego hay un Reino de Dios por todos nosotros deseado desde hace dos milenios que todo bienaventurado podrá gozar eternamente en compañía del Señor, que NADA tiene que ver con los “reinos” POLÍTICOS actuales que padecemos, todos, en mayor o menor medida, enemigos de Dios y siervos de Satanás en sus gobernantes y seguidores obstinados.
Jn 18, 36-37: Respondió Jesús:
“Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí”
Entonces Pilato le dijo: “¿Luego tú eres rey?”.
Respondió Jesús:
“Sí, como dices, soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.
¿Qué voz escucharon entonces y escuchan hoy los JUDÍOS y sus adoradores? ¡Claro! La de su POLÍTICA, siempre interesada, materialista y rapaz.
Y, finalmente, NO fue el personaje histórico tan denostado Adolf Hitler el que escribió lo más extremadamente duro de los JUDÍOS, lo siguiente (y pobre del que trate de censurar, tergiversar o quemar el Libro en el que viene, como se hizo en Rusia y otros países sin Dios):
Jn 8, 42-44: Jesús les respondió: “Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado. ¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque estáis impedidos para escuchar mi palabra.
Vosotros sois hijos de vuestro padre el diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Éste fue homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira.
Pero a mí, como os digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis?
El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis porque no sois de Dios”
Es difícil encontrar algo tan devastadoramente condenatorio sobre los JUDÍOS que estas palabras pronunciadas por Dios mismo encarnado: los judíos son hijos del diablo, el padre de la mentira, no atienden a la Verdad porque no son de Dios. Y esto es Palabra de Dios contenida en el Evangelio según San Juán, no palabra de hombres como gaudium spess, tutti fratellis tutti frutis pachamamás de todo vale y todo a cien en el mercado de la política de turno, ni extraterrestres y ángeles en naves, ni guerras o rumores de guerras ante los que no hemos de alarmarnos, ni Donald Trump “salvador”, ni lunas de sangre o Iglesia destruida desde dentro, porque sobre la Santa Iglesia de Dios, la Católica Apostólica, ni las puertas del infierno prevalecerán, mientras que las demás, todas falsas, caerán al primer soplo.
Firmado: Hugo Rodríguez Pacios.