Mons. Aguer: “Falta mucho para que con la democracia se coma, se viva y se eduque”.

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Vicente Montesinos

El ex Arzobispo de La Plata, Monseñor Héctor Aguer, en el programa Claves para un Mundo Mejor, que se emite los sábados a las 9 por el canal 9 argentino, se refirió a la necesidad de construir “una democracia verdadera” desde lo que enseña el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Y advirtió que “si la vida de los ciudadanos elige placer libertario más que trabajo y generoso empeño social, si solo busca su propio bien, perece el bien común… Si como un conocido dirigente proclamó: con la democracia se come, se vive, se educa…falta mucho para que el pueblo alcance, en su conjunto, esos bienes”.

Consideró que se necesitan “menos discursos prodemocráticos y más democracia en serio. Esto vale para los políticos ciertamente (lo de los cuadernos no lo voy a tocar ahora) pero vale también para nosotros, para cada uno de los ciudadanos. Nosotros no cumplimos simplemente nuestro deber como ciudadanos cuando vamos cada dos años a poner una boletita en la urna, con nombres que no conocemos, con gente que sostiene principios que tampoco conocemos. La democracia se vive si uno cumple sus deberes y reclama sus derechos”.

El prelado recordó que “la democracia suele ser definida como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Y se le añaden adjetivos, y nosotros estamos acostumbrados a hablar, en los últimos años, de la democracia recuperada. Es decir el retorno a un régimen democrático, después de aquella doble tragedia del siglo pasado, en los años ´70 y a principios de los ´80, que fue la irrupción de la guerrilla, con el propósito de instituir acá un estado marxista; y luego la dictadura militar, con los excesos que conocemos. Se restauró la democracia; una vez concluida la guerra interna, desencadenada por múltiples demonios, una legión. Se recuperó la democracia. Yo diría, con perdón, ma non tropo, no demasiado, porque queda mucho por recuperar todavía. En lugar de eso, yo diría, tenemos que lograr una verdadera democracia, llegar a una verdadera democracia”.

También leyó el punto 406 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, donde se explica lo que se considera “una verdadera democracia” y donde se señala que “una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana. Requiere que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personas concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como de la “subjetividad” de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y de corresponsabilidad… Hoy se tiende a afirmar que el agnosticismo y el relativismo escéptico son la filosofía y la actitud fundamental correspondientes a las formas políticas democráticas, y que cuantos están convencidos de conocer la verdad y se adhieren a ella con firmeza no son confiables desde el punto de vista democrático, al no aceptar que la verdad sea determinada por la mayoría o que sea variable según los diversos equilibrios políticos”.

Es lo que está pasando aquí. En nuestra deshilachada Argentina se ha perdido el sentido de los valores humanos; se habla de derechos que no tienen deberes correspondientes.

En los últimos 35 años el daño está a la vista: caída continua de la vida económica, devastación del mundo laboral, impunidad de los políticos indignos y ladrones; uso perverso e ideológico de temas de lesa humanidad, caída abrupta de las costumbres sociales.

Tales los frutos de la democracia recuperada. No se trata de perderla sino de hacer una nueva, con gente nueva, sin los eternos funcionarios atornillados a sus puestos”.

Desde el texto leído, Monseñor  Aguer indicó: “Observen que así, nosotros los católicos, en todo caso, no somos confiables democráticamente, dice el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, porque sostenemos que existe una verdad objetiva y que esa verdad objetiva está sostenida por esa verdad suprema que es Dios. La cuestión de Dios es insoslayable en una auténtica democracia. Si Dios no existe, todo está permitido, decía Jean Paul Sartre. Pero en el preámbulo de nuestra Constitución histórica se apela todavía a Dios, fuente de toda razón y justicia: de esa fuente ha de brotar la razón y la justicia que encaminen el presente y el futuro de la Nación Argentina. Razón, verdad, no mentira; justicia, no rencor ni venganza”.

15 comentarios
  1. Echenique says

    Haced el favor de leer este comentario de Lucas

    Lucas
    2 septiembre, 2018 at 10:13 pm

    Más de Bergoglio para los que no se quieren enterar:

    Es casualidad que…. (Lo que no es casualidad es lo de Vigano!)

    -apoye dar la comunión a los que vivan en adulterio como marido y mujer;

    -apoye la comunión de los protestantes en Iglesias católicas;

    -no llame a la conversión a los sodomitas ni a los transexuales, aunque vayan acompañados de sus novias;

    -diga que las almas de los pecadores se aniquilan y no sufren el Infierno;

    -diga que todos iremos al Cielo;

    -llame conejas a las madres de familias numerosas;

    -una sus enseñanzas sobre cambio climático a las de la ONU, que son usadas por ésta para promover el aborto, la anticoncepción y la cultura de la muerte por todo el mundo;

    -apoye la emigración musulmana a Europa de manera indiscriminada, justo como la Fundación Soros y la ONU, para disolver lo poco que queda de católico en nuestras sociedades en una sociedad abierta y multicultural;

    -diga que la Virgen no es una santita a la que se le puedan pedir milagros;

    -niegue los milagros de Cristo (como la multiplicación de los panes y los peces) o el carácter todopoderoso de Dios en la creación del hombre;

    -nunca de ejemplo a los fieles porque nunca se arrodillaba ni se arrodilla en la consagración ni en la adoración eucarística;

    -considere que el comunismo enseña lo mismo que la Iglesia;

    -crea que la Virgen le echó en cara al Arcángel Gabriel que la hubiera engañado cuando vio a su Hijo en la Cruz;

    -alabe a Lutero, heresiarca;

    -hable erróneamente de los católicos y protestantes, diciendo que ninguna de las dos confesiones tenía la verdad sino que ambas son caras del mismo poliedro;

    -anime a una mujer luterana, Anke de Bernardinis,  casada con un católico, ante su demanda de poder comulgar, a que lo hiciera, diciéndole “Vai avanti”;

    -justifique la herejía valdense (la diversidad, querida por el Espíritu Santo;

    -bromee con luteranos a los que les advertía que, antes, los católicos les quemábamos en la hoguera (omitiendo los miles de mártires que el protestantismo produjo en toda Europa19;

    -exprese tajantemente que no es lícito convencer de tu fe a los demás (cuando BXVI avisó en 2014 que el diálogo no puede reemplazar la misión)

    -de el visto bueno a que una plaza de Roma fuese dedicada a Martín Lutero;

    1. adoracionyliberacion says

      Excelente

  2. Rafael says

    Si no hubiesen “destituido” a Mons Aguer cuando cumplió la edad, hoy estarían redactando la “aceptación” de su renuncia!!!

