La confianza en Dios debe convertirse en vida.
Si estamos convencidos -analicemos nuestras obras y ellas nos lo dirán- de que Dios no es una figura ni un algo, que pasó por la vida en otro siglo; si creemos en su poder y en su amor, en la realidad de su cercanía en el sagrario y su presencia en nuestras almas, ¿cómo es posible, qué explicación lógica damos a la preocupación, al desasosiego e intranquilidad, a las amarguras, a los problemas que llamamos sin solución?
… ¿qué explicación lógica damos a la preocupación, al desasosiego e intranquilidad, a las amarguras, a los problemas que llamamos sin solución?
Afirmamos y decimos que creemos en esas realidades; pero ¿cómo las vivimos, si los efectos de ellas no se ven en nuestras vidas?
Si tenemos confianza en Dios, lo llevaremos a cada problema, y la dificultad quedará solucionada.
Si tenemos confianza en Dios, lo llevaremos a cada problema, y la dificultad quedará solucionada.
Si a Él le decimos: Señor, esto arréglalo Tú, con esa sencillez confiada de hijo, Él, si es preciso, hará milagros, romperá el orden del mundo si necesario fuese, pero lo hará, y lo hará de la mejor manera, en el mejor momento y para nuestro mayor bien, llenísimo de amor, con el cuidado que sólo El sabe poner y en la forma maravillosa que su poder le dicte.
Vicente Montesinos