FIRMA INVITADA: Carta a la Iglesia Remanente

 

 

 

 

César Sánchez

Madrid, domingo 18 de febrero de 2019

 

CARTA A LA IGLESIA REMANENTE

 

Queridos hermanos en Cristo Crucificado y Resucitado:

Que la Paz de Dios, que procede únicamente de estar a bien con Él y vivir de Su Gracia, habite siempre en vosotros.

Soy César Sánchez, madrileño de 30 años, ex-seminarista y actualmente laico soltero. Por la Misericordia de Dios me convertí al catolicismo el 6 de octubre de 2011, por medio de una confesión general que tuve la dicha de poder realizar de todo corazón. Instantáneamente supe que Dios me amaba, me conocía y que actuaba por medio de Su Iglesia en el mundo desde que Él la fundó. Fue el mejor día de mi vida. Pude corroborar, antes de haberlas leído, las palabras del Papa Benedicto XVI con las que comenzaba su primera encíclica Deus caritas est (2005): “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello, una orientación definitiva.”  Me gusta pensar que soy un fruto de las oraciones de tantos hermanos durante la JMJ de Madrid en el verano de ese mismo 2011; una JMJ cuyo lema fue: “FIRMES EN LA FE” (Col 2,6: el versículo de San Pablo al completo me llena de alegría y de sentido: “Por tanto, ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded unidos a él, arraigados y edificados en él, afianzados en la fe que os enseñaron, y rebosando agradecimiento.”). Estas son unas palabras que, como toda la Sagrada Escritura, cobran hoy en día una singularísima importancia.

No soy teólogo en el sentido académico, es decir, no soy licenciado en Teología (aunque cursé dos años). Pero sí soy un teólogo en el sentido ontológico, es decir, estoy convencido radicalmente en todo mi ser de que de Dios se pueden decir verdades y mentiras (es un ser cognoscible), y que además Dios conoce todas las verdades posibles de Él y de toda Su Creación en virtud de su Omnisciencia (es un ser cognoscente). Creo firmemente en todas y cada una de las verdades que la Santa Madre Iglesia Católica ha ido afirmando a lo largo de los siglos sobre la naturaleza de Dios y del hombre. Y las creo porque sé que ella utiliza dos herramientas infalibles para ello, a saber: a) las fuentes de la revelación (Sagrada Escritura, Santa Tradición y Magisterio); b) la razón en armonía con la fe. Ha sido muy importante para mí la frase de Ratzinger: “la verdadera religión es aquella que no contradice la razón.” (lo siento, no sé cuándo la pronunció o escribió, pero me la dijo un gran profesor, el sacerdote don Manuel Aroztegi). No cabe duda de que lo que están haciendo Bergoglio y su falsa iglesia es insultar a la razón de todo hombre, al pretender que aceptemos que lo verdadero y lo falso son lo mismo; es atacar nuestra fe al insinuarnos que nuestra lucha diaria contra los enemigos invisibles del alma es en vano. Siento compasión de ellos, pues su proceder o bien es de una malicia extrema o bien de una ignorancia filosófico-teológica, diría, imperdonable, debido a que han tenido medios de sobra para no caer en tales rocambolescos errores.

Soy humanista en el sentido académico, o sea, licenciado en Humanidades. Pero no soy humanista en el sentido ontológico, es decir, no sostengo que la felicidad del hombre esté en el hombre; sino en Dios. No afirmo que sea el hombre quien dicta qué es lo verdadero y lo falso, ni qué es lo bello o lo grotesco, ni qué es bueno o malo; sino que es Dios. No defiendo que Dios sea una invención del hombre; sino que lo son la multitud de falsos dioses, y que además es cada hombre una ‘invención’ (creación) de Dios. Debido a que estamos hechos de Sus Manos, y que por ello albergamos dentro de nosotros una potencialidad infinita para el bien y para el mal, lamentablemente constato que el hombre puede llegar a creerse capaz de aseverar qué es verdad y mentira, qué es lo bello y lo grotesco, qué es el bien y el mal, o incluso qué es Dios, a expensas de lo que Él ha dicho que es. Por eso el hombre, a lo largo de toda la historia ha inventado falsas ciencias, esperpénticas estéticas, malvadas morales y estériles religiones. Y ello acontece porque todo hombre tiene el deseo natural en su corazón, inscrito por Dios, de aferrarse a la verdad, a la belleza, al bien y a Dios. Pero ¡ay de aquellos que quieran buscar la verdad, la belleza y el bien prescindiendo del verdadero Dios! Quedarán confundidos constantemente, pensando haber hallado la saciedad y experimentando una y otra vez la insatisfacción.

 

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Os escribo porque, a raíz de varios comentarios que publiqué en el canal de YouTube de Adoración y Liberación, su director, el hermano Vicente Montesinos, me invitó el pasado 12 de febrero, a escribir cuando quisiera en la web de Adoración y Liberación. Me dijo que le llamaban mucho la atención mis comentarios y que quería que sintiera que Adoración y Liberación es mi casa. Y así lo siento, gracias de corazón, hermano, por tu hospitalidad, pues mi casa es aquel lugar donde:

 

1. Se me quiere tal como soy y se me instruye en la verdad, especialmente en las conciertes a las cosas santas. Por eso me adhiero a las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, que “extendiendo su mano hacia sus discípulos dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre»” (Mt 12, 49-50); o «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» (Lc 8, 21).
2. Puedo expresar mis ideas con el ánimo de ser atentamente escuchado y corregido o corroborado, y no ridiculizado, o peor aún, tolerado en el error.
3. Mi casa es el lugar en el que, como Cristo, puedo ir “creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52).
4. Mi casa es todo espacio en donde hallo la paz y el descanso después de haber estado lidiando con los enemigos del alma (demonio, mundo y carne) durante la jornada. Es allí donde soy fortalecido para seguir librando el buen combate un día más, aprendiendo a esgrimir las armas del espíritu con las que San Pablo nos exhorta en Efesios 6, 14-18.
5. Mi hogar definitivo será, por la Misericordia de Dios, el Reino de los Cielos, ya que “en la casa de mi Padre hay muchas moradas” (Jn 14, 2).