  3. Echenique says

    La red homosexualista, o mafia gay clerical, es una realidad que va aflorando a pasos agigantados, afortunadamente. Mutuamente se apoyan, encubren y promocionan. Las víctimas son lo de menos. La prioridad la tienen los osos polares. Ya conocemos de sobra estas maniobras de distracción, pero no nos vamos a distraer. Con la misericorditis es aplicable la máxima ” Piensa mal y te quedarás corto “. Son una mafia. No lo olvidemos. http://religionlavozlibre.blogspot.com/2018/09/pedachio-otro-marica-en-torno-bergoglio.html

  4. Echenique says

    El escándalo no lo busca Viganó, que se limita a exponer una Verdad que sabes que es Verdad: que eres un encubridor de pederastas y homosexualistas homoheréticos. El escándalo lo provocas tú, Bergoglio, que te niegas a responder porque no quieres autoincriminarte y encima vas de martir. No cuela. Ya sabemos de sobra quienes son los mártires, perseguidos por el pensamiento único, el islam y la misericorditis, en una más que sorprendente alianza.
    https://www.religionenlibertad.com/papa_francisco/495027879/El-Papa-afirma-que-frente-a-los-que-buscan-AescandaloA-la-respuesta-es-el-AsilencioA-y-la-AoracionA.html

  5. Echenique says

    De lo mejor que he leído; quizás lo mejor. Son días históricos. El acusado mayor de la humanidad va de víctima y pide oraciones ¡ Falso ! A Dios rogando y con el mazo dando. ¡ Responde y no te hagas el sueco !

    TESTIMONIO “VIGANÓ”
    Una oportunidad de curación para la Iglesia

    Me ha costado mucho escribir este artículo. “No hay que perturbar la fe de los sencillos” (Ya está perturbada: en Irlanda cayó veinte puntos el porcentaje de católicos tras el escándalo de los abusos sexuales). “Los trapos sucios se lavan en casa” (Imposible en la era de Internet). “No hay que desacreditar públicamente a la Iglesia” (Pero nada desacredita más que el silencio encubridor).

    De hecho, casi tenía decidido no escribirlo. Pero entonces conocí un detalle del terrible “y rigurosamente fundamentado- informe del Gran Jurado de Pensilvania: los sacerdotes pervertidos “marcaban” con determinadas medallitas piadosas a los jóvenes que sabían accesibles, a fin de que pudieran ser identificados y usados por otros clérigos de la red maldita (pues de una red organizada se trataba, con una sección especializada, por ejemplo, en la producción de pornografía infantil). Las gotas que colman el vaso suelen ser así de triviales.

    Los católicos hemos desarrollado todo un repertorio de excusas para desviar la mirada del horror de los abusos sexual-clericales. “Todos somos pecadores”. Cierto, pero no todos somos corruptores de menores que arrastran por el fango la dignidad de la Iglesia. “La prensa, mayoritariamente anticristiana, usa un doble rasero”. Y sí, es verdad que, según determinados estudios, en otros gremios que trabajan con adolescentes se dan porcentajes de abuso sexual comparables a los del clero, con una atención mediática mucho menor. Pero un maestro o un entrenador deportivo no consagran diariamente el cuerpo y la sangre de quien dijo: “Al que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una piedra de molino y le hundan en lo profundo del mar” (Mt, 18,6).

    Otro subterfugio es: “Los sacerdotes corruptos son una minoría”. ¡Claro que sí! Claro que hay una mayoría de sacerdotes virtuosos y fieles a su ministerio. Pero los malos constituyen una minoría poderosa, infiltrada en todos los niveles de gobierno de la Iglesia, capaz de desactivar los ya tantas veces prometidos esfuerzos de prevención y limpieza. La dura realidad es la que ha enunciado descarnadamente el blog católico The Wanderer: hay incrustada en la Iglesia “una mafia de homosexuales que la ha utilizado para conseguir efebos a fin de satisfacer sus pasiones y dinero para vivir cómodamente”.

    Cuando se conoce la abyección a la que han llegado esos sacerdotes y obispos indignos, sólo cabe concluir que perdieron hace mucho la fe, si es que alguna vez la tuvieron. Pero, en lugar de colgar los hábitos, permanecen en la institución, que garantiza seguridad económica y una provisión siempre renovada de potenciales víctimas. Moralmente es una estafa; jurídicamente es un delito; teológicamente es un sacrilegio, pues esos sacerdotes celebran los sacramentos sin creer en ellos. Usan la Iglesia de Cristo como lupanar.

    Homosexualidad y clero

    Determinados opinadores progresistas apenas disimulan el regocijo que les produce esta bancarrota moral de la Iglesia. La mala noticia para ellos es que la crisis de los abusos sexuales es también, fundamentalmente, un problema de homosexualidad clerical, como ha afirmado con valentía la reciente carta de monseñor Viganò: “Estas redes homosexuales, que ahora son ya extensas en muchas diócesis, seminarios, órdenes religiosas, etc., se sirven del secreto y la mentira: estrangulan víctimas inocentes y vocaciones sacerdotales, y están estrangulando a la Iglesia entera”.

