El ventilador de los medios afines a Francisco sigue esparciendo mal olor

Vicente Montesinos

 

El titular que publica el pasquín Religión Digital (pueden acceder a la noticia aquí), por el que afirma sin rubor que “Viganò, condenado por robar dos millones de euros a su hermano discapacitado”, es tendencioso, absolutamente digno de la peor propaganda marxista, y la información,  más que información,  es opinión del que escribe, que además presenta “su verdad”. Dicho titular ha sido recogido por multitud de medios generalistas del nuevo orden mundial, que hoy se hacen eco al alimón de este infundio.

 

 

Cualquiera diría que manipula, porque a Francisco lo presenta, cómo no, como una pobre víctima.

Y Francisco no es ninguna víctima de nada, sino más bien el máximo responsable de lo que está pasando en la Iglesia.

Víctimas más bien son los jóvenes sodomizados por el clero putrefacto y pervertidor. Pues ¿en qué situación queda un joven que tuviera vocación al sacerdocio? Mientras, Francisco no sólo mira para otro lado según las cartas de Viganó, sino que incluso parece alentar a personajes como McCarrick.

Si Francisco quiere que sepamos todos cuál es la verdad sobre las acusaciones de Viganó, al que ahora todos los medios afines a él quieren desprestigiar (por algo se parapetó en los medios cuando en el avión de regreso de Dublin le preguntaron por el estallido del escándalo Viganó) pues que lo demuestre y responda a lo que dice y que tanto revuelo y dolor de muelas le ha causado. Nadie imaginaba a alguien que tuviera el valor de hacer lo que ha hecho él. Pero Francisco “calla y otorga con su silencio”, y NO AFRONTA EN NINGÚN MOMENTO ESAS ACUSACIONES QUE TANTO LE PICAN. Se esconde y se dedica a insultarle, directa o indirectamente al ponerlo al mismo nivel que Satanás, y él al mismo nivel que Jesucristo. Eso sí que es ruin, cobarde y nada cristiano.

Toda la maquinaria de medios a favor de Francisco lleva tiempo dedicada a poner el ventilador en contra de Viganó buscando que el mal olor cambie de sentido, buscando desautorizarle y dar a entender que no tiene autoridad moral ninguna para hacer lo que ha hecho pidiendo a Francisco que termine con la peste y el complot del silencio imperante en la Iglesia que lamentablemente protege y esconde los delitos de homosexualidad y pederastia, orgías y desmanes de altas personalidades que viven a cuerpo de rey, depravados sin escrúpulos, con todo lujo de vicios, mientras muchos seminaristas son pervertidos y sodomizados como si nada.

Francisco fue advertido de quién era McCarrick y sus andanzas pervertidas muchos años atrás y no hizo absolutamente nada, al contrario, le dio alas y permitió que siguiera haciendo y deshaciendo a su antojo, para sonrojo de muchos y festejo del interesado que se sabía con carta blanca.

Cuando le destituye es porque NO TIENE MÁS REMEDIO QUE HACERLO, no porque quisiera hacerlo. Eso es más que sabido. Si hubiera querido muchos años antes lo habría hecho, y no lo hizo. “Sin embargo, Francisco, hizo de McCarrick su fiel consejero junto con Maradiaga (Óscar Andrés Rodríguez, cardenal hondureño) (…) Sólo cuando ha sido obligado por la denuncia de un menor, y siempre en función del aplauso de los medios de comunicación, ha tomado medidas para, así, salvaguardar su imagen mediática”, acusaba Viganó en su primera carta.

En cuanto a lo que se dice del comportamiento de Viganó con la herencia de su hermano y el comportamiento que tuvo con él, diré lo siguiente:

1º. No sé si es verdad. Una sentencia favorable a su hermano puede que sea verdad, pero ¿sabemos si la puede recurrir, es totalmente definitiva? ¿Acaso por desgracia no hay esos problemas en muchas familias, también con sacerdotes y religiosas? ¿Sabemos realmente el origen y causas de todo eso sin oír a las dos partes?

2º. Sea como sea ese asunto, una cosa no quita la otra. Si Viganó ha tenido problemas o no con un hermano suyo, es cosa de su familia. Hablar de ROBAR es una calumnia infundada. Pero tengamos claro que hasta la persona más ruin del mundo (que no es el caso) si es testigo de un crimen con sus propios ojos, y da testimonio de ello ante un juez, qué pasa, ¿no hay que considerar ese testimonio que pueda ayudar a resolver la culpabilidad del crimen? Si esperamos que el que avise de algo, en este caso de lo que pasa en la Iglesia, ha de ser totalmente inmaculado, ¿entonces nada?… que sigan con sus desmanes y nadie escriba nada, ni nadie levante la voz, ni nadie haga nada de nada. Eso es absurdo. NADA IMPIDE QUE VIGANÓ PUEDA LEVANTAR LA VOZ PARA QUE SE SANEE DE UNA VEZ LA IGLESIA POR EL BIEN DE TODOS. Lo que pasa es que cada palo ha de aguantar su vela. Y aquí parece que todos han de aguantarla menos el máximo responsable de la ruina en la que está la Iglesia a quien Viganó ya advirtió seriamente en 2013 sobre quién era McCarrick.

