“Como diócesis, recibimos con alegría esta enseñanza magisterial del Papa, a la vez que nos descubrimos llamados a renovar nuestra pastoral matrimonial y familiar a la luz de la misma” – afirma Monseñor Mestre
Vicente Montesinos
El siguiente material que ponemos a su disposición no tiene desperdicio. Se trata, nada más y nada menos, que de los “Criterios básicos y comunes para la aplicación en la diócesis de Mar del Plata de las enseñanzas del capítulo 8 de Amoris laetitia“, los cuales entrarán en vigencia el viernes 21 de septiembre de 2018. El material, distribuido por la diócesis, está acompañado de un anexo pastoral para sacerdotes y diáconos.
Ponemos a su disposición dichos criterios en su documento original en en el enlace a pie de página.
Y no quiero extenderme mucho; para que hagan sus propias valoraciones.
Pero sí destacarles algunas frases de Monseñor Gabriel Mestre, Obispo de Mar de Plata y autor de la publicación, como aperitivo, y sin valoraciones.
Francisco designó a Monseñor Gabriel Mestre nuevo Obispo de Mar del Plata en 2017, tras la rápida aceptación de la renuncia de Monseñor Marino, con 75 años cumplidos.
Así pues, en el documento general de Criterios de Aplicación del Capítulo 8 de Amoris Laetitia (que por cierto, no se porque no hay unos criterios de aplicación para el 7, para 5 o para el 2…; o bueno, sí lo sé…) hallamos:
- “Como diócesis, recibimos con alegría esta enseñanza magisterial del Papa, a la vez que nos descubrimos llamados a renovar nuestra pastoral matrimonial y familiar a la luz de la misma”
- “El servicio pastoral de acompañar el discernimiento de una persona o pareja divorciada en nueva unión es un aspecto del ejercicio de la caridad pastoral; por lo tanto es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que ‘no están excomulgadas’ y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial”
- “Este camino no concluye necesariamente en la celebración de los sacramentos, sino que puede orientarse a otras formas de integrarse más en la vida de la Iglesia”
- “Cuando las circunstancias concretas de una pareja lo hagan factible, especialmente cuando ambos sean cristianos en un camino de fe, se les puede proponer el empeño de vivir en continencia. AL no ignora las dificultades de esta opción y deja abierta la posibilidad de acceder al sacramento de la Reconciliación cuando se falle en ese o en otros propósitos”
- “Cuando no sea posible vivir en continencia ni lograr la declaración de nulidad matrimonial, igualmente es posible continuar el itinerario de acompañamiento y discernimiento…”
- “Podría ser conveniente que un eventual acceso a los sacramentos se realice de manera reservada…”
- “Diáconos, presbíteros y obispo. Somos ante todo pastores. Por eso queremos acoger con disponibilidad estas palabras del Santo Padre: Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna. Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad…”
Eso como entrante. Lean, lean sin temor. ¡Pasen y vean!
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Para que digan que éramos alarmistas y que AL no decía lo que sí decía.
Y también eran ingenuos los que decían que no rompía con la enseñanza de la Iglesia!
No se acuerdan con cuánta alegría proclamaron algunos obispos que ya podían dar la comunión a divorciados vueltos a “casar”?(eufemismo clerical vaticano para designar el adulterio)
Toda la razón RAFAEL. Toda la razón
La Amoris ha sido redactada para decir todo lo contrario de lo que dice sin titubeos la Familiaris Consortio 84. Para decir lo mismo no hacía falta. Bergoglio se cree con potestad de eximir de la continencia a quienes se encuentran en una situación extramatrimonial, en contra de la indisolubilidad del matrimonio. Bergoglio se cree por encima de Jesucristo, muy por encima. Es la última voz del espíritu, de su espíritu, mundano claro. Su riesgo de condena eterna es altísimo. Dios juzgará su corazón, pero lo externo contradice flagrantemente todo el Magisterio anterior. Repasemos el punto 84 de la FC:
” La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos».
Brillante
Este pontificado fomenta el homosexualismo, la homoherejía, la pedofilia, el adulterio, el nulivorcio, las relaciones pre y extra matrimoniales, la confesión sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda y, por tanto nulas, las comuniones sacrílegas, etc; por eso mismo recibe tantos aplausos de los enemigos de la Iglesia, que no quieren que explote la bomba Viganó, aunque acabará explotando dejando a los mass media en general y a la misericorditis en paños menores o incluso sin ellos.
Efectivamente Echenique. Así es