ABERASTURI: “La verdad no es eterna” (card. Marx; no el otro Marx, el K.)

 

 

 

Jose Luis Aberasturi

8 de enero de 2018

 

Lo acaba de decir, públicamente, el sr. cardenal y arzobispo de Munich, en su homilía del 1 de enero, en la catedral de su ciudad. Para abrir año, nada como abrir la boca y echarla bien gorda.

Pero claro, al ser miembro del C-6 (primero 9, luego 8, y ahora ya 6; esto va para abajo como no podía ser por menos: los gobiernos tiránicos casi siempre empiezan por varios y, al final, solo queda uno), tiene que estar en lo del “nuevo paradigma”, que para eso cobra, y no puede defraudar a la mano que le da de comer; y muy bien, a tenor del volumen de su cintura.

Y como estos -los de la progrez eclesial- no dan puntada sin hilo, y tenía que sacar como fuese el tema del celibato sacerdotal para ponerlo en solfa y empezar su demolición -¡que ya me dirás qué tiene que ver la Solemnidad de la Madre de Dios, con la que empieza el año, con el celibato de los curas!-, no se le ocurrió otra cosa -y “justificar” así lo injustificable-, que decir que “la verdad no es eterna”. ¡No iba a decir “el celibato fuera” así, sin más: había que “fundamentarlo” bien!

Vamos: que no hay verdad. Porque ya me dirán en qué queda una verdad que “cambia”: se ve que no lo era; a lo sumo, no pasaba de “teoría” u “opinión”. Esto lo digo yo, no el sr. cardenal. Y, tirando de ese hilo, si la verdad no es eterna, tampoco lo es Dios: o sea, que según este buen señor cardenal, en el “nuevo paradigma” ya no hay sitio ni para Dios.

¡Y esto lo dice nada menos que un “cardenal” de la iglesia! (antes: Iglesia Católica; o bien, antes “cardenal” y ahora un bobalicón con chupachup), públicamente y en el ejercicio de sus funciones, ¡nada menos que en la predicación solemne del primer día del año! Se ve que había que empezar bien el año, supongo yo, y no se le ocurrió soltar mejor traca. Y estos fueron sus fuegos artificiales de Año Nuevo: bonitos, bonitos.

Y, ¿a cuento de qué? ¿De qué va iba a ser? De la ¿solución? para “atajar los abusos” de la clerecía. O sea: en lugar de sugerirles a los tales que `se cosan la bragueta´ (perdón por la vulgaridad), ¿qué propone este listillo? “Adaptaciones -o sea, `coser´- de la doctrina”. ¡Pleno al quince, oiga! Realmente, hay que ser cardenal -y, además, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana: que así le va a la iglesia (antes Católica) en Alemania- para que se te ocurra una cosa así…, ¡y decirla en público!

Y se enrolla el buen hombre con “una nueva manera de pensar”, “un nuevo pensamiento”, “no escudarse en la retórica del pasado”, etc. Oye, que con esta forma de hablar siempre quedas bien y no te pillas los dedos; u otras cosas, ya que hablamos del celibato.

O sea, y para aclararnos. Para este buen hombre “la verdad” es una cosa cambiante, amoldable a los tiempos. Lo dice tal cual: “La evolución en la sociedad y las demandas históricas han hecho evidente la necesidad de renovación y las tareas necesarias para emprenderla”. Y en eso está, y/o están, los 6 magníficos: ¡les falta uno, cachis!

Es lo mismo que postulan los políticos y sus leyes de ingeniería social, corruptores de personas y conciencias, deconstructores de lo humano…, el mundo y sus máximas. Pues estos 6 de la fama, exactamente igual, pero en la iglesia (antes: Iglesia Católica).

Siguiendo en esta (i)lógica, que es el gran hallazgo de buena parte de los que, siendo jerarquía (anti)católica, ya no saben ni lo que son ni lo que tienen que hacer, ¿por qué no quitamos de una vez todos los Mandamientos de la Ley de Dios, y así nos podemos llegar a creer que ya no hay pecados, ni vicios, ni conciencia, ni persona, ni Juicio, ni Infierno? O sea: ya no hay ni iglesia (antes: Iglesia Católica), ni siquiera Dios. Total, ¿para qué?

Estos “pastores de ganado ajeno” -mercenarios a tiempo y sueldo completos-, ayunos de filosofía -de la de siempre: la única que vale, la de Santo Tomás-, cuando pretenden pasar al plano teológico se les hace imposible, y desbarran. Totalmente. Rozan -o se dan de bruces más bien- con la herejía, simpliciter.

Y, si bien al principio de todo este tinglado decían, “candorosa e ingenuamente” -siempre hay de los que se creen que los burros vuelan-, que la doctrina no se iba a tocar, solo la praxis, acaban no ya por cambiar sino por NEGAR la propia Doctrina.

Y aquí paz y ¿después…? Bueno, a este paso, Gloria tampoco, la “verdad”.

 

 

 

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