    Hubo un tiempo en que los deslices eróticos del clero concernían al sexo opuesto: el cura con barragana es un clásico de nuestra literatura, como saben los lectores del Arcipreste de Hita. Pero también existía en la Iglesia una ética sexual inequívoca que conceptuaba esos deslices como pecados que ponían en peligro la salvación del alma. En los años 60 y 70, sin embargo, los vientos de “liberación” que soplaban en la sociedad penetraron en la propia Iglesia; surgió entonces un sector de teólogos progresistas (Charles Curran y otros) que reclamaban una revisión de la moral sexual católica, y especialmente de la prohibición de las relaciones homosexuales, secularmente condenadas como pecado de sodomía. El desconcierto moral-doctrinal coincidió en el tiempo con la desbandada de secularizaciones del post-concilio: muchos curas heterosexuales abrumados por el celibato entablaron entonces relaciones con mujeres y colgaron los hábitos para casarse. Pero los que patinaban en la otra dirección se quedaron dentro. El porcentaje de sacerdotes homosexuales aumentó sustancialmente.

    La dimensión específicamente homosexual de la crisis de abusos es camuflada mediante el uso general del término “pedofilia”, que lleva al público a creer que los curas pervertidos corrompen a niñas de siete años. Y puede haber algún caso. Pero la gran mayoría de los abusos se refieren a adolescentes varones: sería más exacto hablar de efebofilia. El estudio “The Nature and Scope of Sexual Abuse of Minors by Catholic Priests and Deacons in the United States from 1950-2002”, realizado en 2004 por el John Jay College of Criminal Justice por encargo de la Conferencia Episcopal norteamericana, revelaba en su epígrafe 4.2 que más del 80% de los abusos habían tenido por objeto a “adolescentes y hombres jóvenes”. A la vista del informe, Paul McHugh, antiguo director de Psiquiatría del Johns Hopkins Hospital, no dudó en hablar en un artículo de 2006 de “una crisis de depredación homosexual de la juventud católica norteamericana”.

    Pero esto significa que, cuando el mundo le exige simultáneamente a la Iglesia un giro gay friendly en su moral sexual y la erradicación de los abusos, le está pidiendo un imposible. Habrá que escoger entre ambas cosas.

    A esa conclusión parecía haber llegado también Benedicto XVI, que impulsó en 2005, como una de las primeras medidas de su pontificado, la “Instrucción sobre los Criterios de Discernimiento Vocacional en Relación con las Personas de Tendencias Homosexuales antes de su Admisión al Seminario y a las Órdenes Sagradas”, que establecía que la Iglesia “no puede admitir al seminario y a las órdenes sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay”. La aplicación de la Instrucción, sin embargo, tropezó con el abierto boicoteo del sector clerical progresista, que consideró “homófobo” el estricto criterio introducido por un Ratzinger que en el Vía Crucis del Viernes Santo de 2005 había sorprendido al mundo con una enigmática alusión a la “podredumbre escondida en la Iglesia”. El padre Robert Scullin, S.J., provincial de la Compañía de Jesús en Detroit, declaró desafiantemente que “seguiremos invitando [a considerar la vocación sacerdotal] a jóvenes de toda orientación sexual que deseen llevar una vida religiosa célibe”.

    Lo que estaba diciendo Scullin es que el Papa erraba al presuponer en los hombres con inclinación homosexual una mayor probabilidad de abuso que en los heterosexuales. Lo mismo alegó el padre Thomas Reese, S.J.: “El Vaticano ha olvidado cuántos sacerdotes son homosexuales, y cuán fielmente observan el celibato, y qué bien desempeñan su ministerio”.

    Y bien, sin duda muchos sacerdotes con tendencia homosexual respetan el celibato. Pero los porcentajes de éxito no son los mismos. La atmósfera de opresiva corrección política hace ya casi imposible decir esto, pero múltiples estudios sexológicos certifican que la propensión a la promiscuidad es mucho más elevada entre los homosexuales, como también lo es la incidencia de la pederastia. En un artículo de 2006, el gran Richard John Neuhaus concluía: “Roma ha hecho un juicio prudencial: al conceder a muchos candidatos al sacerdocio [con tendencia homosexual] el beneficio de la duda, se adoptaron en el pasado demasiados riesgos. Ahora debe darse prioridad a la protección de la integridad del sacerdocio. Con la reciente “normalización” de la homosexualidad en la cultura general, y con la aceptación de dicha normalización por muchos sacerdotes y no pocos obispos, y con consecuencias tales como los escándalos de abusos sexuales, la Iglesia simplemente no puede permitirse seguir asumiendo el riesgo”.

    Las revelaciones de Monseñor Viganò

    Lo que parece bloquear la capacidad de reacción eficaz de la Iglesia frente a la interminable crisis de abusos sexuales sería, pues, una sinergia objetiva entre el lobby abiertamente gay-corrupto, de dimensiones desconocidas, y el sector eclesial progresista que, sin ser necesariamente homosexual, sí presiona constantemente para conseguir una revisión de la posición oficial de la Iglesia sobre la homosexualidad, el matrimonio, la familia, los anticonceptivos, el aborto y otras cuestiones morales. La “guerra civil” entre conservadores y progresistas planeó explosivamente, por ejemplo, sobre el pasado Sínodo de la Familia. Con el Papa Francisco apoyando poco disimuladamente a los segundos.

    Aquí es donde entran en juego las estremecedoras declaraciones de Monseñor Viganò. No sabemos si son verdaderas. Sí parecen verosímiles. Porque su versión hace encajar muy lógicamente todas las piezas. No reconstruiré todos los detalles, ya conocidos. Viganò puede acreditar su constante beligerancia, a partir del año 2000, en la denuncia por vía interna de las andanzas pederastas del cardenal McCarrick. Explica que la interferencia de Sodano, Levada y Bertone impidió probablemente que los informes llegaran al Papa. La insistencia de Viganò consiguió, sin embargo, que en 2009 Benedicto XVI tomase por fin cartas en el asunto e impusiese a McCarrick el cese radical de su ministerio público y la “retirada a una vida de oración y penitencia”, con prohibición expresa de pisar los seminarios (su territorio de caza preferido).