Ya pasó con los 300 pederastas de Pensilvania. Con ese escándalo Francisco dio a entender que la responsabilidad era de todos y se diluía en la masa de la Iglesia. Así, escribió al respecto una carta el 20 de agosto de 2018 donde decía: Todo lo que se realice para erradicar la cultura del abuso de nuestras comunidades, sin una participación activa de todos los miembros de la Iglesia, no logrará generar las dinámicas necesarias para una sana y realista transformación.

En sintonía con ese llamado a la participación activa de todos los miembros de la Iglesia, unos días después entraría en escena la primera carta de Viganó, el día 26 de agosto, donde acusa a Francisco de haber encubierto a McCarrick, y también avisa de que miembros de la Curia forman un “lobby gay” que encubre las acusaciones contra el cardenal estadounidense. Igualmente Viganò avisó respecto de numerosos prelados pertenecientes al ala más progresista y cercana a Bergoglio como al cardenal Maradiaga y aseguraba en su primera carta que también tiene “informes” contra el recién nombrado sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano (número tres), el venezolano Edgar Peña Parra.

Pues bien, Viganó forma parte activa como miembro de la Iglesia, y miembro importante con graves responsabilidades ante Dios y la Iglesia: ¿por qué entonces no tomarlo en serio y responder a sus argumentos para limpiar de corrupción a la Iglesia y acabar con la cultura del silencio mafioso, en vez de dar la callada por respuesta y parapetarse en los mass media para que estos hagan el trabajo sucio de ensuciar la imagen de Viganó?

Me da la impresión de que aquí los defensores a ultranza de Francisco no quieren analizar la realidad y no le quieren pedir a Francisco que asuma sus responsabilidades. Todos son responsables de todo, menos él. Y eso no es ni justo ni correcto. Actúan con el dicho ese de… “y tú más”. Eso es muy infantil, inmaduro, y fuera de lugar. Que dejen de echar “mierda” a Viganó, y que asuma Francisco la verdad de sus responsabilidades. Que deje de nombrar a personajes involucrados en la mafia rosa gay, y que afronte el gran problema del homosexualismo dentro del clero, que tanto daño hace. Si él no es nadie para juzgar, siendo en teoría el primero que debiera hacerlo, que se vaya y dé paso a quien quiera acabar con el veneno que hay dentro de la Iglesia y la impunidad que sienten y saben que tienen los involucrados en todos esos escándalos.

Basta ya de perseguir a los que defienden la sana doctrina y de dar vía libre a los herejes y pervertidos, cambiando sin escrúpulos la doctrina y moral de la Iglesia. ¿O no es esto lo que estamos viendo día sí y día también?

Como decía Monseñor Viganó en su primera carta:

“Obispos y sacerdotes, abusando de su autoridad, han cometido crímenes horrendos en detrimento de sus fieles, menores, víctimas inocentes, hombres jóvenes deseosos de ofrecer su vida a la Iglesia, o han permitido, con su silencio, que dichos crímenes siguieran siendo perpetrados.

Para devolver la belleza de la santidad al rostro de la Esposa de Cristo, terriblemente desfigurado por tantos delitos abominables, y si queremos sacar de verdad a la Iglesia de la fétida ciénaga en la que ha caído, tenemos que tener la valentía de derribar esta cultura de omertà y confesar públicamente las verdades que hemos mantenido ocultas. Es necesario derribar el muro de omertà con el que los obispos y sacerdotes se han protegido a ellos mismos en detrimento de sus fieles; omertà que, a los ojos del mundo, corre el riesgo de hacer aparecer a la Iglesia como un secta, omertà no muy distinta de la que encontramos vigente en la mafia. “Lo que digáis en la oscuridad… se pregonará desde la azotea” (Lc 12, 3).

Siempre he creído y esperado que la jerarquía de la Iglesia pudiera encontrar en sí misma los recursos espirituales y la fuerza para sacar a la luz la verdad, para enmendarse y renovarse. Por esta razón, aunque me lo habían pedido en varias ocasiones, siempre había evitado hacer declaraciones a los medios de comunicación, incluso cuando habría estado en mi derecho hacerlo para defenderme de las calumnias publicadas sobre mi persona por parte de altos prelados de la Curia romana. Pero ahora que la corrupción ha llegado a los vértices de la jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me impone revelar esas verdades relacionadas con el tristísimo caso del arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick, de las que tuve conocimiento durante los cargos que me fueron confiados.”

 

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