 

Y esto es precisamente lo que siento cada vez que entro en Adoración y Liberación: estar en casa. Hermanos de Adoración y Liberación y resto de la Iglesia Remanente, os digo: ¡Ánimo! ¡¡Ánimo!! ¡¡¡ÁNIMO!!! Nuestro Señor Jesucristo nos dice: “No se turbe ,vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí” (Jn 14, 1) y “en el mundo tendréis luchas; pero tened VALOR; yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). ¡Esta es nuestra paz! Que el Señor ya ha vencido al mundo, al demonio y a la carne. ¡Y nosotros podemos vencer con él si permanecemos firmes en la fe, unidos a la vid! “Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono” (Ap 3, 21).

Ahora que parece que todo está perdido, que la Verdadera Iglesia, como el Titanic, como herida de muerte, está a punto de hundirse irremediablemente quedando a merced de las gélidas olas del modernismo venenoso y corrosivo, la crueldad arrogante del indiferentismo religioso, la impiedad que clama al cielo, el relativismo moral y racional dictatorial, la malicia despiadada y carnicera, la ignorancia profunda e ignorante, y la soberbia más espantosa y terrible, ES EL MOMENTO MÁS IMPORTANTE DE NUESTRA VIDA TERRENA. Cada día que Dios nos concede, es un día más que tenemos para crecer en el conocimiento de la sana doctrina, un día más para crecer en piedad sacramental, un día más para pertrecharnos de obras de misericordia para la Gloria de Dios, un día más para recogernos en oración de todo corazón y suplicarle al Señor que prepare todos los corazones del mundo para Su Última Venida. ¡No importa que nuestras vasijas sean de barro, pues si escuchamos la Palabra de Dios y la cumplimos, estas no se quebrarán! ¡¡Y nadie, nadie, NADIE, puede arrebatarnos nuestro tesoro, que es el Amor de Cristo en nuestros corazones y nuestro corresponder cotidiano, avivado por el Fuego Divino de Su Santo Espíritu!!

Me uno a la Santa Doctora de Ávila, cuando afirma que “en tiempos recios, amigos fuertes de Dios […] son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos” (Libro de la Vida 15, 5). ¡¡Y estos son los tiempos más recios que nunca antes han visto ojos de mortal!! ¡¡Sed amigos fuertes de Dios!! Hablad a vuestros seres queridos, a vuestros párrocos, hermanos en la fe e incluso a los no creyentes de lo que está sucediendo en la Iglesia desde la oración y desde la caridad. Yo lo hago, por la Gracia de Dios, y me fortalece muchísimo. Nunca perdáis la fe al hacerlo. Si no os reciben, no temáis, vosotros ya habréis hecho lo vuestro. Pero normalmente yo experimento cómo las personas son en general receptivas con este tema, porque en el fondo, todos los seres humanos, que estamos animados por Dios, y hemos sido creados a su imagen, si no creen en Dios, saben que no son felices, que algo les falta, que el mundo no está bien. Os sorprenderán las reacciones que tendrán muchos de vuestros familiares. Aunque “ningún profeta es profeta en su tierra” (Lc 4, 24), no temáis, porque siempre hay alguien en esa tierra que os escuchará. El Señor nos envía “como ovejas en medio de lobos”, por eso siempre hemos de ser “sagaces como serpientes y sencillos con palomas” (Mt 10, 16) para “no echar lo santo a los perros, ni las perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y se revuelvan para destrozaros” (Mt 7, 6).

No nos queda mucho tiempo. Nuestro queridísimo Papa, Su Santidad Benedicto XVI, está en los últimos momentos de su vida. Recemos por él todos los días. Intuyo que tras su muerte, todo el mal será desencadenado, pues la Iglesia Militante habrá sido DECAPITADA. Estaremos viviendo LA ABOMINACIÓN DESOLADORA. Y sinceramente, no creo, visto lo visto, que llegado el momento haya intención por parte del colegio cardenalicio de elegir a un nuevo Papa válido, pues Bergoglio seguirá sentado como un ladrón, en el trono petrino. Pero esa GRAN TRIBULACIÓN, aunque no tendrá precedentes, no dudará mucho tiempo, pues el mundo no se sostendría. Jesucristo vendrá en nuestro auxilio. Hagamos lo que nos pide el Señor: “amad a vuestros enemigos, orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre Celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre Celestial es perfecto.” (Mt 5, 44-48), pues habrá ladrones que se arrepientan como el buen ladrón. Quiera Dios que sean los máximos posibles.

Hermanos, gracias por haber leído la carta hasta el final, espero volver a escribiros pronto sobre varios temas que me rondan la cabeza, el alma y el corazón. Estaré encantado de responder vuestros comentarios y de escuchar vuestras sugerencias para futuros artículos sobre temas que os preocupen especialmente. ¡¡FIRMES EN LA FE!!

¡Unidos en oración con el Señor en Getsemaní y con la Santísima Virgen María, firmes al pie de la Cruz!

DUC IN ALTUM, SANTOS O NADA. ¡Gracias, Vicente!

 

 

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STAT CRUX DUM VOLVITUR ORBIS (Lema de la Cartuja: “La Cruz permanece estable mientras el mundo cambia.”