    Y la escena clave es el momento en que Viganò se encuentra en Roma en 2013 a un McCarrick triunfante que le dice “me he entrevistado con el Papa [Francisco] y mañana me voy a China [en misión oficial]”. Invitado por Francisco a exponer su opinión sobre McCarrick, Viganò asegura haberle dicho: “Ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes, y el Papa Benedicto le impuso retirarse a una vida de oración y penitencia”. “El Papa no hizo el mínimo comentario a mis graves palabras […] y cambió enseguida de tema”.

    Tratándose de una conversación privada, corresponde al Papa reconocerla o desmentirla. Viganò pone solemnemente a Dios por testigo, empeñando su salvación en el envite. Lo que sí puede demostrarse es que, a partir de 2013, McCarrick retomó su actividad pública, lo cual indica un levantamiento de las sanciones por el Papa. Basta consultar la edición del Huffington Post del 17 de Junio de 2014, que, bajo el titular “McCarrick está trabajando más duro que nunca”, nos explica: “McCarrick es uno de los eclesiásticos que habían sido más o menos puestos fuera de la circulación durante el pontificado de Benedicto XVI. Pero ahora el Papa es Francisco, y prelados como Walter Kasper (un viejo amigo suyo) y el propio McCarrick están de nuevo en primera línea, y más activos que nunca. McCarrick, en particular, está que se sale desde hace un año [has been on a tear in the past year], viajando a Filipinas para consolar a las víctimas del tifón, y visitando puntos geopolíticos estratégicos como China e Irán para conducir delicadas conversaciones sobre libertad religiosa y proliferación nuclear”. […] “¡Mala hierba nunca muere!”, le dijo jocosamente Francisco cuando le volvió a ver”.

    Ross Douthat razona que Francisco no tiene por qué haber encubierto cínica y friamente a un cardenal pederasta. Que quizás intentó autoengañarse diciéndose que eran sólo habladurías. Quizás pensó que, a sus 83 años, McCarrick ya no estaba en condiciones de corromper a nadie más. Sería la explicación más piadosa.

    Lo que parece incuestionable es que Francisco antepone la búsqueda de aliados en su “guerra civil” contra el sector ortodoxo/conservador a la lucha contra los abusos sexuales (mientras se llena la boca con una retórica de “tolerancia cero”). Por eso invitó al Sínodo de la Familia al cardenal belga Godfried Danneels, que fue grabado mientras intentaba convencer a una víctima de abuso sexual de que no denunciase al culpable, el obispo de Brujas Roger Vangheluwe (Danneels es una figura clave del progresismo eclesial y, según se dice, uno de los muñidores de la elección de Francisco en el cónclave de 2005). Por eso mantiene en su G9 “consejo privado de asesores “para la reforma de la Curia”- a varios cardenales salpicados por escándalos de abusos: se acusa a Maradiaga de haber encubierto al obispo de Tegucigalpa, Juan José Pineda, y de haber hecho caso omiso de las llamadas de socorro de los seminaristas hondureños que denunciaban las descaradas presiones homosexuales en el seminario; Pell y Errazuriz tampoco están libres de sospecha; en la diócesis del cardenal O?Malley, Boston, también se han revelado nuevos casos de abuso.

    El progresismo eclesial “y el que podríamos llamar “sector oficialista”, que era conservador con Benedicto, progresista con Francisco, y concibe el catolicismo como obediencia perruna a la autoridad pontificia- ha salido en tromba a desacreditar a Carlo Maria Viganò. Dicen que Viganò miente y que todo se debe expectativas profesionales frustradas. Como si a los 77 años se pudiera pensar en carrera eclesial alguna, en lugar de en el Juicio cercano.

    Sí, podría ocurrir que lo de Viganò no haya sido más que una gran calumnia (genialmente ensamblada, pues, como decíamos, las piezas encajan demasiado bien). Pero, entonces, el calumniado debe refutar las imputaciones con la misma terrible solemnidad con que Viganò las formuló (“si callo, Dios me pedirá cuentas”), y a continuación aplicarle las más duras sanciones previstas por el Derecho canónico, además de denunciarle a las autoridades civiles. Todo indica, sin embargo, que la actitud de Francisco va a consistir en esperar que escampe, mientras el oficialismo-progresismo utiliza la técnica del calamar. Sería cerrar la crisis en falso y agudizar el descrédito moral de la Iglesia.

    Pero monseñor Jean-François Lantheaume, que fuera consejero de la nunciatura en Washington en la etapa de los hechos, ha declarado escuetamente que “Viganò dice la verdad”. Y el cardenal Daniel Di Nardo, presidente de la Conferencia Episcopal de EE.UU., ha afirmado que “las cuestiones planteadas por Viganò merecen respuestas que sean concluyentes”. Y monseñor Vigneron, arzobispo de Detroit, dice que la carta de Viganò es “camino seguro hacia la purificación y la reforma de la Iglesia”. Y monseñor Olmsted, obispo de Phoenix, pide “que el testimonio de Viganò sea tomado en serio por todos”. Y uno de los intelectuales católicos más prestigiosos, George Weigel, declaró ayer: “El arzobispo Viganò es un valiente reformador, y fue removido del Vaticano por sus inmediatos superiores porque estaba determinado a enfrentarse a la corrupción financiera en el Governatorato, la administración del Estado vaticano. […] Viganò es, según mi experiencia, un hombre honrado. Hablamos sobre cuestiones grandes y pequeñas, y nunca tuve la impresión de que me estuviese transmitiendo otra cosa que lo que él en conciencia creía que era la verdad”.

    Viganò concluye su alegato pidiendo la dimisión del Papa. Hay quien sostiene que dos renuncias papales en cinco años, y probablemente motivadas por el mismo asunto (pues muchos conjeturan que la verdadera causa del desaliento de Benedicto fue su impotencia frente a la hidra de los abusos y el lobby gay eclesial) serían demasiado para la Iglesia.

    Habría una alternativa mejor: que Francisco pidiese perdón y estuviese por fin a la altura de su ministerio, cortando las cabezas que sean necesarias, aplicando la Instrucción de 2005 y convirtiendo la limpieza de la Iglesia en su verdadera prioridad. Como han señalado varios comentaristas, esta tribulación puede ser una oportunidad de oro para una sanación en profundidad. Comprender que uno tiene un tumor y no un resfriado es el primer paso para aplicar una terapia efectiva. Recordando siempre que la insumergibilidad de la barca está garantizada por el propio Cristo. Pese a los hombres.

    Exsurge, Domine, et iudica causam tuam.

    Comentarios

    Por Echenique 2018-09-03 16:05:17

    Probablemente la misericorditis tratará por todos los medios de destruir tales pruebas ante el alto riesgo de que los acusados puedan ser citados por tribunales americanos y no precisamente como testigos.

    Por Echenique 2018-09-03 16:01:51

    Viganó es un testigo. La prueba testifical, mientras no sea desvirtuada por dos testigos en su contra con igual prestigio y detalle, prevalece, máxime cuando se remite a pruebas documentales obrantes en la santa sede o en la nunciatura de USA.

    Por Joaquín 2018-09-03 14:11:45

    Hay tantas falsedades, verdades a medias, contradicciones y sofismas en este artículo que uno no sabe por dónde empezar. Veamos, señor catedrático de Filosofía del Derecho, ¿dónde ha quedado el viejo dicho de “todo el mundo es inocente mientras no se pruebe lo contrario” o el principio básico de derecho penal de que la carga de la prueba corresponde al que acusa (aquí, Viganó)? Al parecer, es el Papa el que debe demostrar su inocencia. Eso por no hablar de que se ha demostrado que es falso que McCarrick estuviera retirado antes de la llegada de Francisco. Asistió a numerosos actos públicos, algunos de ellos con la presencia de Benedicto y otros incluso con la de Viganó (que llegó hasta a concelebrar con él). Si hubo tales sanciones, Viganó contribuyó decisivamente a que no se cumplieran.

  6. Aintzane says

    Este artículo sobre la intervención del preclaro y siempre valiente Mons. Aguer en TV se merece un amplio debate sobre la muy manida palabra “democracia”. Comprendo que estemos preocupados y un tanto obsesionados por todo lo que está pasando en Roma y sus aledaños, pero debatir sobre temas tan interesantes como los que propone Mons. es siempre terapeútico y desintoxicante. Creo que lo que dice, de replantearse lo que contiene el concepto de “democracia” y rehabilitarla es algo realmente urgente. Porque es la base para resolver muchos de los problemas planteados. Incluso el que nos ocupa de manera casi exclusiva sobre la situación de la Iglesia.
    A los dictadores actuales de caracter fundamentalmente financiero y con ansias irrefrenables de poder, y a los que los poderes políticos rinden vasallaje, de manera cada vez más evidente y desvergonzada, a estos poderes les interesa el empobrecimiento de las ideas, sin un humanismo que realmente tenga en cuenta la dignidad humana, etc. Es urgentísima la fusión que él propone entre la doctrina social de la Iglesia y la democracia auténtica. Los desastres morales se han desencadenado de la separación que se ha dado entre ambos.
    Es increíble que una palabra tan manida como “democracia” tenga un contenido tan difuso y ambiguo. Nos hemos basado en el espíritu de la Revolución Francesa, el mayor fiasco de la Historia. Nos han engañado bien, y ya va a costar arrancar la costra que poblaciones enteras tienen sbre el tema tabú, indiscutible, de los principios revolucionarios de “libertad”, “igualdad” “fraternidad”
    Cómo nos engaña la prensa oficialista, sobre este y tantos otros temas: la evangelización de América, la Inquisición, las Cruzada, el oscurantismo medieval, etc etc
    Urgen intelectuales de inspiración cristiana, que a nivel mundial den la batalla de las ideas.

    1. adoracionyliberacion says

      Querida Aintzxane. Absolutamente de acuerdo contigo. Nuevamente, comunión de intenciones. Lo vengo a decir porque mi intención al rescatar esta disertación de Monseñor, es darle la necesaria difusión, que prácticamente no ha tenido eco en ningún medio, tampoco cristiano, como bien dices, ofuscados por una parte, los que buscan la verdad, en debatir sobre lo que está pasando en Roma, y por otra parte, los que no la buscan, en ocultar lo que está pasando en Roma.

      Y como tu bien dices es urgente también, y es responsabilidad de los católicos, hacer posible que los principios morales católicos que vemos desmoronarse en nuestra iglesia, luchemos también porque sean devueltos a las sociedades.

      En tal sentido, siempre he pensado que la palabra democracia es posiblemente la más sobrevalorada de la historia.

      Así es que es un debate interesantísimo, cuya realización apoyo.

      Adelante Aintzxane!

      1. H. R. Pacios says

        Democracia significa el gobierno del pueblo. Y como el pueblo nunca gobierna, sino solo un individuo (rey absoluto, dictador, presidente de gobierno, militar, etc.) con una facción y un ejército que le sustente, ya la misma democracia es anticristiana por falsa y farisea.

        Para Marx el comunismo era la auténtica democracia, pues consideraba que la inmensa mayoría, trabajadora, tenía que ser a la fuerza comunista, luego toda democracia verdadera es comunismo. Así, Lenin y Stalin decían una y otra vez que la URSS era la única democracia de la tierra. En este sentido la RDA (República Democrática Alemana), la actual Rep. Popular democrática de China y todas las repúblicas democráticas populares, de corte socialista o comunista, se consideran por sus ideologos como gobierno del pueblo o democracias y a los enemigos del marxismo (socialismo o comunismo), enemigos del pueblo a exterminar. Hoy el marxismo sobrevive oculto en las democracias bajo la forma de socialdemocracia, claramente decadentes y rotundamente fracasadas, dado su palpable y sangriento fracaso en los regímenes totalitarios.

        Para los liberal conservadores o derechistas, desde Tockeville hasta hoy, la democracia es un sistema que ha de tener límites al ejercicio del poder para garantizar la libertad del individuo frente al Estado y la posible arbitrariedad de los gobiernos, como el sufragio limitado en un principio (primero votaban los aristócrats, nobles y mercaderes, luego todos los hombres en general a partir de una edad dada, y luego toda la población mayor de esa edad con el sufragio femenino), la división de poderes (en realidad otro engaño, porque el Ejecutivo suele imponer sus leyes al Legislativo y nombra a los jueces de las más altas magistraturas, luego el Judicial solo aplica las leyes que indirectamente y a través del Legislativo, le llegan del poder Ejecutivo. No hay independencia de poderes, en definitiva, ni la ha habido jamás), el imperio de la ley o Estado de Derecho (tratándose de leyes humanas, siempre son arbitrarias, aunque sutilmente engañosas para quien no tiene capacidad cristiana de discernimiento que otorga la fe verdadera, pues suelen hacer creer que su finalidad es una en beneficio del pueblo, y la realidad es que tratan de establecer un privilegio de los gobernantes y su facción. Las leyes humanas no pueden ser equiparables a las de Dios) y la limitación temporal del poder (por eso los gobiernos democráticos suelen tener un período de 4 ó 5 años de ejercicio, son gobiernos a corto plazo, con todo lo que ello supone). Y todo a través de constituciones, leyes fundamentales o derecho consuetudinario (jurisprudencia de tribunales). Las democracias liberales conservadoras, como la de USA, también son palpablemente fracasadas, aunque su devenir ha sido mucho menos cruel que los regímenes democrático totalitarios del párrafo anterior.

        La democracia, entendida tal cual la conocemos hoy, es una anomalía histórica que viene de la horrorosa experiencia de la mal llamada Ilustración del siglo XVIII, en realidad, abandono de la fe y confrontación superficial de razón y fe, con idolatría de la primera y de los avances científicos y tecnológicos y desprecio por Dios y su Voluntad contenida en los Evangelios. Es un sistema de engaño, manipulación (incluso en el propio nombre, “gobierno del pueblo”) y no exento de criminalidad o ausencia de límite de poder que se atribuye a las dictaduras (aborto, eutanasia, cultura de la muerte, y un sinfín de monstruosidades), pero que en verdad ha sido tan rebasados en democracia casi como en los regímenes marxistas. Hoy la democracia es una carrera desbocada y desesperada en búsqueda de votos para los que no hay límite moral alguno por parte de los políticos, que recurren a cualquier cosa con tal de llegar al poder, incluso destruyendo lo más santo y bueno.

        ¿Por qué han fracasado ambos tipos de democracias?

        Vamos por partes. El ser humano, la criatura de Dios (hombre y mujer) muestra una clara inclinación hacia el mal, hacia el pecado, desde los tiempos de Adán y Eva. Lo llevamos encima a pesar del bautismo, de la fe y de la penitencia. ¿Y en qué se traduce esto?

        Pues en que la inmensa mayoría rechaza la cruz inherente a la vida, imprescindible dolor para la maduración espiritual y en el amor y Camino de salvación eterna (“Quien quiera ir en pos de Mí, tome su cruz y me siga”, nos enseñó el Señor), el sufrimiento, la mortificación, la penitencia y la oración, y prefiere los placeres y riquezas, la satisfacción de los instintos y el ansia de dinero y riquezas que jamás llega a satisfacer a nadie, porque sabemos, como cristianos verdaderos, que solo Dios nos puede saciar de nuestros anhelos verdaderos (amar y ser amados, paz, capacidad de discernimiento y sabiduría, alegría verdadera, gozo en el bien ajeno, humildad y discrección, etc.), solo Dios nos sacia como explicó a la samaritana a pie del pozo.

        Además, la inmensa mayoría no busca a Dios sinceramente, ni vive volcado en gozarse del bien de los demás (incluso ignoran este gozo) sin publicidad y sin llamar la atención, sino que se busca a sí mismo, se autoengaña con el gozo de placeres y riquezas insatisfactorios siempre y busca el aplauso, la aprobación y la admiración de los demás, en lugar de olvidarse de ellos mismos y agradar al Señor en secreto, como se ha de practicar la caridad cristiana, e incluso de las críticas o malos juicios contra ellos, confiados y tranquilos en que su juicio justo solo atañe a Dios Infinitamente Misericordioso.

        La inmensa mayoría considera que una vida en pobreza, castidad y obediencia a Dios es una especie de locura de gente ingenua y débil. Consideran que la vida dura hasta la muerte y hay que aprovecharla a tope, gozar al máximo, que la vida son cuatro días y nos quiten lo bailado… Porque viven como si no hubiese juicio y vida eterna. Así, es difícil que tengan temor de Dios. Los más insensatos creen que sus acciones, omisiones, palabras y pensamientos no tendrán consecuencia alguna en la eternidad, por lo que solo han de preocuparse por no ser castigados en vida. Así, no aprovechan el regalo del tiempo hasta su juicio particular, el tiempo que Dios da para arrepentirse y convertirse sinceramente, dejando pasar dicho tiempo insensatamente.

        La inmensa mayoría viven preocupados por su imagen frente a los demás, por las apariencias, sin llegar a ser completamente naturales y auténticos, sino más bien vanidosos, como si Dios no importase y no pudiese ver hasta en lo secreto, como si Dios no existiese, como si Dios no nos conociese incluso mejor que nosotros mismos. Para la inmensa mayoría el corazón no cuenta, cuando es lo más importante del ser: si no se quiere a Dios con toda el alma, con todo el corazón, con toda la mente y con todo el ser, se querrá muy poco si acaso algo, a los demás. Y se quiere a Dios conociéndole. Y se le conoce leyendo y meditando los Santos Evangelios, pero no de cualquier manera, sino como un niño que acude, con el corazón abierto, confiado al Padre Celestial en busca de curación, protección, cariño y enseñanza. El Evangelio ha de quedar grabado en el corazón y producir una alegría y una paz inmensas. Nuestro Señor Jesucristo ha de ser para nosotros, nuestra razón de existir y de ser, nuestra salvación, nuestra roca, consuelo y protección frente a la adversidad, nuestro origen y destino vital, nuestro origen de coordenadas para discernir de modo correcto y no vernos zarandeados por el relativismo subjetivo materialista mundano, como la inmensa mayoría que ni conoce ni quiere conocer a Dios, a pesar de que Dios no se cansa de esperarles como el padre al hijo pródigo.

        No pocos, quizá la mayoría, aunque han conocido a Dios, cometen la torpeza (en realidad todos la cometemos alguna vez, aunque le pidamos perdón por ello una y mil veces) de culparle del mal del mundo, obra exclusiva nuestra y no querido por Dios, no cayendo en la cuenta que Dios nunca quiso nada más que nuestra eterna felicidad y nuestro bien, pero que no transgrede nunca nuestro libre albedrío, que nos hace a imagen y semejanza suya, no como los animales y plantas, que solo viven por instintos. Y como Dios no nos pone montones de billetes y monedas encima de la mesa de casa, como no es un Dios hecho a capricho y conveniencia propios, le apartamos de nuestra vida, disparate descomunal. Otros, incluso montan sectas herejes y blasfemas para adaptar un “dios” falso a sus caprichos materialistas, económicos y políticos, poniendo en gravísimo riesgo su salvación eterna.

        La mayoría de las personas creen que la vida es suya y que hacen con ella lo que les da la gana, que son libres para elegir…excepto que no pudieron elegir el día, la hora y el lugar de nacimiento, porque la vida es un regalo de Dios. No eligieron a su padre y a su madre, ni a sus hermanos y hermanas si los tienen, ni ser hombre o mujer. No eligen crecer, casarse, quedar solteros o consagrarse, ni enfermar y envejecer, ni el día y hora de la muerte (salvo la locura del suicidio, desprecio máximo por la vida, regalo de Dios). Pero no caen en la cuenta que el libre albedrío consiste en ser así o, por contra, hacer la Voluntad que Dios tiene para con cada uno de nosotros, dándonos y ofreciéndonos todos los días al Señor y permitiendo que Dios haga de nosotros un instrumento, las más de las veces inútil, de su Santísima Voluntad, conscientes de que no somos más que administradores, que no dueños. ¿Cuándo acertamos en las decisiones importantes de la vida si no fue por aceptar la Voluntad de Dios? ¿Realmente decidimos nosotros? ¿Quién puede asegurar con rotundidad que mañana mismo estará vivo? ¿Quién puede añadir tan siquiera un pelo a la medida de su vida?

        Teniendo en cuenta estas características tan desgraciadamente arraigadas en nosotros, las criaturas de Dios, los hombres y mujeres, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta que el ejercicio del poder, mediante una voluntad mayoritaria, como la del ¡Crucifícale!, no es precisamente algo que un verdadero cristiano, un verdadero católico fiel a Cristo Jesús, pueda aceptar de ningún modo, y mucho menos idolatrar, por mucho que los obispos y papas del mundo busquen inútilmente esa inexistente democracia cristiana, en su lucha atea entre progresistas del anticristo marxista y del escándalo, y caifases liberales conservadores del becerro de oro y la DSI, ninguno fiel a Jesucristo pobre y virgen. El Señor dejó muy claro, a petición de la madre de los de Zebedeo para un puesto privilegiado para sus hijos en el trono celestial, que el que quisiese ser el primero entre nosotros, tendría que ser nuestro esclavo. Más esclarecedor, imposible.

  7. Aintzane says

    Habría que limpiar bien el meollo aprovechable de lo que tiene el concepto ‘democracia’ amputandole todo el racionalismo revolucionario. Platón en su República tiene ideas muy aprovechables y el colmo del equilibrio lo encuentro en Sto. Tomás que propone una fusión entre aristocracia, gobierno de los mejores, y una participación popular democrática.
    Creo que nunca se lo han tomado en cuenta y así nos ha ido

    1. adoracionyliberacion says

      Eso es. El principal problema de la democracia es que se ha utilizado como sistema de único gobierno, además, haciéndolo servir a los intereses de las clases dominantes, y en este caso han sido más veces las de izquierda que las antiguas clases aristocráticas a las que se suponía que iban a sustituir para mejor.

      El problema de la democracia es como bien dices haber dejado de lado la concepción tradicional de la doctrina católica, lo cual ha sido apoyado por la propia iglesia en el último siglo.

      El problema de la democracia es que únicamente se entiende hoy como sinónimo de partitocracia, y la partitocracia es sinónimo de nepotismo y corrupción.

      Es un mal estructural y profundo, por haber dejado de lado como bien dices esas cuestiones que nos han enseñado los rectos filósofos y los padres sobre el buen gobierno de la moral.Totalmente de acuerdo contigo.

  8. Aintzane says

    El convenio de democracia actual es un engendro inventado por por la masonería atea de la Revolución Francesa

    1. adoracionyliberacion says

      Así es

  9. H. R. Pacios says

    Señores de Adoración y Liberación, desengáñense.

    Hay que destruir toda potestad, dominio y poder malvado sobre la faz de la tierra, para que sean estrado para los pies de nuestro amadísimo Señor Jesucristo, nuestro Dios, nuestro Rey, nuestro Salvador y Redentor, nuestra razón de ser y de existir. Todo lo que no agrade a Dios ha de ser totalmente erradicado, toda cizaña arrancada y echada al fuego del infierno. No puede quedar nada malvado e impuro en pie. Hay que ayudar al Señor para hacer el mundo de nuevo conforme a Su Santísima Voluntad, pues Dios todo lo renueva y Él nos pide su participación. Un mundo donde el pecado y el réprobo ya no tengan lugar. Conversión o condena al infierno. Con Cristo o contra Él. No hay término medio, una vez echada la mano al arado no miramos atrás.

  10. H. R. Pacios says

    Con democracia (o demoniocracia), sea del tipo que sea, SIEMPRE GANA BARRABÁS LA ELECCIÓN POPULAR. ¿Puede un católico verdadero, fiel a Jesucristo que es Camino, Verdad y Vida, ser verdaderamente demócrata (partidario de la democracia o de los tipos de democracia que existen) sin incurrir en pecado mortal por apoyar con su voto la mentira, el engaño y la hipocresía farisea, aparte de sus incontables crímenes, sea cual sea la opción por la que se decante (Jesucristo no tiene cabida en parlamento alguno)?

    Veamos:

    Por cada hombre o mujer (criaturas de Dios) que cree, colabora con la Santa Iglesia Católica Apostólica de Nuestro Señor Jesucristo, Dios verdadero, y acude cada domingo o fiesta de guardar, al menos, a misa, ¿cuantos no lo hacen?¿2, 3, 5,…?

    Por cada hombre o mujer que defiende la Vida, ¿cuantos apoyan la muerte (aborto, eutanasia, destrucción y manipulación de embriones, etc., 5, 7, 8, …?

    Por cada hombre o mujer que entiende que la libertad es indisoluble del conocimiento de la Verdad, ¿cuantos asocian la libertad al materialismo más cerrilmente ateo, 8, 10, …?

    Por cada hombre o mujer que reza el Padrenuestro, Avemaría, Gloria, Salve, Corona de la Misericordia, Santo Rosario, Trisagio, Corona de los dolores, etc., ¿cuantos no lo hacen, 10, 20, 50,…?

    Por cada hombre o mujer que aspira a vivir eternamente acompañado de Jesucristo Nuestro Señor y la Santísima Virgen María, abriéndoles a ambos su corazón y consagrándose al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María, ¿cuantos desprecian y excluyen a Dios de sus vidas del modo más absolutamente insensato, como si se pudiera vivir sin Dios, 50, 70, 80, …?

    Por cada hombre o mujer que ama la familia, el santo matrimonio, la fidelidad conyugal como nos prescribió el Señor, la paternidad y maternidad naturales, ¿cuantos aprueban el divorcio como derecho y la equiparación legal del concubinato, el amancebamiento y la unión de sodomitas con el sacramento del matrimonio, 80, 90, 100, …?

    Por cada hombre o mujer que es casto o casta (célibe si es soltero o consagrado o fiel a su esposa o esposo respectivamente), ¿cuantos no lo son (acuden a prostíbulos de toda índole, son adúlteros, promíscuos, maltratadores, violadores, disolutos, homosexuales, depravados y degenerados diversos, etc., apuñalando la Santísima Virginidad de Nuestro Señor Jesucristo y de la Virgen María Santísima, despreciados y vilipendiados con su horrorosa conducta pervertida), 100, 200, 500,….?

    Por cada hombre o mujer que es abstemio, que no fuma ni consume ningún tipo de droga ni es esclavo de estas debilidades que destruyen a sus consumidores en cuerpo y alma, ¿cuantos fuman, beben alcohol, son alcohólicos, consumidores de demás drogas (cocaína, heroína, drogas de diseño, etc.) con sus horrorosas consecuencias, 500, 1000, 2000, …?

    Por cada hombre o mujer que da gracias a Dios por lo que le ha otorgado sin codiciar en absoluto lo ajeno, ¿cuantos se sienten mal por el bien (o lo que suponen bien) ajeno (envidia), 2000, 5000, 10000,…?

    Por cada hombre o mujer que adora a Jesucristo Nuestro Señor, que es Dios hecho hombre, que adora la Verdad y odia y rechaza las mentiras, ¿cuantos mienten, colaboran con la mentira e incluso la promueven viviendo incluso de ella, 10000, 50000, 100000,…?

    Por cada hombre o mujer que no desespera, que se mantiene firme en la esperanza a pesar de todas las torturas y cruces que padezca en la vida, y que sabe que lo bueno está por venir con Jesucristo, que no puede ser de otro modo, ¿cuantos ya, incluso hace tiempo, han perdido toda esperanza, viven en la más absoluta desesperanza, abandono y han tirado la toalla, dejándose arrastrar por el desánimo, 100000, 200000, 500000,…?

    Por cada hombre o mujer que sigue el Camino, ese estrecho y tortuoso que lleva a la Salvación deseada y a la Vida Eterna, que toma su cruz y va en pos del Señor, ¿cuantos siguen el amplio y espacioso camino que lleva a la perdición, rechazando la cruz, 500000, 1000000,…?

    Por cada hombre o mujer que contra viento y marea insiste en la Caridad Cristiana, libre, discreta, desinteresada, de corazón, a la que todos estamos obligados, practicando la limosna sin jactancia, sin que no sepa su mano izquierda lo que hace su mano derecha y sin ir trompeteando cual fariseo todo lo bueno que hacen para obtener así su recompensa (solidaridad farisea e hipócrita de limpiar la copa por fuera o blanquear el sepulcro), atribuyendo toda buena obra al Señor y no teniéndose más que por inútil siervo de Dios, olvidando todo lo poco bueno para que el Señor nos lo recuerde al término del tiempo según Mt 25, 31-41, ¿cuantos la rechazan, reniegan de ella, la tildan de vergonzosa y humillante y la abandonan por la actitud del que limpia la copa por fuera, 1000000,…?

    A la vista de ello, ¿alguien verdaderamente fiel a Jesucristo y su Palabra contenida en los Santos Evangelios, puede ser partidario de las democracias?
    ¿No querría decir el Señor con aquello de que el primero de entre vosotros ha de ser vuestro esclavo, algo totalmente opuesto a aquello de que “la política es la forma más noble de caridad” y que el católico ha de involucrarse en política y votar como deber de católico? ¿Los políticos son esclavos de los que no lo somos?
    ¿Cuando habrá discernimiento en la Santa Iglesia Católica Apostólica, la de Jesucristo Nuestro Señor, la de San Pedro, los santos apóstoles y sus sucesores? ¿Cuando sencillos como palomas pero astutos como serpientes?

    MARANA THA.

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